Carolina, ¿cómo surge la idea de fijarse en un personaje como Chavela Vargas para hacer este espectáculo?
La idea surge, básicamente, porque es una historia que me vino a buscar, y es una historia que fui a encontrarla. Estuve en México de gira con la obra Juguetes Rotos, que fue mi última obra de teatro producida por Rokamboleskas, productora que también produce Chavela, y me llevaron a un conversatorio en el Senado para hablar de transexualidad y arte, y me encontré con María Cortina, íntima amiga de Chavela, periodista y que la acompañó hasta la muerte. María vino a verme al teatro y me preguntó en qué butaca estaba sentada. Y le dije, no lo sé. Pero, ¿llevas días de representación? Digo, sí. Muéstrame dónde te sientas tú. Y se la mostré y me dice, levántala. Y decía, Chavela Vargas. Era su butaca. Y te puedo contar cantidad de cosas mágicas, diría, y no casuales, sino causales, que han hecho que me interesara mucho que María me contase quién era María Isabel, no Chavela, María Isabel. Y me interesó mucho ese lado humano, solitario, roto, rasgado, desde donde ella aprendió a cantar al amor y al desamor. Y porque encontré quizás parte de la respuesta de por qué nos emociona y nos desgarra tanto Chavela. Y es que nos recuerda que estamos vivos, porque ella habla de su soledad, pero te está señalando la tuya. Es un poco desde ahí.
Si analizáramos su personalidad, es una mujer que estuvo atravesada continuamente por el dolor, por esos inicios en su vida. No en su carrera profesional, pero sí en su vida. ¿Tú crees que tuvo algún momento de plena felicidad con la gente que le rodeó?
Sí, se corrió unas parrandas maravillosas, que yo daría un brazo, de verdad, por llegar a su edad, así de borracha, así de curtida, así de vivida, así de amada, de follada y de celebrada. Me parece que vivió una vida plena. Plena, quiero decir, no confundamos felicidad con plenitud. Plena, plena de… Ha parado muchas veces a repostar gasolina. Y eso significa que tiene muchos kilómetros andados.

María, ¿cuál es tu personaje dentro de la función? ¿Qué hace Rozalén dentro de una producción teatral?
Yo estoy haciendo el papel de Chavela Mito. Hay varias Chavelas en juego para homenajear y para narrar la vida de la gran Chavela Vargas. El mito es como si fuera la imagen que tenemos de ella, la que nunca muere. Están como el pasado, presente y futuro jugando a la vez ante los últimos tres días de vida de Chavela.
Nita, en alternancia con Rozalén, ¿cuál es el personaje que tú interpretas dentro de la obra?
Nosotras interpretamos el personaje de Chavela Mito, que es la Chavela que nunca muere, la Chavela eterna, Chavela artista. Es un personaje muy potente, porque al final, nosotras como cantantes, que es la primera vez que estamos interpretando, es todo un reto, porque además es una figura, es una voz que como dice Carolina, es que emocionaba a unos niveles que van más allá de lo terrenal entonces ponerte a hacer eso pues es una responsabilidad muy grande pero es un regalo impresionante yo creo que tanto para Rozalén como para mí porque sentimos que la estamos devolviendo a la vida y que estamos interpretándola desde el respeto, el cariño y el amor que sentimos por su legado.
María, ¿qué destacarías de la vida y trayectoria profesional de esta última chamana, de Chavela Vargas?
Destacaría lo que creo que todos destacamos, que es su interpretación. O sea, ella masticaba las palabras, hacía lo que le daba la gana, en el sentido de si no iba al ritmo daba igual, a ella le seguían, se reía, lloraba, la decía en vez de cantada, hablada. Dicen que sus conciertos no eran conciertos, que eran más unos rituales, una experiencia religiosa y que hacía llorar mucho. Y eso es lo que más me interesa, el transmitir emociones. el zarandear a la gente que te escucha, el canalizar el dolor. Y claro, cuando rascas en la vida de Chavela, pues te das cuenta de que eso tenía un porqué. Y es que tuvo una vida bastante compleja, bastante dolorosa, sobre todo al principio, y por eso cantaba como nadie.
Rozalén, me viene a la memoria, ahora mismo, me ha venido a la cabeza cuando me hablas de tocar… tampoco tenía una gran voz, María Dolores Pradera sí que comunicaba, también. Podemos también decir que era como una chamana al estilo más español.
Bueno, encima, claro, nombras a otra de mis referentes, María Dolores Pradera, era la cantante favorita de mi abuela. Yo tuve la suerte de conocerla en unos premios Ondas. María Dolores sí que me parecía que era elegancia pura. Y creo que las dos tienen en común algo que sorprende a la gente, que es el sentido del humor. Dicen que María Dolores también era muy cachonda y Chavela también lo era.

Nita, ¿qué te atrapa de esta producción? Cuando se ponen en contacto contigo para que interpretes este personaje, ¿qué es lo que más te atrapa?
A mí lo que más me atrapó fue la conversación que tuve con Carolina. Cuando ella me llamó yo estaba amamantando a mi hijo en el porche de mi casa. Mi hijo tenía nueve meses y Carolina me llamó a través de Lluvia Rojo, una amiga que tenemos en común, una amiga actriz, que yo conocí en medio de un terraplén en África, que estaba dando allí un concierto, y ella estaba con una ONG. Carolina me llama, yo estaba de esa guisa, y me empieza a hablar, y yo ya la había visto, a ella y a su pareja, en una gala que yo canté, de una serie que hizo Paco León, y yo fui a cantar un tema de Antonio Machín. Entonces ella vino a felicitarme. Y nada, me llama, me cuenta esta historia, yo digo, Chavela Vargas, ¿en serio? Y claro, me emocioné mucho porque para mí es un gran, gran referente. Después me pasaron el texto. Lo leí mientras seguía amamantando en la hamaca del porche de mi casa, mirando una buganvilla. Y cuando leí el texto dije, hostia, esta tía es buenísima. Me gusta mucho cómo escribe. Este texto mola mucho y esta obra va a ser muy fuerte. Y entonces le dije que sí, porque además me venía estupendamente hacer dos días para poder seguir criando a mi hijo y conciliar. Y además yo conocía ya a Rozalén, o sea que me parecía súper bonito.
Rozalén, ¿qué es lo que más te emociona de toda la función? ¿Cuál es el momento que más te emociona de toda la producción?
El final es fuerte. Es muy fuerte. Estamos todas interpretando, no te diré el qué porque si no te hago spoiler, o sea, cantando y claro, lo que significa que cantemos esa canción después de lo que pasa, pues es como la parte más fuerte. Pero para mí, personalmente, para el papel de Chavela Mito, la entrada también es muy fuerte, por unas frases en las que perfectamente las podía decir yo.
Nita, ¿qué esperáis de esta producción?
A mí me interesaba la interpretación desde pequeña. De hecho, hacía teatro en el instituto, hice la prueba para entrar en arte dramático en Córdoba, pero me quedé en blanco porque venía de un casting de OT, o sea, es que esto, cuando tenía 17 años. Y se me olvidó el texto y no me dejaron entrar en la escuela. Después, bueno, como yo siempre he trabajado con la voz, pues me fui con la voz, con la voz, y aquello se quedó ahí. Nunca he tenido oportunidad. Y siempre he querido hacer un musical, pero no me gustaban los musicales que se hacían y no me interesaba mucho. Pero de repente, cuando veo este proyecto y veo que hay una elegancia detrás, y que hay un gusto, y que hay una historia muy potente de una persona que yo admiro, digo, ostras, pues esta es la oportunidad que tengo yo de llevar a cabo este sueño que tengo aquí de hace tanto tiempo. Para mí está siendo un aprendizaje brutal y la verdad que siento como que me ha picado algo en el teatro. Me gustaría mucho seguir formándome porque me parece un mundo maravilloso y creo que está muy conectado con la artesanía del oficio. Me está gustando muchísimo, me parece una fantasía esto de hacer teatro.
¿Qué es lo que más te emociona del espectáculo?
Es que son muchas cosas. Desde que me pongo la ropa ya estoy emocionada. Es que yo nada más llegar a Usera a aquella sala ya estaba emocionada. Estaba María en los Grammys y yo le decía, es que yo no cambio un Grammy por esto, porque ahí había no sé, había una energía que no puedo explicar, que es que a mí me atrapó, me atrapó ver a Luisa… Yo la siento a Chavela, yo sé que parezco una loca pero yo la siento, y pasan cosas, que no voy a contar porque me las voy a guardar para mí, pero pasan cosas, y yo la estoy sintiendo… Creo que está aquí y que esta noche va a venir y que le vamos a cantar a Chavela.

Luisa Gavasa. ¿Qué personaje interpretas?
Teniendo en cuenta que no tengo 18 años, pues hago la Chavela mayor. Soy esa Chavela que de alguna manera en su mente tiene toda esa legión de fantasmas. La infancia, el padre, el amor de Frida, el alcohol, la muerte, la pelona, la despedida… Dentro de mi cabeza se juega toda la función, esos tres últimos días de esta mujer. Entonces, pues ahí está, ahí está mi Chavela.
Luisa, ¿qué es lo que más te emociona de esta Chavela en el ocaso de su vida?
El final de la obra, y que por supuesto no vamos a desvelar. Cuando hablo del final de la obra donde yo siento que es el final, mi final de la obra, porque tiene que ver con la despedida, tiene que ver con el dejarte ir, tiene que ver con despedirte, evidentemente. Y para mí es un momento muy pequeñito en el sentido íntimo. Es un momento en el que yo, no es que el resto de la función me sienta mal o me siente incómoda, no, para nada, en absoluto. Pero a ese momento en particular le tengo mucho cariño.
María, ¿en qué momento de tu vida llega este regalo del cielo? ¿Cuánto has pensado en debutar como actriz mezclando otra gran pasión de tu vida como es cantar?
Llega justo esto después de un disco en el que hablo del duelo, muchísimo, porque he perdido a muchos seres queridos y en esta obra la muerte es una de las protagonistas. Me parece que es como una continuación. Y fíjate otra cosa, hablando de la canalización del dolor y todo eso, yo el primer día que voy a ensayar, justo estaba pasando lo de la Dana en Letur. Fui a ensayar y enseguida me fui a ver cómo el lugar de mi recreo, el sitio de mi infancia, ya no existe. Y teniendo que buscar hasta cuerpos y todo lo feo que ya sabemos que ha pasado. Entonces, claro, pues llega en el momento ideal. Que es entendiendo que la vida hay que celebrarla y a la vez hay que celebrar la muerte porque en eso consiste. Y estoy súper hedonista. O sea, se me caen lágrimas porque soy así, soy súper intensa. Pero es que es maravillosa la vida hasta con sus mierdas tan gordas que te tocan vivir (se emociona).

¿Qué esperáis del público, Carolina, Luisa? Ya habéis estrenado, habéis hecho algún que otro pase y no sé qué ha opinado el público fuera de Madrid, de esta Chavela, de esta chamana.
(Luisa) Pues mira, yo sé que puede parecer presumido, pero yo ya tengo una edad donde la presunción la puedo dejar colgada de cualquier higuera. Hemos arrasado. Arrasado. No había localidades en ninguna parte. Tuvieron que prolongar un día más. Zaragoza, el gerente del teatro estaba arrepentidísimo de haber sido solo cuatro días. Cerramos el Festival de Málaga, que fue la obra más vista y más aplaudida. Valladolid, 1.100 personas todos los días de pie gritando bravo, movidos por un resorte, y cinco actrices llorando en un escenario de la emoción. Y una directora que estaba por ahí, la teníamos que sacar a la fuerza como aquel que dice. Ha sido una experiencia hermosa y yo estoy segura que la gente de Madrid, que ni de lejos, es menos sensible que la de Valladolid o que la de Zaragoza o que la de Málaga. Lo va a vivir con la misma intensidad, con el mismo amor, con la misma emoción que han vivido los de otras ciudades, así que vamos a arrasar en Madrid también.
Rozalén, ¿cómo ha sido el trabajo con el resto del elenco?
Creo que estoy teniendo una suerte, porque hay mucho cuidado, hay mucho amor, hay mucho compañerismo. Entre nosotras nos estamos sosteniendo mucho. Ellas, yo creo que mis compañeras actrices y Ale, los que estamos encima del escenario, que por supuesto todo el equipo técnico, sabían y saben que estoy como muy nerviosa con esto porque soy así. Y los cariños que me tienen, los ánimos, los detalles para que yo esté bien, ya en tan poco tiempo creo que no es normal. Así que no, no, esto es un regalo del cielo.
Esta función promete ser una continua montaña rusa de emociones. Carolina, ¿por qué Rozalén? ¿Por qué Nita? ¿Por qué Luisa Gavasa? ¿Cómo consigues que se suban a las tablas del Teatro Marquina de Madrid?
Llamándolas, es fácil. Hay que conseguir un teléfono. Yo tengo el sí por dentro. Para mí el no, y esto va a sonar muy arrogante, pero de verdad es lo más honesto que puedo responder, el no, no existe para mí, no existe. Yo ya lo vi en mi cabeza, yo lo vi, lo soñé, lo palpé, lo bajé a un papel. Ahora solo queda llamar y contar. Sé que hay un tramo entre lo que uno sueña y esa primera llamada, pero es como decirle a alguien “sé que nos vamos a enamorar, tú ahora no me conoces, pero es cuestión de tiempo y acaba de empezar”. Y fue así, con cada una. Y Luisa ha estado en mi lotería. Esto lo voy a contar porque era un monólogo antes. Entonces había otra actriz propuesta, fuimos al Teatro Español, dijeron que sí, nos dieron seis semanas enero. Bueno, por razones varias, finalmente he decidido que no podía yo contar con esa actriz. Y dije, mira, el proyecto sigue igual, va a cambiar, porque yo ya vislumbraba que quería salir de ese formato. La historia va a ser un poco más rica, a mi parecer, y tengo una actriz maravillosa que es Luisa Gavasa, pues nos han dicho que no. Y cuando me cerraron esa puerta, y como te he dicho anteriormente, para mí el no, no existe. Yo sé que la voy a hacer, no sé cuándo, porque yo no tengo prisa, como tampoco tengo esta cosa de, ¿cómo decirlo?, como del resultado, ¿no? Yo no sé a dónde va a parar una historia, nunca, de verdad no lo sé, vamos respirándola incluso ensayo a ensayo para dónde tiene que ir. Y entonces yo seguí con Luisa en mi cabeza, en mi corazón, seguí escribiendo para ella, y para mí no había otra actriz que ella. Y la vida me ha dado el regalo de decir, vale, ya has pasado todos los puentes que tenías que pasar, ahora, toca la llamada. Para proponerla. Luisa, ¿te acuerdas que te hablé yo de aquello? Pues mira, ha pasado todo este tiempo y aquí estoy otra vez yo llamando a tu puerta y el tesón ha hecho que de esa llamada también salga un sí de su boca. Y con todo el miedo que teníamos las dos de enfrentarnos a esto, nos hemos acompañado hasta en eso. No voy a decir yo quién es Luisa Gavasa para este país, no voy a decir yo la grandísima actriz que es, es una de las mejores actrices de este país y es grande, es grande en escena, es hipnótica verla, no lo digo yo, lo dice la crítica, lo dicen las más de miles de personas que se han levantado como un resorte a aplaudirla, toda la gente que la espera, la salida de los teatros para abrazarla, besarla, llorar con ella… Tengo el honor de que me haya dicho que sí y aquí estamos Luisa.
Carolina, ¿qué se siente cuando una de las grandes te dice que sí?
Responsabilidad, amor, compromiso, respeto.

Luisa, ¿con qué te emocionas dentro de la función? Igual que le preguntaba a Nita, a Rozalén, imagino que encarnar un personaje como Chavela, un referente que tenemos vivo en nuestra mente, en nuestra retina, pues no debe de ser nada fácil.
Con todo. No hay nada de ella que me deje indiferente. El viaje es tan intenso, son muchas facetas. Hay momentos donde la gente se ríe, que es muy grato darte cuenta de que la gente ríe. Hay otros momentos donde la gente notas la emoción porque el público es un animal, lo digo desde el respeto, en el sentido de que hay una animalidad entre el público y el actor donde estableces, es como el sexo, haces el amor con el público y lo notas y lo percibes. Sientes la respiración, la compasas, respiras con ellos y eso es hermosísimo. Y después hay momentos donde eres plenamente consciente de esa emoción que estás transmitiendo, de que están llorando como estás llorando tú. Y eso no hay dinero. Nadie puede pagar ese momento. Y aquí estoy dispuesta a vivir este milagro.
Luisa, decías en la rueda de prensa de presentación del espectáculo “no sé si este será mi último espectáculo en el teatro”, pero podría ser el mejor broche teatral en la carrera de Luisa Gavasa.
Desde luego. Será la pelona la que se me lleve de este oficio. Yo aspiro a ser como Lola Herrera, ¿no? Tener ahí ochenta y tantos, ochenta y muchos y seguir. Sí sé que volveré, si tengo salud porque tengo proyectos de cine, algunos muy hermosos. Pero a mí esta función, a día de hoy, quizá porque estoy tan metida, no veo otra cosa que me anime a volver a subirme a un escenario. Digo, después de Chavela, ¿qué vas a hacer? Pues nada, no sé. En fin, esto lo digo en este momento, vete tú a saber la vida lo que nos depara. Yo soy una mujer abierta a todo, no estoy cerrada para nada. Pero en este momento te diría que sí, que Chavela es como haber logrado algo que no esperaba a estas alturas de mi vida. Yo no esperaba volver al teatro. De hecho, me daba mucho miedo. Fíjate, tuve que volver a la sala de ensayos y oler el teatro, oler el escenario. Y entonces supe que yo pertenecía a eso. (se emociona) Y que el escenario me estaba esperando igual. Es como si una voz interna me dijera, pero tonta, tonta, tontita, ¿no ves que te estábamos esperando? Y ha sido muy hermoso este reencuentro, hermosísimo, y se lo debo a Carolina, por supuesto.

Carolina, ¿cómo invitarías al público, en general, a que viniera a ver esta maravillosa función y cómo ha sido bucear en el apasionante mundo de Chavela Vargas?
Yo siempre digo que el teatro es una comunión ceremonial, es una ceremonia donde nos juntamos a que nos cuenten una mentira hasta convertirla en verdad. Y para que esa verdad busque la nuestra dentro como un espejo. Venimos a vernos cuando vamos al teatro. Venimos a vernos a nosotros mismos. Y creo que Chavela, este montaje, tiene algo que está sucediendo y lo estamos comprobando, que se ha convertido en un viaje emocional, de repente sin pretenderlo. Esa es la palabra que no me salía antes. La pretensión. Uno no puede crear nada pretendiendo. Uno tiene que habitar la duda y la posibilidad, si acaso. Entonces, ahora, a medida que levantamos el telón, vamos encontrando certezas, pero no nosotros. Uno se reafirma en el afuera, en lo que le pasa al otro. Y lo que les está pasando es que se emocionan, que nos hablan, me recuerda a mi madre, es que he acompañado a morir a mi abuela, es que eso es lo que nos va a pasar a todos. Qué bonito, es un bonito regalo. Así que los invito a que vengan a verse en este espejo y a bucear en el adentro. Es una obra divertida también, llena de música y de magia, así que vengan.