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Año VIINúmero 352
19 MAYO 2024

Martí Paixà: «Volar y bailar por Peter Pan»

Martí Paixà en "Lady of the Camellias". Chr: John Neumeier
Bailarín principal del Stuttgart Ballet, el joven intérprete catalán triunfa en la reconocida compañía cuya clave radica en el repertorio de John Cranko.

Surcar los aires fue el anhelo infantil de Martí Paixà (Montbrió del Camp, 1995) y cuando descubrió a Peter Pan volando en una función de la Escuela Municipal de Danza y Música de su localidad natal, entró el ballet en su vida. Una beca le llevó a la escuela de John Cranko en Stuttgart donde se graduó en 2014 y accedió a la compañía como aprendiz. La fortuna se alió con él y pronto tuvo su primera gran oportunidad junto a la estrella retirada Alicia Amatriain. En apenas siete años, Paixà ascendió por la intrincada escala de rangos hasta convertirse en bailarín principal del Stuttgart Ballet en 2021. No oculta su deseo de bailar con el Stuttgart Ballet en España, mientras la crítica alaba su carisma y la amplitud de su expresividad dramática, acompañada de una técnica impecable.

¿En qué momento profesional se encuentra?
Estoy en un buen momento profesional porque me queda muchísimo por hacer, pero a la vez veo diferente la cosas que cuando acaba de entrar. Me tomo las cosas de otra forma, tengo los ojos más abiertos que antes y veo las cosas desde otras perspectivas.

¿Cuáles son sus metas en el mundo del ballet?
Cuando yo empecé, no tenía expectativas. Cuando decidí ser un bailarín profesional, nunca me pude imaginar acabar en la escuela de John Cranko o entrar en una compañía como el Stuttgart Ballet y menos aún llegar a ser principal. Ahora que soy principal, sí que tengo ciertas metas o sitios a los que me gustaría llegar, pero como todo hasta ahora ha fluido, me las guardo para mí, porque tengo la superstición de que si digo algo, igual no pasa.

Yendo al pasado, ¿cómo aparece la danza en su vida?
Es una historia bonita y un poco graciosa. Vengo de un pueblo muy pequeñito, Montbrió del Camp, donde hay una escuela de ballet que hace una representación de fin de curso. Fue a ver a mis amigos y ese año hacían Peter Pan. Uno de mis sueños era volar y cuando vi a Peter Pan volar y hacer magia, pues yo también quería hacerlo. Empecé a tomar clases con tres años y como si fuera a ser Peter Pan, y he crecido entre las cuatro paredes de un estudio de ballet. Cuando tenía 10 años, Concepción Borràs, mi profesora de Montbrió, me dijo que veía algo en mí, pero que tenía que ir a una escuela superior. A los 13 años entré en la Escuela Profesional de Tarragona y a los dieciséis participé en un concurso en Berlín, donde me ofrecieron una beca para la escuela de John Cranko en Stuttgart.

¿Por qué se decantó por el Stuttgart Ballet?
La misma profesora de Montbrió que me animó a dedicarme profesionalmente a la danza fue quien me enseñó un vídeo de “Onegin” con Marcia Haydée y me enamoré de esta compañía. Formarme en su escuela y cuando me ofrecieron un contrato fueron sueños cumplidos para mí. Sabía que me identificaba con el repertorio del Stuttgart Ballet.

Martí Paixà en «Sleeping Beauty». Chr: Marcia Haydée

¿Cómo definiría el estilo del Stuttgart Ballet?
Al Stuttgart Ballet lo identifica el estilo único que John Cranko dejó y los más de cuarenta que dejó. Cuando él vino aquí, hizo un cambio brutal en la compañía y tuvo mucho impacto no sólo en Alemania, sino a nivel mundial. John Cranko estaba muy avanzado para su época. Por ejemplo, “Onegin” es un clásico, pero tiene una fluidez de cosa moderna.

¿Cómo fue hacer su primera maleta hacia Stuttgart?
Lo único realmente difícil para mí fue despedirme de mis abuelos, porque tenía una relación muy estrecha con ellos y yo no sabía por cuánto tiempo me iba a ir o cuándo podría volver aunque fuera de vacaciones. Afortunadamente, después los volvía a ver muchas veces. Hablaba cero alemán y cero inglés, pero aunque no me pudiera comunicar con nadie al principio, nunca me sentí fuera de lugar. Venía de un país en el que cuesta un poco ser un hombre bailarín y al llegar a Alemania donde la danza está tan aceptada, no me costó nada adaptarme por mucho que al principio no hablara el idioma.

¿Cuándo fue consciente de que la danza iba a ser su modo de vida?
Cuando empecé a tener mi nómina, a pagarme mi comida, mi luz, mi agua, mi gas, mi alquiler, me di cuenta de que no sólo la danza es mi pasión y mi vocación, sino que es mi trabajo y lo que me da de comer. Cuando vine a Stuttgart, vine con pocas expectativas hacia mi persona, porque yo venía a aprender lo máximo posible y ya. Para mí siempre ha sido una bendición que me dieran un contrato aquí y lo bien que me ha ido.

¿Recuerda qué bailó en su debut profesional?
La primera vez que pisé el escenario como bailarín fue en mi último año en la escuela cuando empecé a participar en las producciones de la compañía. Bailé “Bolero” de Maurice Béjart y fue una pasada. Creo recordar que la protagonista en alguna de las actuaciones fue Alicia Amatriain. Ella siempre ha estado muy relacionada con mi carrera hasta que se bajó del escenario.

¿Cómo ha vivido su ascenso por la escala de rangos hasta convertirse en bailarín principal?
Mi primera gran oportunidad vino a los 3-4 meses de entrar como aprendiz en el Stuttgart Ballet. Por lesión del primer elenco y por otra serie de circunstancias, siendo Cuerpo de Baile me tocó hacer la première mundial de “The Soldier’s Tale” con Alicia. Así que mi debut y mi primera gran oportunidad fueron con Alicia. Desde ahí no han parado de darme oportunidades. Reid Anderson me ascendió de Cuerpo de Baile, a demisolista y a solista, esto último también con un ballet de Demis Volpi, “Krabat”. Finalmente, durante la pandemia, Tamas Detrich me ascendió a principal. Dicho así parece que ha sido rápido y un camino de rosas, pero no: hay muchísimo trabajo detrás, mucho sudor, lágrimas y esfuerzo.

¿Cómo se define como bailarín y qué tipo de roles se adecúan más a sus características?
Me defino como un bailarín Cranko. Disfruto o intento disfrutar de cada rol que me dan, pero donde me siento más satisfecho es con los ballets con historia, los ballets dramáticos o románticos.

¿Hay algún rol que le haya marcado especialmente?
Armand en “La Dama de las Camelias”. Marcó un antes y un después en mi carrera y en mi manera de actuar. Nunca había bailado un ballet dramático-romántico entero. En las tres horas que dura el ballet, Armand está en escena dos horas y 55 minutos. Me dio la oportunidad de desempolvar el carácter, porque a veces es muy difícil bailar un paso a dos y cuando vuelves a escena han pasado diez años en la historia y tienes que enseñárselo al público. Tienes que saber actuar y saber transmitir, porque no sólo estás bailando sino que estás contando una historia.

Martí Paixà en «Seventh Symphony». Chr: Uwe Scholz

¿Y algún papel que le gustaría interpretar?
Un papel que me gustaría hacer desde hace muchísimos años es Albrecht en “Giselle”.

¿Qué tiene de especial que un coreógrafo cree una obra para uno?
Que creen algo contigo te da la libertad de ser tú mismo en el escenario. El coreógrafo hace lo que él quiere, pero adaptado a ti y a tus capacidades. Creo que nunca te puedes sentir tan bien como cuando un ballet está creado para ti, pero al mismo tiempo me encanta hacer los ballets que ya están creados. Son dos cosas opuestas, pero no podría elegir una por encima de la otra.

¿Qué importancia tiene la relación con el partenaire para bailar?
En los ballets de Cranko, tú puedes bailar los pasos que él creó, los pasos a dos técnicamente perfectos, pero si no tienes una conexión especial con tu pareja de baile, no los vas a saber transmitir y es muy importante. Aprendí de Alicia que hay algo más que pasos. Cuando bailas un ballet de Cranko, no sólo estás interpretando un ballet, estás interpretando una historia y tienes que tener muy buena conexión con tu pareja. Me gusta muchísimo cambiar de partenaire para poder aprender de ellos y crear nuevos vínculos.

Ha hablado varias veces de ella en esta conversación, ¿qué supone Alicia Amatriain para usted?
Alicia fue un referente para mí en muchos sentidos. Aparte de que fue la que casi me enseñó paso a dos, porque en la escuela no había hecho mucho paso a dos, ella descubrió mi talento como partenaire. Trabajé muchísimo con ella y me marcó.

Por último, ¿qué es la danza para usted?
No sé cómo contestar. He crecido con la danza, sigo en el mundo de la danza, es casi todo y no puedo decir que sea todo, porque no es bueno que sea todo en tu vida. La danza es parte de mí, parte de mi ADN, parte esencial y crucial de mi vida, y soy quién soy por la danza.

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