En los años setenta nace un teatro que cambiaría la concepción de la creación escénica: el Teatro Documento. Muchos postulados posteriores quedaban bañados por esta forma de entender el hecho teatral. El Teatro Documento se alzaba como una manera de poner al espectador frente a su realidad, presente o pasada, para que reflexionara sobre su hoy y su mañana. Moríos, Altsasu o Proyecto ’36 ’39 tienen sin duda algo de esta forma de hacer teatro, conscientes o no. Las líneas entre el teatro documento, el teatro testimonial o el verbatim comienzan a desdibujarse. Pero si algo tienen en común los tres montajes, más allá de que partan de hechos reales o acontecimientos conocidos por todos, es el deseo de agitar y desafiar al público. Despertar preguntas en espectadoras y espectadores para generar un espacio de diálogo, asamblea y también de empatía o entendimiento desde el teatro...