Tarambana Teatro, compañía residente y gestora de la Sala Tarambana, nos presenta a Amparo (Nerea Moreno) y Federico (David Fernández “Fabu”), una pareja en crisis que, sin ser conscientes de su situación, decide organizar una comida con compañeros de trabajo. Lo que comienza como un encuentro casual para presentar un proyecto empresarial se convierte en un festín de giros inesperados. Amparo es ascendida y tras separarse de Federico, que es incapaz de aceptar la situación, le despide. La paella, por tanto, se convierte en el catalizador de cambios significativos en sus vidas.
Antes de entrar en valoraciones profundas, estamos ante una propuesta teatral única y cautivadora. Su enfoque ingenioso, inteligente y maduro distingue esta representación de cualquier otro proyecto en la basta cartelera teatral actual. Estos adjetivos son atribuibles, en primera instancia, a David Fernández “Fabu”. Este dramaturgo y director madrileño va introduciendo con maestría una diversidad de temas que abarcan desde la igualdad de género y conflictos personales hasta cuestiones laborales y culturales. De manera hábil, estos asuntos se entrelazan con la preparación de la paella, creando una experiencia teatral donde cada ingrediente del plato no solo es parte de la receta culinaria, sino también de la compleja trama que se desenvuelve. La destreza con la que se arrojan tanto los ingredientes de la paella como los elementos narrativos revela una maestría narrativa que captura la atención del público, manteniéndolos inmersos en una historia que va más allá de la cocina y se adentra en las complejidades de la existencia humana.
Paella no solo es un caleidoscopio de temas sociales y personales, también es un elogio al teatro en sí mismo. El libreto de David Fernández «Fabu» adopta con astucia elementos del teatro del absurdo, sumerge al público en una realidad surrealista donde la comedia y el drama se entrelazan de manera magistral y acaba con la sucesión cronológica de los hechos. Con un carácter metateatral, la obra rompe la cuarta pared, permitiendo que actor y actriz entren y salgan de sus propios personajes, desdibujando las líneas entre la realidad y la ficción. Este homenaje al oficio se manifiesta como un acto de valentía creativa, desafía las convenciones y, mediante el subtexto, lleva al espectador a una experiencia reflexiva sobre la naturaleza misma del arte escénico en un viaje teatral inmersivo y provocador. Mientras visionaba la representación quería encontrar en todo momento el trasfondo; sin embargo, y emulando el lema de campaña de Bill Clinton, la solución estaba en el título: “Es la paella, estúpido”.
Bajo la experta dirección de Víctor Velasco, licenciado en Arte Dramático por la Resad de Madrid, Paella se transforma en una experiencia teatral rica y dinámica. Con su formación en Dirección de Escena y Dramaturgia, ahonda en el libreto, cristaliza su significado y profundiza en la categoría teatral del subtexto de manera magistral. Su enfoque meticuloso se traduce en ejercicios de interpretación fundamentales, como la recreación minuciosa de los hechos, la figura del aparte, la peluca como elemento de ocultación del rostro y la representación de escenas paralelas a ambos lados del escenario de caja negra, muy utilizado en el teatro de corte experimental. Además, cumple uno de sus postulados: aprovechar aquellas herramientas que ofrece la teatralidad y exprimirlas al máximo a través del juego escénico. Esta elección resalta la capacidad del director para explorar y expandir los límites del espacio teatral y agrega una capa de complejidad a la narrativa, permitiendo a la audiencia sumergirse en múltiples perspectivas simultáneas.
Otra de las directrices de Velasco –Las horas contadas y La corrupción al alcance de todos (2014), Furiosa escandinava (2017), Un idioma propio (2018)– es apostar, con gran inteligencia visto el resultado, por un teatro físico. Según la visión del maestro Richard MacDonald, se materializa en una intrigante fusión de agilidad, sutilidad y humor. El reparto se transforma en hábiles bailarines, renunciando a sus identidades en una profunda performance diseñada por Amaya Galeote. Los actores, a su vez, se despojan de la identidad de sus personajes para adoptar el rol de humanos, llevando esta disociación a otro nivel. Este enfoque, que utiliza movimientos corporales como medio de expresión, añade profundidad a la representación y ofrece una comunicación no verbal poderosa. Gestos, posturas y movimientos se convierten en herramientas esenciales para transmitir emociones, enriqueciendo así la experiencia teatral y estableciendo una conexión única entre los personajes y el público.
La ejecución magistral de la intrincada trama es un testimonio del excepcional talento de la pareja de reparto. Superar un desafío de esta magnitud requiere un nivel sobresaliente de habilidad actoral, y David Fernández y Nerea Moreno no solo cumplen con creces, sino que trascienden las expectativas. Su maestría en la combinación de comedia y drama los posiciona como la elección perfecta para el registro propuesto por la dirección.
Con habilidad excepcional, Fabu –Policías y Ladrones (2018), Tragedia de la perra vida (2019), La casa de los espíritus (2021)– da vida a las complejidades de un personaje machista que busca una supuesta protección de su esposa, tejiendo capas de paternalismo, arrogancia y vulnerabilidad con maestría. Su capacidad para transmitir la toxicidad del personaje mientras también destaca su fragilidad es encomiable. Sin embargo, el momento culminante de su actuación se revela cuando el personaje colapsa y entra en un estado psicótico, demostrando su destreza actoral. Por su parte, Nerea Moreno –Mi película italiana (2019), ABC o la estúpida deconstrucción (2020), La Malcasada (2022)– infunde vida a una mujer que, a pesar de su fuerza, enfrenta desafíos y contradicciones. Su interpretación cautivadora destaca la complejidad del personaje, teje una narrativa emocional rica en matices y, con el dominio de la pantomima, agrega una dimensión visual única a la representación; permitiéndole comunicar de manera elocuente sin palabras, capturando la atención del público y reforzando la profundidad de su actuación.
La música original de Momo Cortés y los arreglos musicales de Diego Miranda desempeñan un papel fundamental en la experiencia teatral. Su colaboración proporciona una banda sonora que complementa la trama y enriquece las emociones y matices de la obra. Por otro lado, el excelente diseño de iluminación a cargo de Lola Barroso y la escenografía y vestuario simple y funcional creados por Laura Ordás son elementos esenciales. No solo facilitan el movimiento fluido sobre el escenario, también contribuyen a la estética general de la obra, creando un ambiente visualmente atractivo que complementa de manera armoniosa la narrativa teatral.
En el banquete teatral de Paella, donde los ingredientes de comedia, drama y teatro físico se mezclan con maestría, cada actor es un chef de emociones, cada gesto y nota musical condimentan la trama, y la escena se sirve en un escenario tan ingenioso como la receta misma. Una experiencia que deja un sabor inolvidable en el paladar teatral
Dramaturgo: David Fernández “Fabu”
Dirección: Victor Velasco
Reparto: David Fernández “Fabu” y Nerea Moreno
Escenografía y vestuario: Laura Ordás
Ayudante de escenografía y vestuario: María Jiménez
Diseño de iluminación: Lola Barroso
Coreografía: Amaya Galeote
Música original: Momo Cortés
Arreglos musicales: Diego Miranda
Coordinación técnica: Sara Esquivel
Técnicos: Mario Cintas y Aleks Yordanov
Diseño gráfico: Tizedit S.L
Prensa: Lemon Press
Administración: Quique Bonacho
Preproducción: Amanda R. García
Producción: Nacho Bonacho, Sergio María y Javier Zurita
Distribución: Luís Fas
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