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Año VIIINúmero 362
27 JULIO 2024

Víctor Palmero: “Un niño con mucha ilusión”

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Víctor Palmero en una imagen promocional de la obra "Un buen colchón"
Víctor Palmero en una imagen promocional de la obra "Un buen colchón"
Víctor Palmero es uno de los rostros más conocidos actualmente de la televisión. Su participación en una de las series de mayor éxito de nuestro país le ha valido este reconocimiento. Alba María Recio es el tierno y peculiar personaje que Víctor ha interpretado en la ficción, con lo que conlleva dar vida a una transexual y no ser objeto de críticas.

Ha estudiado “Guion” en la Escuela de escritores de Madrid desarrollando varios guiones de cortometrajes como Tiritas: o tu vida anterior (I Premio a Mejor Cortometraje de Guion 2019 de la en Universidad de La Laguna deTenerife). Sus últimos trabajos, y más reconocidos sobre las tablas, han sido The Hole X, Johnny Chico, su primer monólogo teatral definido como una oda “fuckgender”, basado en la obra Go by night del autor australiano Stephen House, traducido por él mismo y dirigido por el que fuera su mentor en teatro, el dramaturgo, actor y director valenciano Eduard Costa; El monstruo White Roses y Un buen colchón son sus últimas apuestas antes de pasar por el mundo de los cortometrajes y otros proyectos de los que aún no puede hablar.

¿Qué cuenta la función que habéis presentado, Un buen colchón?
Un buen colchón es principalmente la historia de Bárbara y Andrés, que son una pareja de treintañeros, que como muchas parejas de treintañeros han tenido que hacer esa transición de los 20 a los 30, viviendo en pisos precarios, caros, compartiendo alquiler y que por fin consiguen mudarse para vivir juntos a los 30. En su primera noche viviendo juntos descubren la noticia de que un futbolista se ha comprado un colchón de 45.000 euros, que le ha cambiado la vida. No solo un futbolista sino varios cantantes, gente famosa, influencers, y esto, sobre todo a él, a Andrés, le trastoca un poco la cabeza y le crea la necesidad de tener ese colchón, logrando incluso creársela a ella. Y entre todo esto además está Carlos Chamarro, que es como un narrador, un demiurgo, que además hace una cosa muy guay, es como un narrador multi personaje que se divide en otros personajes. Entre los tres vamos a vivir la historia de las estratagemas que van a tener que inventarse esta pareja para conseguir hacerse con el objeto de deseo.

Víctor, ¿en qué momento está?
Pues yo creo que estoy en un buen momento profesional, la verdad. Acabé hace poquito en los Teatros Luchana con El monstruo White Roses. Llevo un par de meses con eso y además entre semana de lunes a viernes ensayando Un buen colchón. Y además con proyectos futuros a la vista. Algunos que aún no puedo contar, pero dentro de poco creo que sí. Y por otro lado estoy a punto de… de embarcarme en un proyecto audiovisual de un cortometraje que me hace mucha ilusión, que se llama La Plaga, de la directora catalana Gemma Capdevila, que es un código dramático que en audiovisual últimamente no se me ha visto tanto trabajar este código y al final pues seguimos con Johnny Chico, que cumplió 100 funciones el año pasado en el Teatro Español. No me puedo quejar, la verdad, no me puedo quejar porque vivo de lo mío y eso… siempre ha sido un sueño y ya es decir mucho. Me parece muy importante y muy de poner en valor que los compañeros de la Unión de Actores me nominaron por mi trabajo en El monstruo de White Roses a Mejor Actor Secundario, que la gala además es el 11 de marzo y sabremos… para quién es el premio al final.

¿Qué le aporta el contacto directo con el público?
Cuando era muy joven me empecé a enamorar de la profesión de actor porque me enamoraba ver pelis, ver series en las que pasaban cosas mucho más emocionantes que las que yo vivía en mi día a día. Al final, yo soy de un pueblo de Castellón que se llama Onda y no hay tanto acceso a cultura. Incluso, pues, si lo que quieres es ser actor no hay acceso a castings o a tantos proyectos. Entonces, yo tenía como muchas inquietudes artísticas y lo más cercano y lo primero que pude… probar como actor fue el teatro, en la Escuela Municipal de Teatro de mi pueblo. Y de hecho, Eduard Costa y Coque Serrano, que son director y productor de Jhonny Chico, eran mis profesores de teatro en esa escuela a la que estuve yendo cuatro años. Y claro, yo recuerdo que más allá de las vivencias que… que uno puede tener un pueblo, que son muchas, es verdad que para mí mi día de escape, mi lugar diferente, el lugar en el que me sentía especial, en el que me divertía, era en el Teatro Mónaco de allí, de mi pueblo. Y entonces ya desde el principio me enamoré de las tablas, me enamoré de trabajar en teatro y fue un lugar en el que me sentía “casa”. Y 20 años después sigo sintiéndome en casa en ese lugar. En el teatro hay algo que a mí me parece mágico, de ese directo, de eso que decías, de esa conexión con el público por un segundo, creo que tanto como espectador como persona que está sobre las tablas hay un punto de una especie de escape room emocional dependiendo del género que estés interpretando o que estés viendo, el escape room va a ir hacia un lado o hacia otro, pero siempre me siento muy cómodo y me parece muy divertido poder trabajar en el escenario y sentir… cómo llevas por algún camino a la gente que te está viendo. Y de hecho, tanto con Johnny Chico como con El monstruo de White Roses, ese escape room emocional tenía mucho de drama, mucho de oscuridad, de temas más espinosos, como son la prostitución, los secuestros… Después de toda esa vorágine, la verdad que me latía mucho una comedia y apareció Un buen colchón, también de la mano de un profesor de arte dramático, de Gabi Ochoa. Y hijo, sabiendo quienes participan, tanto Israel Sola como director, como mis compañeros de función, Becky y Carlos, pues me apetecía muchísimo. Y el teatro siempre es casa y siempre siento que lo va a ser.

Víctor Palmero en una imagen promocional de la obra «Un buen colchón»

¿Cuál es el personaje que no llega y que le gustaría interpretar?
Pues es que no sabría decirte, supongo que… No sabría decirte, o sea, quiero decir, sabría decirte personajes que he visto y que me apasionan. Yo que sé, me flipa por ejemplo el trabajo de Iwan McGregor en Big Fish, que es una de mis películas preferidas. Me gustaría trabajar en este tipo de películas que de repente mezclan ficción con fantasía, que te permiten a nivel actoral trabajar cosas distintas. Pero también es cierto que, por ejemplo, aunque hace un ratito te hablaba de La Plaga como cortometraje. Hace mucho tiempo que no trabajo en audiovisual el drama. Mi camino, desde que maté a Fer en Física o química, allá por 2011, que ya ha llovido, se ha enfocado mucho hacia la comedia y una parte de mí tiene ganas de trabajar con dramas más realistas. Pero a la vez, si lo vemos a nivel teatral, es lo que últimamente he vivido y sin embargo el cuerpo me… Cuando me proponen esta comedia me sigue diciendo sí y me siento muy cómodo en el código de comedia y me divierto mucho. Así que creo que el papel que espero es cualquier papel que tenga una trama interesante, que capte mi atención, y que estoy seguro de que de un momento a otro aparecerá ese papel en la bandeja de entrada del mail. Y me encantará estar con vosotros y contároslo.

¿No se ve en ningún clásico?
Me haría mucha ilusión. Es algo que no ha ocurrido hasta ahora, pero sí, ¿por qué no?

¿Es algo que en algún momento se ha planteado?
He trabajado, trabajé mucho en arte dramático y en la escuela de interpretación clásicos, he trabajado Romeo y Julieta, Hamlet, me flipa Lorca, pero es verdad que no ha sido como un planteamiento, no ha sido un capricho, es algo que sí me gustaría trabajar, pero que no me he planteado antes.

Algo más personal, ¿la vida se ha portado bien con usted?
La vida se ha portado bien conmigo. Aquí y ahora sí, es decir, creo que tengo un recorrido muy bonito, que evidentemente como la vida de cualquiera hay. No hay nada más importante que estar aquí, en el ahora. Agradezco a la vida que aquí, ahora, en este momento, estamos bien, y para qué vamos a preocuparnos en cosas pasadas o en cosas que están por venir. Así que aquí y ahora sí, la vida se ha portado bien conmigo.

Víctor Palmero en una imagen promocional de la obra «Un buen colchón»

¿Algún recuerdo de la niñez que se le venga a la cabeza?
Los carnavales del colegio que nos dejaban salir a bailar, hacer playbacks y me divertía mucho. Mi madre pasándome el texto de mis primeros castings en la habitación que compartía con mi hermano. Un niño con mucha ilusión.

Con una infancia feliz…
Sí, al final lo que queda supongo que es lo bonito. No era fácil esta parte que te contaba un poco de vivir en un pueblo en los 90 teniendo quizá aficiones distintas a las de los chavales que me rodeaban. Había algo ahí complicado, pero es que no me puedo quejar. Al final creo que por mucho que me señalaran, que me dijeran que tenía pájaros en la cabeza, cosas así, poniendo la vista atrás, estoy muy orgulloso de ese niño que, pues que a día de hoy sigue dejando volar esos pájaros.

Víctor, ¿recuerda cuándo abrió esa jaula y dejó volar esos pájaros?
Yo creo que fui en ese sentido un poco rebelde en mi adolescencia, que de alguna manera me fui a vivir fuera con 17 años, me apetecía… conocer mundo y creo que quizá ahí fue cuando un poco, pues eso, empezando a visitar Madrid, a hacer mis primeros castings, a vivir en Valencia para estudiar arte dramático, creo que esa parte de mí se sintió un poco más libre, volando un poco por otros cielos, descubriendo sitios distintos.

Y ahora que ha viajado, que ha volado, que ha visto sitios distintos, ¿qué echa de menos de su casa?
Mi familia. De alguna manera intento siempre buscar huecos para poder estar, para poder ayudar. Incluso si no los hay, me los creo esos huecos si me hace falta. Y es cierto que han sido unos meses un poco complejos, gestionando mucho curro a la vez. Es verdad que he tenido pocos huecos de tiempo para poder estar con los míos, pero mira, este fin de semana me voy para allá, tengo muchísimas ganas. Y pues los amigos que quedan, ¿no?

Por último, ¿qué le pide a su profesión?
Que me quiera tanto como la quiero yo a ella.

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