La última producción del Ballet Nacional de España se subirá a las tablas del Teatro de la Zarzuela de Madrid el próximo 10 de julio, y se podrá ver hasta el día 20 del mismo mes. Según Roberto Fratini Serafide, la mirada de Ruven Afanador no es documental: no entrega a la historia un archivo de eventos, estilos, personalidades. Tampoco es monumental: no apunta a restituir una imagen glamurosa y fotogénica de su objeto. La mirada de Afanador es deseosa: deforma su objeto, y se deja deformar por él. El objeto del deseo – Buñuel y el surrealismo lo habían intuido – es oscuro por definición. Desear nos hace ignorantes, inexpertos, incompetentes, porque desear es fijarse en lo que huye, enfocar una desaparición. El deseo compone su objeto, y a veces lo inventa, con tal de seguir observándolo. Y así produce otro conocimiento, subjetivo, infalible y revelador. El objeto se delata ante los ojos y los delata. Acercándose desde el deseo al multiverso del folclore andaluz, Afanador lo obliga a revelarse, y se revela. Como si soñara con él, deja aflorar los lapsus, los delirios, el subconsciente del flamenco, sus pulsiones de eros y muerte, sus verdades no documentables. Lo devana en mil amplificaciones, como un mundo grotesco y suntuoso, un cuerpo impensable de sombra y de luz. Mientras mira al abismo del flamenco, se deja mirar por él [...] No hay fotografía que no esté suspendida a un suspiro, o a mil y un besos, del fuego que quema la imagen...