El compositor César Camarero, Premio Nacional de Música 2006, ha creado Es lo contrario, una pieza sobre los cambios sensoriales y las nuevas percepciones
Una experiencia sensitiva de teatro musical envuelta en la oscuridad de un antifaz
Así, privados de la vista, la percepción del espacio y del oído se agudizan. Con Los ciegos de Maurice Maeterlinck como base, César Camarero y el acompañamiento musical del Zahir Ensemble brindan al público la experiencia inédita de descubrir dónde alcanza nuestra percepción. En el espectáculo, coproducción de los Teatros del Canal con el Teatro de la Maestranza de Sevilla, todos los personajes estarán interpretado por actores ciegos.
Tal y como explica el autor, este proyecto nace del encuentro de tres inquietudes: la filosófica, la social y la artística: «Por un lado, surge de mi interés por la filosofía de la percepción, por el pensamiento de Schopenhauer y Wittgenstein, o Merleau-Ponty, o los puntos de vista de Oliver Sacks, entre otros, y como una reflexión acerca de la función de los sentidos y la sugerencia de otros ámbitos de percepción.» Una obra que, por la peculiaridad de su puesta en escena sucede, como veremos, en buena medida en la imaginación de cada uno de los espectadores.
Por otro, la inquietud social está presente como ámbito de experimentación sensorial, en la medida en que el público es invitado a la experiencia de asistir a un espectáculo de estas características. Pues Es lo contrario transcurre, durante 60 minutos, en una oscuridad absoluta. Con los ojos cubiertos con un antifaz, el público escuchará la música y el texto teatral (la trama) en las mismas circunstancias que una persona invidente. Así se le brinda la oportunidad de percibir la realidad, hasta cierto punto como la percibe este colectivo, aunque sólo sea durante una hora.
Por último, tanto la reflexión filosófica como la inquietud social se funden con el hecho propiamente artístico: la experiencia sensible, intransferible, que conmociona nuestra sensibilidad.
Todos estos aspectos son igualmente importantes; ante todo, es esencial su fusión e integración en una obra compacta y, al mismo tiempo, poliédrica. Una obra que, por la peculiaridad de su puesta en escena sucede, como veremos, en buena medida en la imaginación de cada uno de los espectadores.»