Es verdad que era un género underground y clandestino, pero en los años 20, el music hall vivía un momento de esplendor, y tenía su encanto: entre lentejuelas y plumas, apostaba por lo interdisciplinar, rompía con la moral tradicional y reflejaba las transformaciones sociales. Pero, tras los focos, las profesionales anónimas del teatro de variedades coleccionaban sueños rotos. En la noche de Barcelona, a muchas de ellas se las veía por la Avenida del Paralelo, epicentro de bastantes salas de fiestas.