"Nos encontramos ante una búsqueda en torno al deseo que parte de la intuición de que su origen y sentido está relacionado con un estado al que solo podemos acceder a través del cuerpo. Los cuidados, la represión, la ternura, la violencia; una relación carnal desde la que afloran imágenes capaces de restituir un pasado que no llegamos a comprender. Al intentar hacerlo, tanto su forma más carnal como la más trascendental se revelan como dos caras de una misma moneda. Y es que, dulce y amargo, plenitud y falta, desear nos recuerda la vulnerabilidad de la condición humana". Con estas palabras se acerca Rocío Molina a su último espectáculo, Carnación, que se estrena en España en el marco de la Bienal de Flamenco de Sevilla el próximo 30 de septiembre. El estreno mundial de la pieza tuvo lugar en la Bienal de Danza de Venecia el pasado mes de julio, donde la coreógrafa malagueña se alzó con el León de Plata, un galardón que reconoce "un lenguaje artístico propio" a cargo de "una joven radical del flamenco internacional" que está "recreando la tradición desde una aguda perspectiva contemporánea".