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Año VIIINúmero 373
07 OCTUBRE 2024

Compañías y teatros públicos y privados reclaman una rebaja del IVA tras perder más de 400 millones de euros por la pandemia

Imagen de la presentación del estudio ayer en el Ministerio de Cultura
Imagen de la presentación del estudio ayer en el Ministerio de Cultura
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El sector de las artes escénicas perdió más de 400 millones de euros por la pandemia, según cifra el estudio Impacto del COVID-19 en exhibidores, compañías y productoras escénicas, encargado por la Federación Estatal de Asociaciones de Empresas de Teatro y Danza (FAETEDA) y La Red Española de Teatros, Auditorios, Festivales y Circuitos de titularidad pública con el objetivo de cuantificar, evaluar y entender las consecuencias directas y a corto plazo que las restricciones han provocado en este ámbito. Las dos entidades coinciden en reclamar una mayor inversión pública en forma de rebaja del IVA o de ayudas directas para uno de los sectores culturales que, por su naturaleza, más ha sufrido en los tres últimos años. Además, los teatros públicos demandan la eliminación de las trabas burocráticas que jalonan su labor a través de una modificación de la Ley de Contratos del Sector Público, mientras que las compañías y productoras exigen completar el desarrollo del Estatuto del Artista para poder llevar a cabo su trabajo con mayores garantías laborales. 

El estudio encargado por la Federación Estatal de Asociaciones de Empresas de Teatro y Danza (FAETEDA) y La Red Española de Teatros, Auditorios, Festivales y Circuitos de titularidad pública cifra en 16 millones las entradas que dejaron de venderse entre 2020 y 2021
La investigación sitúa a las administraciones autonómicas como el principal sostén de un sector dañado por las restricciones derivadas del COVID-19 y en el que una de cada cuatro empresas ha tenido que reducir su plantilla. Los recintos que más impacto sufrieron fueron los situados en las grandes ciudades, con una reducción de ingresos del 66% en 2020 y del 46% en 2021

El estudio, elaborado por la consultora Teknecultura con el respaldo del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), analiza las cifras correspondientes a los años 2020 y 2021, cuando, fruto de la implantación del estado de alarma, se limitaron las interacciones sociales con el consiguiente perjuicio para el mundo de las artes en vivo, que dejaron de facturar, respecto a 2019, 249 millones de euros en 2020 (un 64% menos) y 166 millones en 2021 (un 44% menos). Estas caídas derivan, en su mayoría, de la disminución de las entradas vendidas, que se redujeron en 10,3 millones (un 59% menos) durante el primer año de pandemia y en 6,3 millones (un 36% menos) a lo largo del segundo. Además, un tercio de los recintos vieron reducidos los ingresos de otras fuentes habituales, entre las que destaca la rebaja de las aportaciones de las administraciones, en el caso de los escenarios públicos, pese a que se habilitaron líneas de ayuda por parte de todas las administraciones, sobre todo los gobiernos autonómicos. El mismo porcentaje se dio entre las compañías y productoras, que vieron mermados tanto los fondos que recibían de distintas instituciones como los ingresos por patrocinios.

A pesar de todos los condicionantes, el público respondió en 2020 a los esfuerzos de adaptación del sector, según señala el informe. Las salas registraron una ocupación media ligeramente superior a la de 2019, siempre teniendo en cuenta las limitaciones en los aforos. Sin embargo, en 2021, este mismo dato se redujo en cuatro puntos respecto a 2020, de tal modo que quedó por debajo de la ocupación de 2019. Un 64% de los recintos sufrió una reducción notable de la audiencia una vez suspendidas las restricciones de aforo a finales de 2021, situación producida por el miedo al contagio, las limitaciones de movilidad y una peor experiencia en general, según reza el informe.

La pandemia también provocó cambios en algunos perfiles y patrones de consumo del público, como una menor anticipación en la compra de entradas, fruto de los cambios en la normativa vigente, como el toque de queda, o la reducción de la media de edad entre los asistentes al ser la población mayor la más vulnerable al COVID-19. Desde la óptica de su ubicación, los recintos que más impacto sufrieron fueron los situados en las grandes ciudades, con una reducción de ingresos del 66% en 2020 y del 46% en 2021, seguidos de los emplazados en áreas no urbanas, a los que la pandemia afectó, sobre todo, en 2020.

 

Menos butacas y menos novedades

En cuanto a la afluencia de público, en 2020, con motivo del confinamiento total entre marzo y junio, el sector redujo a la mitad su actividad, lo que desembocó en que funciones canceladas se reprogramasen, sobre todo, durante la segunda mitad del año y a lo largo de 2021. Esta situación desbancó a las nuevas producciones. En consecuencia, el 52% de los recintos disminuyó la programación de nuevas propuestas para dar cabida a esos espectáculos. En 2021, entre nuevos espectáculos y reprogramaciones, el conjunto recuperó prácticamente el volumen de funciones de 2019. El impacto en la oferta de butacas disponibles fue aún más elevado debido a las prolongadas restricciones en los aforos, con mermas del 61% en 2020 y del 35% en 2021.

Teatros públicos y privados realizaron notables esfuerzos a lo largo de los dos años analizados. En los teatros públicos, destaca su atención al sector y la rapidez en su reapertura, pese a la obtención de peores cifras económicas y de público, así como un incremento de las funciones programadas en 2021, de tal modo que se incluyesen muchas canceladas por la pandemia. En los teatros privados, los esfuerzos se centraron en la reprogramación y el ajuste en los precios de las entradas.

Los recintos más afectados por la pandemia fueron los de mayores dimensiones. Tanto en 2020 como en 2021, redujeron su actividad y oferta en mayor proporción que las salas de menor aforo, debido al mayor impacto de las restricciones sobre su capacidad máxima y a una exigencia más elevada para hacer sostenible la actividad. Por su lado, las compañías se vieron forzadas a reducir el número de pases en un 66% en 2020 y en un 29% en 2021, respecto de los datos de 2019. También, en este caso, las más afectadas fueron las de mayores dimensiones, especialmente en 2021, con un 36% menos de bolos. La pandemia también modificó la dinámica de producción de nuevos espectáculos: en 2020, casi siete de cada diez compañías (un 67%) tuvieron que interrumpir sus procesos de creación, mientras que, en 2021, todavía se encontraban en esta situación cuatro de cada diez (un 43%).

 

Reducciones de plantilla

A semejanza de otros sectores, el estudio constata que el tejido laboral privado resistió, en gran medida, gracias a los ERTE, aunque estas medidas no han impedido que una de cada cuatro compañías haya tenido que reducir su plantilla en 2020, porcentaje que incluso se ha elevado en 2021. Una de cada tres llevó a cabo algún ERTE en 2020, porcentaje que se duplicó en el caso de las de mayores dimensiones. A diferencia de los recintos, estos porcentajes se mantuvieron elevados en 2021.

Las reducciones de jornada asociadas a los ERTE también fueron de máximos entre el sector privado. Los recintos privados que aplicaron alguna regulación temporal de empleo redujeron en un 72% de media sus jornadas laborales durante el cierre obligatorio, porcentaje que se incrementó hasta el 96% entre las compañías.

 

Escasa implantación digital

A diferencia de otros sectores, donde el teletrabajo se ha instaurado con relativo éxito, las artes escénicas no parecen proclives a la implantación de contenidos digitales. Según concluye el estudio, los proyectos de difusión de contenidos digitales iniciados durante la pandemia parecen contar con pocas expectativas de consolidarse en la mayor parte de los casos. Prácticamente, la mitad los recintos y compañías manifiestan sus dudas respecto a la idoneidad del formato digital para la actividad escénica. Como segunda y tercera barrera para llevar a cabo el proyecto, expresan su reticencia sobre el impacto real que podría tener entre su audiencia, así como dificultades para su sostenibilidad económica a medio y largo plazo. El informe señala que harían falta más recursos económicos, evidencias de una audiencia suficiente, capacitación interna y mayores alianzas en el ámbito tecnológico y artístico para poder avanzar, algo que solo es un objetivo a corto o medio plazo para el 40% de los que lo han intentado.

Algo similar sucede con la promoción digital. En la mayor parte de los casos, no se han introducido cambios estratégicos en las organizaciones con intención de mantenerlos una vez superada la pandemia. Solo un 32% de los recintos y un 37% de las compañías afirma que mantendrán los cambios a largo plazo. Entre los espacios que introducen cambios, destacan aquellos que ponen el foco en las audiencias a través del márquetin digital, la orientación a usuario y uso de macrodatos, y, entre las compañías/productoras, destaca también el incremento de actividad de márquetin digital, modificaciones en la propuesta artística general, así como la introducción de cambios en sus procesos de producción.

Pocas organizaciones plantean estas variaciones en un marco estratégico de transformación digital. Solo una de cada cuatro empresas, ya sean públicas o privadas, cuentan con un plan de transformación digital, y, las que lo tienen, se encuentran, en su práctica totalidad, en fase de diseño, con la vista puesta en la reformulación de la web y la publicidad adaptada a este medio, la producción de contenidos digitales y la adquisición de equipamiento técnico.

 

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