Tomando como punto de partida La llama doble, de Octavio Paz, la obra recopila los poemas, ensayos y cartas del círculo próximo del autor mexicano, con dramaturgia de Jorge Volpi y puesta en escena de Rosario Ruiz Rodgers
La nueva producción propia del Teatro de La Abadía, Los amores feroces (juego escénico para cuatro amantes), se estrena el próximo 18 de septiembre y cuenta con un reparto compuesto por Leonardo Ortizgris, Lucía Quintana, Isabel Pamo y Germán Torres, para hablar del amor, el erotismo y la sexualidad; en las diferentes etapas de la vida
«Hoy vamos a hablar de teatro, poesía y cultura con Los amores feroces, una obra que es muy importante para nosotros y nosotras», ha afirmado el director artístico de la casa. «En días como estos, uno recuerda con frecuencia esa frase que dijo haber descubierto por azar el judío sefardí Elias Canetti: ‘Si de verdad fuera escritor podría impedir la guerra‘. Esta frase expresa, más que la vanidad del artista, el sentido de la responsabilidad de que «el artista debería escribir con la ambición de impedir la guerra». En este sentido, apuntaba: «Nos importa la poesía. Buscamos poesía en cada una de nuestras acciones y en cada una de nuestras intervenciones y en Los amores feroces está la poesía y el pensamiento poético de Octavio Paz, que amó de forma feroz y fue amado ferozmente; y también nos importa la palabra de América Latina, que nos hace acoger con entusiasmo esta propuesta», ha concluido.
Por su parte, el dramaturgo Jorge Volpi ha destacado que «Rosario llevaba muchos años queriendo transformar la poesía de Octavio Paz en un espectáculo y al releer esa poesía amorosa del escritor, la única manera de entenderla no solo ha sido a través de sus poemas, sino también por la teoría amorosa que Paz recoge en su ensayo La llama doble. Ahora, para entender también su poesía, era necesario contar las tres historias del escritor en sus diferentes edades: el amor apasionado y juvenil con Elena Garro, el experto y seguro en la madurez con el agitado amor con Bona Tibertelli y el amor sosegado al final de su vida con María-José Tramini».
Rosario Ruiz Rodgers, perteneciente al equipo del teatro desde su fundación, vuelve a dirigir un proyecto escénico en La Abadía coincidiendo con la celebración del 30 aniversario, tras títulos como El señor Puntila y su criado Matti de Bertolt Brecht, Los enfermos de Antonio Álamo o los Entremeses que codirigió con José Luis Gómez. Para este nuevo proyecto, la responsable de la puesta ha empezado reivindicando: «Queremos dar respuesta a la guerra con el amor desde el escenario» para continuar explicando el hilo conductor de la propuesta y asegurando que «nosotros hemos creado otro orden de esos textos sacados de la obra de Volpi para hacer un collage«. En este sentido ha explicado que “hemos contado la obra desde una generación del siglo pasado porque todos los personajes pertenecieron a un momento histórico fundamental, no solo a nivel estético, sino también vital, de reflexión, de rebeldía como fue el surrealismo. He querido hacer un viaje en el tiempo hasta la actualidad desde el amor de juventud hasta el amor en la vejez y la muerte».

Un elenco intergeneracional
Tres mujeres y cuatro hombres confluyen en el conjunto escritural escogido y también en el espacio escénico, todas y todos pertenecientes a diferentes generaciones. Aquellas y estos son interpretados por Leonardo Ortizgris, que encarna a Octavio Paz, Lucía Quintana, que hace de Bona Tibertelli y María-José Tremini, Isabel Pamo, que se mete en la piel de Elena Garro y Germán Torres, que es «el amante de los amantes y tiende puentes entre ellos», encarnando a los escritores Adolfo Bioy Casares y a André-Pieyre de Mandiargues y por último al pintor y escultor mexicano, Francisco Toledo. En este círculo artístico e interpretativo sale a relucir la hispanidad y, de hecho, «queríamos que el equipo tuviera mezcla de lenguajes y en el montaje buscamos mezclar acentos y ver cómo el español se constela a través de todos nuestros espacios geográficos», ha añadido Rosario Ruiz Rodgers.
Para plasmar esto en el escenario, el equipo artístico ha contado con Kateryna Humenyuk quien ha ayudado en la exploración del cuerpo y en la palabra en movimiento que se podrá ver sobre el escenario a partir del 18 de septiembre, así como de Rebeca Medina, coordinadora de intimidad del espectáculo. El resultado ha sido un proceso de montaje profundamente colectivo y físico, en el que el equipo, con Rosario Ruiz Rodgers al frente, busca «cimbrar, como diría Volpi, los sentidos del público, poner su ingenio a trabajar y conmoverle», ha apuntado la responsable de la puesta en escena.
Leonardo Ortizgris, quien interpreta al Premio Nobel señalaba que «el Octavio Paz de México difiere del Octavio viajado. Allí es un intelectual, artista y pensador muy polémico, lleno de claroscuros. De modo que fue interesante llegar aquí y hablar con mis compañeras y compañeros de ese otro Octavio Paz, de sus amores tóxicos, del artista y del hombre». Por su parte, Lucía Quintana señalaba «el valor de haber podido trabajar con una mujer al frente del barco. Nos hemos enfrentado a un texto contemporáneo con distintos planos y a los poemas de Octavio Paz, que son sobrecogedores e inmensos. El reto era transitar y hacer que, cuando llega ese momento de la poesía, sea algo que realmente es, que surge; el cuerpo ya no puede expresar de otra manera que no sea diciendo esas cosas maravillosas». Por último, Isabel Pamo ha reivindicado la figura de Elena Garro, como precursora del realismo mágico y añadía: «Tratamos de encontrar más preguntas que respuestas a este viaje y contar hasta final, cuando hay una pérdida. Sin la pérdida no está al amor».




