Su nombre completo es María de la Luz Tena Álvarez. De nombre artístico Lucero Tena. Mexicana y Española. La mejor hora del día para nuestra protagonista es la mañana. Es muy madrugadora. De pequeña siempre pensaba en el baile. Quería ser bailarina. El juguete de la infancia que recuerda con más cariño es una muñeca. Una muñeca preciosa que desgraciadamente en el trayecto, cuando su padre mandó todo por barco, nunca apareció. Era una muñeca preciosa, y la echa de menos. La primera oportunidad profesional se la dieron en la televisión de México. En XHTV, Canal 4N. Una oportunidad que ella misma buscó en un concurso. Había muchísimos niños, eran ciento y pico o doscientos, quedaron cinco y ganó el primer premio. Y de ahí eran cien pesos mexicanos y una actuación en la televisión. Qué increíble siempre su unión a España. La patria chica. En la actuación tenía que bailar un baile castellano, ponerse en jarras y decir: “y el padrino no sirve pa na”. Y ahí María Luisa Algarra, una grande, le dio la oportunidad, se fijó en ella y participó en su programa de muñecos de guiñol. Hizo un programa que se llamaba Teatro de la fantasía, con los muñecos de Don Ferruco. Tuvo un contrato por cinco años, que cuando iba a Acapulco de vacaciones los niños le pedían autógrafos y todo. Ese fue su comienzo de verdad de niña. Cuando se encuentra sola delante del espejo, como buena presumida, dice Ay que ver cómo pasan los años. Le gusta pintarse, le gusta mirarse, y bueno, ve que ha vivido bien y no se arrepiente. Ha sido feliz con lo que tiene y pide salud que es lo principal. El rasgo físico del que se siente más orgullosa es de sus manos que las cuida. Cuando hizo las 14 francisquitas en el Teatro de La Zarzuela se cayó, y le tuvieron que dar cuatro puntos en la cara por no poner las manos al caer. El momento de su vida en el que ha sentido más vergüenza no lo recuerda. Bueno, sí recuerda, pero no le gustaría decir eso. Tiene muchas canciones favoritas, pero la preferida de su marido y suya se titula Mas, es una canción norteamericana. More. Lucero siempre ha tenido miedo a la oscuridad, sobre todo cuando falleció su marido. Duerme con una lucecita, un poco lejos, no en su habitación, en el pasillo, para que ella vea, y lo mismo también con las persianas, solamente con los agujeritos. Nunca sería capaz de mentir. Los nervios no los suele perder. Al otro sexo le pide que se mantengan y sean maravillosos. A veces utiliza los refranes, y alguno se le viene a la cabeza. De tal palo tal astilla. No le gusta pensar en su infierno particular. Procura vivir el día a día. Nunca le gustó hacer cine, aunque se lo propusieron. Para finalizar, cuando se le pregunta con quién pasaría una noche tiene claro que hoy en día ella sola, pensando en sus cosas y en sus ilusiones, y dando gracias que tiene salud y nada más.