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Año IXNúmero 430
10 NOVIEMBRE 2025

Marsillach, ¿de verdad que ha merecido la pena?

Rotundamente si. Claro que ha merecido la pena. Ha merecido la pena que nos mostrara otros mundos, que nos enseñara la belleza del teatro, y se rodeara de grandes artistas que supieron canalizar las ideas de un Marsillach que, como han descrito los que lo conocieron y han estudiado su obra, revolucionó la profesión. Pero no sólo la revolucionó, tuvo el don de conocerla, respetarla y engrandecer el oficio con sus aportaciones. 

La Compañía Nacional de Teatro Clásico estrenó el pasado jueves el homenaje que este año ha querido dedicar la compañía estatal a la figura de su creador allá por 1986, Adolfo Marsillach. Ha sido la primera propuesta que el público ha podido disfrutar en la 45ª edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro de la mano de la CNTC. 

Con dramaturgia de Xavier Albertí y dirección de Lluís Homar, el homenaje cuenta en escena con un abanico generacional de actores y actrices que han querido participar. Desde la veterana Nuria Espert, pasando por los “pupilos” de Marsillach, Adriana Ozores y Carlos Hipólito, la hija del director, Blanca Marsillach, el propio Lluís Homar, y la joven Natalia Huarte. La nota musical la pusieron la soprano María Hinojosa Montenegro, y el pianista Dani Espasa.

El homenaje consiste en una compilación de textos escritos por el propio Marsillach y que nos han permitido conocer, en primer lugar, la existencia y de estos papeles y su afición por escribir sobre lo cotidiano de su vida, y en segundo lugar, un poco más a la persona. En palabras del propio director de la obra, “son textos realmente hermosos que nos permiten ver la lucidez, inteligencia y vigencia de una mirada tan sabia y necesaria como la de Adolfo Marsillach”.

La puesta en escena presentó una simple estampa. Un piano, un cortinón que a veces es descorrido y corrido, y que esconde un sillón, para dar juego escénico a los actores, y que completaba la estampa. Todo ello bañado con una luz apropiada a cada instante. 

Sí que se esperaba algo más de Nuria Espert. No hay muchas ocasiones de verla encima de un escenario, y cuando se tiene la oportunidad siempre ansiamos más. Pero lo bueno siempre viene dado en muy pequeñas dosis. El resto del elenco palió esa ansiedad que, aunque no era una función al uso, y argumental, cumplió con creces las expectativas. Un juego textual, con un libreto como protagonista, que fueron pasándose de uno a otro hasta completar la función.

A la salida, comentarios para todos los gustos. Decepciones, no era lo que esperaba, no sabía que era esto, pero el mero hecho de ver a estos artistas en escena y homenajeando a uno de los grandes, cumple con creces lo propuesto.

Ayer se pudo ver por última vez en el Teatro Adolfo Marsillach de Almagro (Antiguo Hospital de San Juan).

 

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