El Teatro La Latina presenta una oportunidad imperdible para sumergirse en una pieza de teatro que combina historia, emoción y la riqueza de la música española solo hasta el 28 de julio. Una propuesta para rememorar nuestra historia y honrar el patrimonio musical de una manera única y memorable.
“El novio de España” nos transporta al vibrante pero opresivo ambiente de la España de 1952, en plena dictadura franquista. La obra, desarrollada en el set de rodaje de «Violetas Imperiales», se centra en la figura de Luis Mariano (Christian Escuredo), el célebre cantante y actor vasco, conocido por su voz prodigiosa y su carismática presencia escénica. Decidido a traer de vuelta a sus padres, busca la manera de conseguir un pasaporte renovado para ellos, deseo alcanzable si puede demostrar su conformidad con las expectativas conservadoras del régimen. En medio de este dilema, surge su entrañable amistad con la actriz y cantante Carmen Sevilla (Carmen Raigón), quien puede tener la llave para alcanzar su objetivo de reunir a su familia. Junto a ellos está Felip, el secretario de Luis Mariano (Dídac Flores), y la enigmática Marquesa de Cangas (Carmen Morales). ¿Será capaz de conseguir su objetivo?
Antes de entrar a valorar esta producción de Juan Carlos Rubio conviene recordar que es la segunda parte de una trilogía que comenzó con “En tierra extraña” en el Teatro Español con Diana Navarro, Alejandro Vera y Avelino Piedad encarnando a Concha Piquer, Federico García Lorca y Rafael de León, respectivamente. Pero no se preocupen si no pudieron presenciarla porque la trama es independiente y puede seguirse con facilidad. Mi sensación fue la de abrir un libro por una página aleatoria y comenzar un capítulo con unos personajes reconocibles, un hilo argumental apasionante, un contexto histórico familiar y unos valores universales. Conforme fueron pasando los minutos el interés fue creciendo, como ocurre con las buenas novelas, hasta culminar con un final redondo que, perfectamente, puede estar abierto a una tercera parte.
El libreto, del talentoso Juan Carlos Rubio, se presenta como una verdadera obra maestra en la capacidad de condensar tramas y subtramas con una naturalidad y fluidez impresionantes. Con su formación académica y su experiencia, logra tejer una narrativa que no solo atrapa y entretiene al público, sino que también ofrece una rica intrahistoria contextualizada en un periodo crucial de la historia española. No obstante, no pretende ser una biografía, sino un pasaje de ficción cuidadosamente construido. El contexto histórico se presenta con precisión, pero los personajes y sus dilemas están dibujados con un cariño y respeto que reflejan una profunda comprensión y aprecio por sus verdaderas inspiraciones. La lucha interna de Mariano por conformarse a las expectativas sociales y políticas de la época se entrelaza con la narrativa principal de una manera que resulta tan conmovedora como convincente.
En el corazón de la obra, Rubio establece un triángulo coral muy bien definido, conformado por los personajes de Luis Mariano, Carmen Sevilla y Felip. Este entramado no solo impulsa la trama principal, sino que también sirve como un poderoso eje para explorar temas universales como el amor verdadero, la búsqueda de identidad, la lealtad entre amigos y los sacrificios personales. Aunque ambientada en una España dominada por la dictadura franquista, la obra resuena de manera atemporal y relevante en el contexto actual, marcado por desafíos presentes como la intransigencia, los prejuicios, los intentos de involución y etiquetas limitantes. «El novio de España» se alza como un recordatorio elocuente de la importancia de la autenticidad y el valor de mostrarnos tal como somos, sin miedos ni corazas. Es una invitación a abrazar con valentía y orgullo nuestra verdadera identidad, defendiendo la libertad de ser quienes realmente somos, más allá de cualquier expectativa o convención impuesta.
La dirección musical de Julio Awad es un pilar fundamental y otro de los alicientes para acudir a esta representación. Reconocido como un referente en el teatro musical actual, propone un viaje fascinante a través de diversos géneros emblemáticos de la época, como la opereta, la zarzuela y el tango. Su habilidad para navegar por estos registros con maestría y sensibilidad añade una riqueza y profundidad extraordinarias al espectáculo. Desde los tangos nostálgicos que evocan el exilio y la añoranza, hasta las operetas que capturan el espíritu alegre y melodioso de la época, la dirección musical de Awad transporta al público a través del tiempo y consigue conectarlo emocionalmente con la historia y sus personajes. Aunque la música no es interpretada en directo, lo cual podría considerarse un pequeño inconveniente no atribuible a Awad, su dirección logra mantener la altura musical convirtiéndolo en una celebración vibrante del patrimonio musical español.
La dirección de Juan Carlos Rubio consigue que la trama se desarrolle con una fluidez impecable y envolvente y que los aspectos esenciales de los personajes emerjan con autenticidad y profundidad. Los actores, bajo su dirección, no se limitan a imitar a las figuras históricas, aportan sus propias interpretaciones, dotando a la obra de una capa de frescura y vitalidad. Rubio –“Camino al Zoo (2023), “El sonido oculto (2023)– aborda la dirección con una visión clara y respetuosa, permitiendo que la esencia de Luis Mariano, Carmen Sevilla y Felip brille a través de las actuaciones, con unas coreografías simples pero lustrosas a cargo del bailarín Rubén Olmo. Este enfoque evita la rigidez de la imitación y, en su lugar, se centra en capturar la esencia y las emociones de los personajes, a mi juicio elevadas gracias al sensacional y pertinente diseño de caracterización de Chema Noci.
Christian Escuredo ofrece una interpretación conmovedora y matizada de Luis Mariano, capturando tanto el carisma del famoso rey de la opereta como sus luchas internas. Tuve la suerte de presenciar su actuación en el papel protagonista de Jesucristo en “33, El Musical” y me ha sorprendido muy positivamente el trabajo de madurez actoral y su cuidada tesitura de tenor. Escuredo logra equilibrar la exuberancia del artista con la vulnerabilidad del hombre detrás de la fama, transmitiendo con autenticidad los conflictos de identidad y las presiones sociales que enfrenta su personaje. Su entrega emocional en las escenas clave, especialmente cuando expresa su deseo de autenticidad y amor, resuena profundamente con el público, convirtiendo su actuación en el corazón palpitante de la obra.
Carmen Raigón brilla en su papel de Carmen Sevilla, aportando una energía vibrante y una presencia magnética a su interpretación. Curtida en teatro musical –“El mago de Oz”, “Moulin Rouge” y “Aladdin”– captura a la perfección la dualidad de una joven actriz en el auge de su carrera, llena de vivacidad y determinación, pero también sensible a los dilemas morales y personales que enfrenta. Su química con Escuredo es palpable, y sus momentos de decisión y apoyo a Luis Mariano añaden una capa de profundidad y humanidad a su personaje. En definitiva, Raigón consigue que el público sienta tanto la fuerza como la ternura de Carmen Sevilla, haciendo de su actuación un punto culminante del espectáculo.
Dídac Flores entrega una actuación memorable como Felip. Este actor y cantante forjado en el teatro musical – “Usted puede ser un asesino”, “Mamma Mia” o “Grease, el musical”– aporta una sensibilidad y una comprensión profundas a su personaje, mostrando la lealtad inquebrantable y el amor silencioso que define su relación con el tenor. Su habilidad para transmitir emociones complejas a través de gestos sutiles y diálogos cargados de significado añade una riqueza adicional a la narrativa. La interacción de Felip con Luis Mariano y Carmen Sevilla no solo refuerza el triángulo coral de la obra, sino proporciona algunos de los momentos más conmovedores y auténticos del espectáculo.
Por su parte, Carmen Morales entrega una interpretación formidable como la Marquesa de Cangas, añadiendo una capa de sofisticación y complejidad al elenco. Esta cantante y actriz infunde a su personaje con una mezcla de elegancia, picardía y autoridad, capturando la esencia de una figura aristocrática en un contexto de tensiones políticas y personales. Su presencia en el escenario es magnética, y su actuación en momentos clave, como su emotiva interpretación del tango «Volver,» ofrece una poderosa reflexión sobre el exilio y la añoranza.
La escenografía diseñada por Leticia Gañán y Curt Allen Wilmer se caracteriza por su simplicidad funcional, recreando con precisión el set de rodaje de una película y sorprendiendo al público con ingeniosas transformaciones y detalles ocultos. La iluminación de José Manuel Guerra, con cambios de intensidad preciosos y pertinentes, captura el tono de la obra y refuerza los momentos clave con gran efectividad. Por último, el diseño de sonido de Fran Gude, perfectamente acompasado con las voces de los actores, logra una armonía ajustada, especialmente considerando que la música no se interpreta en directo. Estos elementos técnicos se combinan para crear una experiencia visual y auditiva que complementa y enriquece la narrativa de un espectáculo muy recomendable.
Autor y director: Juan Carlos Rubio
Director musical y compositor: Julio Awad
Asesor: Rubén Olmo
Reparto; Christian Escuredo, Carmen Raigón, Dídac Flores y Carmen Morales
Ayudante de dirección: Isabel Romero de León
Escenógrafos: Leticia Gañán y Curt Allen Wilmer (estudio DeDos)
Diseñador de iluminación: José Manuel Guerra
Diseño de sonido: Fran Gude
Figurinista: Guadalupe Valero Sanz
Diseño de caracterización: Chema Noci
Fotógrafo y diseñador gráfico: Javier Naval
Prensa y comunicación: María Díaz