Con lo difícil que está encontrar piso en Madrid, aquí sí hay una habitación libre… y sin fianza. Ni entrevistas interminables con el casero, ni nóminas, ni avales: basta con dejarse caer por el Teatro Bellas Artes para compartir, durante poco más de una hora, salón, confidencias y un buen puñado de carcajadas. En “Se alquila”, la convivencia se convierte en comedia y el alquiler en un juego escénico donde todo cabe, salvo el aburrimiento.
La acción nos sitúa en un piso madrileño donde Falo (Agustín Bravo), tras una crisis existencial, busca con urgencia una habitación. El dueño de la casa, Ander (Andoni Ferreño), parece dispuesto a alquilarle… pero antes le somete a un peculiar examen para comprobar si es digno de quedarse bajo su techo. Entre preguntas insólitas y situaciones tan absurdas como reconocibles, la obra convierte una simple entrevista de alquiler en un divertido pulso de ingenio y convivencia donde, por tópico que suene, nada es lo que parece. Entre ocurrencias improvisadas y planes que se desmoronan, la función avanza a ritmo de comedia ligera, con la complicidad de sus protagonistas y la certeza de que la convivencia siempre guarda alguna sorpresa.
La dramaturgia, firmada por Gonzalo Ferreño y adaptada por Joan Femoll, se construye sobre un planteamiento ingenioso y a la orden del día: el alquiler en Madrid y la necesidad de compartir piso, una situación que muchos reconocerán al instante. El texto de este joven y prometedor dramaturgo, revisado para esta versión, arma una comedia de puertas y carácter, con gag recurrente y un giro final que remata con gracia. Se percibe el ADN costumbrista y un subtexto ligero sobre la imagen que proyectamos y las reglas implícitas de la convivencia, sin cargar la mano ni ir más allá del entretenimiento.
El detonante —el peculiar examen al que Ander somete a Falo para decidir si será su inquilino— sirve de excusa para un duelo dialéctico de tintes surrealistas pero reconocibles, con estructura de sitcom y pinceladas de vodevil doméstico. La adaptación a dos sesentañeros añade una capa simpática de contraste generacional, más cómplice que crítica, y permite explotar la química y el oficio de los intérpretes. No obstante, la trama podría haberse enriquecido con algún conflicto interno de mayor enjundia para incrementar la tensión narrativa, haciendo que los enredos y malentendidos tuvieran un hilo conductor más firme dentro de la comedia.
La dirección, a cargo de Andoni Ferreño, se sostiene sobre un pulso televisivo que imprime ritmo y claridad a la comedia. Cada entrada y salida está medida con precisión, los silencios se dosifican y las réplicas fluyen con gestos expresivos, que enfatizan el humor y los malentendidos entre Ander y Falo sin perder ritmo. El tono de la dirección potencia la ironía del texto y deja espacio para ciertas estridencias e histrionismo de los personajes, pero sin llegar a la sobreactuación, logrando un equilibrio entre comicidad exagerada y credibilidad escénica. Ferreño maneja con habilidad la circulación de los actores por el espacio, los cambios de energía y la interacción con el decorado, manteniendo la atención y la risa constante. Este último, diseñado por Alberto Ferreño en colaboración con su equipo en Plenum Concept, es simple pero efectivo y funcional: recrea el salón de la casa, centro de la acción, y oculta algunas sorpresas que alimentan los enredos y el juego cómico.
El verdadero sostén de esta producción de Cabaret 42 Producciones es la actuación de su pareja protagonista. Andoni Ferreño y Agustín Bravo se escuchan, responden y juegan con los silencios del otro, construyendo un ritmo cómico constante que engancha al público. Su química hace que la convivencia en escena se perciba auténtica, fluida y sumamente divertida.
Ferreño da forma a Ander con una mezcla de control y misterio: juega al despiste, guarda más de lo que muestra y parece siempre tener la situación bajo control, aunque a veces deje entrever que puede perderlo, o al menos nos haga creerlo. Su personaje se construye a base de pequeñas maniobras de poder, ironía sutil y reacciones medidas como potenciadoras del humor y la tensión cómica. Con una trayectoria que abarca teatro, televisión y cine, este carismático actor y presentador ha demostrado versatilidad y oficio y su interpretación en esta obra refleja su capacidad para sostener un personaje complejo dentro de la ligereza.
Bravo, por su parte, da vida a Falo como un verso suelto: espontáneo, desbordante y sin filtros. Su gestualidad facial y corporal llena el escenario y su personaje va “a por todas”: si hay que cantar, bailar o salir corriendo, lo hace sin pensarlo, con entrega total y energía contagiosa. Esta libertad interpretativa potencia el absurdo y la comicidad de cada situación, mostrando a un verdadero todoterreno artístico. Su experiencia en radio y televisión, que ha hecho de su rostro un referente reconocible, añade además cercanía y complicidad con el público, reforzando el impacto de su actuación en la obra.
En conclusión, “Se alquila” es una comedia ágil, divertida y perfectamente calibrada, donde el humor surge tanto de los enredos cotidianos como de la interacción entre los protagonistas. La obra demuestra que un planteamiento sencillo, actualizado y reconocible, sumado al talento y la complicidad de Ferreño y Bravo, basta para mantener al público entretenido de principio a fin. Sin grandes pretensiones, logra ofrecer una velada ligera, efectiva y llena de ironía, consolidándose como una propuesta veraniega recomendable para quienes buscan reír y disfrutar del oficio teatral en su forma más pura.
Autor: Gonzalo Ferreño
Versión adaptación: Joan Femoll
Director: Andoni Ferreño
Reparto: Andoni Ferreño y Agustín Bravo
Diseño iluminación: Antonio Sebastian Peña
Diseño escenografía: Alberto Ferreño
Producción técnica: Fernando Glez. Guerra
Producción ejecutiva: Kateryna Tulyakova
