Las verbenas son el corazón de las festividades de los pueblos, el centro neurálgico para disfrutar de noches llenas de luces, música y alegría. En estos festivales improvisados, los amores de verano encuentran su escenario perfecto: bajo el cielo estrellado surgen romances intensos y fugaces y… quién sabe si serán para toda la vida. Para disfrutar de una velada teatral diferente pueden visitar el Teatro Quique San Francisco y estar muy atentos a las redes sociales de la compañía.
La historia nos sitúa en un lugar indeterminado de la geografía española, en él Enrique (Adrià Olay) y Ana (Arántzazu Ruíz) se conocen desde pequeños y cada año se reencuentran en la fiesta mayor del pueblo. Él es un chico formal y reservado, mientras que ella anhela ser libre como el viento. A pesar de sus marcadas diferencias, la atracción entre ellos es inevitable. Sin embargo, la vida y una extraña maldición vinculada a la canción «Paquito el Chocolatero» se empeñan en mantenerlos separados. Entre juegos en la plaza, vaquillas, minis de sangría y los hits del verano, Ana y Enrique descubren juntos los altibajos del crecimiento personal. ¿Podrán romper la maldición y rendirse al amor verdadero?
Amor verbenero emerge como un fresco y apasionado viaje a través de las verbenas de los pueblos, cautivando al espectador con situaciones reconocibles que destilan humor, nostalgia y ternura. Escrito a dos manos por Arántzazu Ruíz y Eva Cabezas, esta comedia romántica nos sumerge en un universo donde la música veraniega y la camaradería son el telón de fondo para una historia de amor peculiar entre dos personajes encantadoramente torpes y genuinamente humanos. Ruíz, con su maestría y experiencia en la creación de roles entrañables y diálogos ágiles e ingeniosos, aporta una profundidad emocional y una sensibilidad única a la trama de la obra. Su capacidad para explorar las complejidades de las relaciones humanas y plasmarlas con autenticidad en el escenario es evidente en cada escena. Por su parte, Eva Cabezas aporta su ingenio y su visión humorística, enriqueciendo la obra con su perspectiva fresca y contemporánea. Como actriz, humorista y guionista, imprime a la obra un ritmo vibrante y un humor amable pero incisivo, que conquista al público desde el primer momento.
La capacidad para abordar temas relevantes y actuales es lo que verdaderamente la destaca entre otras comedias románticas. A través de las vivencias y conflictos internos de sus personajes, la obra refleja de manera sutil pero impactante los cambios sociales y las nuevas sensibilidades de nuestra época. La crítica social y la perspectiva de género se entrelazan de manera orgánica con la trama principal, enriqueciendo la experiencia teatral y brindando al público reflexiones profundas sobre el amor, la identidad y la sociedad en la que vivimos sin perder su carácter lúdico. Este viaje puede ser el de muchos de nosotros, con sus alegrías y desafíos, haciendo que la obra se sienta aún más relevante y conmovedora.
La dirección recae en la propia Eva Cabezas, quien logra capturar de manera magistral el espíritu de las verbenas de los pueblos, transportando al espectador a esos momentos mágicos de la infancia o la juventud donde la música y la alegría eran el centro del universo. La atmósfera festiva y colorida se refleja con maestría en los setenta minutos de dirección, gracias a una cuidadosa ambientación, con karaoke incluido, la desternillante voz en off de Albert Doz como animador y una puesta en escena que hace honor a estas celebraciones populares. Con un excelente criterio, Cabezas complementa la acción con un inteligente y adaptado diseño de audiovisuales. A través de estos recursos, el público puede sumergirse en hitos musicales y acontecimientos decisivos de nuestra historia reciente. Esta integración de elementos visuales y sonoros no solo enriquece la experiencia teatral, también proporciona un contexto histórico y cultural que amplifica el significado de la trama. Y hasta aquí puedo leer.
La actuación conjunta de actor y actriz es simplemente brillante. Ambos lo dan todo en el escenario, mostrando una química excepcional y un entendimiento profundo de sus personajes. Se complementan perfectamente, logrando que cada interacción sea natural y convincente. Su energía y entusiasmo son contagiosos, tanto es así que basculan su interpretación hacia un teatro casi físico.
Adrià Olay da vida a Adrián, un hombre formal, reservado y un poco pazguato. Su personaje es algo desdichado en la vida, lo que añade una capa de vulnerabilidad a su carácter. Este talentoso actor, graduado en Arte Dramático en el Col·legi de Teatre de Barcelona, captura a la perfección estas cualidades, logrando que el espectador se encariñe con su timidez y torpeza. Olay sobresale en su actuación, especialmente en su uso de la mímica y la expresión facial, que son desbordantes y llenas de matices. Arántzazu Ruíz se transforma en Ana, un auténtico torbellino y personaje alocado que aporta una energía vibrante a la función. Con una formación sólida, también Graduada en Arte Dramático, y un talento innato, Ruíz destaca por sus movimientos rápidos y su expresividad arrolladora, interpretando a la perfección la esencia de una persona llena de vida y repleta de espontaneidad. Su interpretación es dinámica y cautivadora, creando un contraste encantador con la formalidad y reserva de Adrián. Por último, el acertado diseño de iluminación de Diego Conesa realza cada escena al aportar la atmósfera perfecta para sumergir al público en la magia de las verbenas y los amores de verano.
Dramaturgia: Arántzazu Ruíz y Eva Cabezas
Dirección: Eva Cabezas
Reparto: Adrià Olay y Arántzazu Ruíz
Diseño de iluminación: Diego Conesa
Técnico de sonido e iluminación: Karmen Callejas y Diego Conesa
Fotografía: Diego Conesa
Producción y comunicación: Greisis Leal
Producción ejecutiva: Eva Cabezas
Producción: Fábrica de Comedia