¿Qué nos cuenta la obra Abre el ojo?
Abre el ojo es una comedia de Rojas Zorrilla, de capa y espada. Tiene un giro más, va más allá, una vuelta de tuerca más que las comedias de capa y espada de la época. Todos sus personajes son muy intrépidos, muy rápidos, muy afanosos de vivir al día y de luchar por sus intereses de supervivencia. Los intereses básicos de todos estos personajes son económicos y utilizan el amor como un vínculo para aprovecharse de ello y sacar partido. Mi personaje, por ejemplo, que es doña Clara, es una mujer que tiene en este momento cuatro amantes. Vive de ellos. Está toda la función intentando ocultarlos para que ninguno descubra que hay alguno más. Utiliza el amor como parte de… como el vínculo económico para sacar, para poder vivir y mantener el estatus que tiene. A uno le saca el coche, al otro la comida, a otro, muebles y, bueno, vive en este triángulo amoroso entre varios hombres. Se entera que su enamorado, que es don Clemente, tiene algo parecido y es que también tiene a otras amantes de las que, bueno, pues con las que tiene relación. La trama se va liando conforme ellos van descubriendo que existen otros amantes. Es una comedia muy intrépida, muy rápida, donde hay muchos celos, mucho amante escondido, donde toda la trama va intentando salvar los muebles para que no sean descubiertos, poder seguir viviendo del otro. Al final los celos hacen que guardes un poco a tus amantes, pero, claro, te duele por otro lado saber que tu enamorado tiene otras pretendientes también. No es una comedia al uso donde el amor, el honor y la honra sean el motor de la función. Es una función muy divertida y muy actual también.
¿Cómo es el personaje de Doña Clara? ¿Cree que hay muchas “Doña Clara” en la actualidad?
Es una mujer muy intrépida. La verdad es que cuando haces teatro clásico y te encuentras un personaje como este es muy agradecido porque estamos acostumbrados a otro tipo de damas donde defienden con su vida el honor y la honra. Y esto es todo lo contrario. Esta mujer es una mujer muy vivaracha, muy básica en cuanto a su supervivencia y a vivir el presente en el ahora puro y duro. Es un personaje que vive muy al día. No les importa qué va a pasar dentro de un tiempo. Ellos no tienen tampoco ningún tipo de remordimiento ni de prejuicio. Ellos van a lo que sacan, a lo que pillan. Son muy agradecidos porque no son personajes a los que estamos acostumbrados los que hacemos teatro clásico. No es el estándar de personaje de dama, de prototipo de mujer de esa época. A nosotros nos hace, también, pasárnoslo muy bien en el escenario.
¿Es una suerte o una desventaja trabajar con Eduardo Vasco? ¿Cómo es trabajar con él?
Es una suerte, porque trabajar con Eduardo y trabajar con Noviembre Teatro es un poco trabajar en familia. Él siempre trabaja con sus colaboradores habituales, que son Carolina González, Lorenzo Caprile, Miguel Ángel Camacho, porque utilizan un lenguaje donde se sienten cómodos. Entonces, cuando tú entras en una compañía como Noviembre, también entras a trabajar y a convivir con un lenguaje de teatro como establecido. Y eso te da la ventaja de poder trabajar de una manera. Hay muchas cosas que te ahorras porque ya sabes que es de una manera determinada. La manera de ensayar de Eduardo es muy característica. Quien trabaja con él lo sabe. Tiene unas formas que ya conoces. Entonces te ahorra mucho. A él también le gusta trabajar con elencos estables porque te da como la tranquilidad de decir, bueno, ellos saben cómo nos movemos o cómo somos y cómo hacemos. Yo creo que todos los que trabajamos con Noviembre nos sentimos muy afortunados. Tenemos una temporada maravillosa. Venimos de hacer mucha gira. Abre el ojo se estrenó hace un año y hemos trabajado mucho, hemos hecho muchos bolos con esta función. Venimos de Colombia también de hacerla. De hacer esta y Peribáñez. O sea, te da la tranquilidad también cuando estás con una compañía así de poder llevar varias cosas a la vez en repertorio. Nosotros Peribáñez la teníamos descartada, pero de repente surge la oportunidad de viajar a Bogotá y entonces nos llevamos las dos funciones porque somos el mismo elenco. Estamos ensayando a la vez otra que estrenamos ahora el 25 de noviembre en Santander, que es un Carlo Goldoni, Las locuras por el veraneo, y somos los mismos también. Entonces, bueno, pues esto no pasa en muchas compañías. La oportunidad de estar como en tres montajes a la vez y, bueno, es una suerte. A veces te toca que vienen épocas muy malas, y muy poco trabajo, y se venden muy pocos bolos, pero luego tienes temporadas muy buenas como esta en la que vamos a estar. Estamos en el Fernán Gómez ahora hasta el 29 de octubre, y entramos en Matadero en diciembre y vamos a estar hasta final de enero con la otra. Eso te lo da una compañía como Noviembre y para mí es una suerte, la verdad.
Elena, bien sabe que el Festival de Teatro Clásico de Almagro homenajeó este año a Lorenzo Caprile, fundamentalmente, por todos los clásicos que ha vestido, y quizás de la mano de Eduardo Vasco. ¿Cómo es vestir de Lorenzo Caprile para este Abre el ojo?
Lorenzo tiene una cosa maravillosa, y es que él trabaja con alta costura toda la vida y el teatro le da la oportunidad de hacer las locuras que no puede hacer de repente con un traje más clásico, que puede hacer para una ceremonia o para un evento. Él es lo que hace con este vestuario, por ejemplo, con Abre el ojo. A mí me parece impresionante. Bueno, yo llevo uno de los vestidos más bonitos que creo que llevaré en mi vida en Abre el ojo. Es maravilloso. Pero tiene la genialidad, de repente, con materiales que no son teatrales, que ni siquiera son telas, idear y confeccionar cosas geniales. Hay uno de los vestidos, el vestido de la viuda, de Abre el ojo, que está confeccionado con una rafia de tapar un andamio o una obra. Material que él de repente encuentra y dice con esto hago yo un vestido. Y hace de repente cosas que no puede hacer para, por ejemplo, pues eso que te digo, para una ceremonia, pero que en teatro sí se permite hacer. Ahí ves la genialidad de un figurinista como es él y de un artista como es Lorenzo que es espectacular. Quien vaya a ver Abre el ojo verá qué tipo de vestuario llevamos. Es impresionante, realmente, y el trabajar con este tipo de vestuario también te coloca en un sitio al principio muy complicado porque lleva mucha capa, mucho volumen y tienes que aprender a andar con eso, pero luego cuando ya te has acostumbrado en ensayos a moverte con ese volumen, con esos corsés tan ajustados, pues claro eso también le da a tu personaje un empaque… Gran parte del personaje lo tienes ahí ya. Porque no es igual trabajar con una falda que de tubo que trabajar con este tipo de volumen de faldas o de vestidos de la época que te colocan en otro sitio, te hacen estar como en otro nivel de todo.
¿Cuál es la sensación del público cuando sale de ver Abre el ojo? ¿Qué se percibe desde el escenario?
Llevamos unos cuantos días aquí en el Fernán Gómez. Ahora que venimos de los festivales de verano, es muy agradable ver que el público es muy agradecido, entra enseguida en la comedia, es una comedia muy fácil, enseguida la trama se cuenta. Es una comedia muy disfrutona donde nosotros enseguida tenemos el contacto con ellos y vamos midiendo y vamos viendo también eso. Yo creo que el público se lo pasa muy bien, porque el público que también viene a ver este tipo de funciones es muy agradecido. Enseguida está como de nuestra parte el público. La gente se lo pasa muy bien cuando viene a vernos. Y con gente joven también ha funcionado siempre muy bien. Ahora, por ejemplo, las últimas funciones en Bogotá fueron para institutos y es muy curioso ver cómo entran, que no están acostumbrados al verso, pero saben perfectamente lo que estamos diciendo, y es una sensación muy agradable.
Me comentaba antes que van a estrenar dentro de muy poquito una pieza de Goldoni, también con Noviembre Teatro. Las locuras por el veraneo. Aparte de esto, ¿qué desearía hacer y no llega profesionalmente?
De aquí a febrero, que tengo tanto trabajo de teatro, estoy feliz y no tengo nada más en mi cabeza, pero sí que me apetece mucho probar la ficción, me encanta el cine, y a veces pienso “me gustaría hacer más”. Pero bueno, cuando llevas un tiempo en teatro, pues también sabes tú cómo son estas cosas, no es fácil compaginar televisión, por ejemplo, con teatro. A mí me gusta mucho la interpretación en general. Cuando llevo un tiempo en teatro pues echo de menos, por ejemplo, no hacer una serie diaria, o cine, pero bueno es algo que como actrices nos planteamos, siempre estás ahí pero por qué no hago otras cosas.
¿Cómo ha sido el trabajo con el resto de compañeros de Abre el ojo? Es cierto que viendo la función se ve una gran complicidad entre todo el equipo artístico.
Sí, claro. Es que también nosotros, la mayoría, llevamos mucho tiempo, si no con Noviembre, algunos en la Compañía Nacional, otros con Noviembre, o sea, que todos estamos muy vinculados a Eduardo, ya te digo, por su compañía o por la compañía nacional. Somos gente que nos conocemos muchos años, y lo que te decía antes, lo de trabajar así en una compañía durante un tiempo largo te da el lenguaje. Sabes perfectamente cómo es todo, te relajas un poco en cuanto a no tener que estar en tensión siempre, que a veces no entiendes bien cómo pasan las cosas, o bueno pues cuando trabajas con gente distinta tienes que adaptarte un poco a ellos y aquí yo creo que estamos todos, somos bastante familia para eso, y es muy cómodo. Yo creo que eso también se transmite en el escenario.
Dos preguntas. ¿Cuál es el futuro más inmediato de Elena Rayo? En este momento, ¿cuál es la temperatura del teatro actual?
Ahora mismo creo que hay muchas salas, hay mucha variedad, mucha opción de ver mucho teatro y creo que eso es muy bueno. Lo que pasa es que claro, necesitamos también que el público vaya a todas las salas. Estamos en ese momento. Yo creo que pasa mucho cuando hay elecciones cerca, cuando se está cambiando un poco. Eso nosotros lo notamos mucho. Cuando estamos de gira y de repente se tambalea todo un poco, o hay más inestabilidad porque de repente es como que no se sabe qué va a pasar en este ayuntamiento, entonces las programaciones van retrasadas. Creo que nos afecta a todos el saber para dónde vamos. Afecta a las programaciones, afecta al público… Otros compañeros que también están haciendo temporada en otros teatros comentan lo mismo y no sabemos qué pasa no. Y luego también el tiempo, que apetece más estar en una terraza que entrar a un teatro. Estamos todos un poco como diciendo qué está pasando, si estamos en octubre, porque esto pasa en navidad y dices bueno, es que en navidad la gente está como más de compras. Pero ahora yo creo que hay mucha distracción también por ahí. Estamos un poco como preocupados, creo, en general.
Normalmente las producciones de Eduardo siempre cuentan con música en directo. Poco o mucho, pero siempre lleva algo. En el caso de Abre el ojo sí que hay bastante música en directo…
Sí, es verdad. De hecho las canciones las compone él, como hizo en Carsi, o en Entre bobos anda el juego. Si no tiene un músico determinado que haga la música, suele ser Eduardo el que componga sus canciones. Además, eso también nos ayuda a nosotros a participar también de todo, no solamente de la interpretación, sino también de la parte musical. Ahora con Goldoni nos pasa igual, estamos en pleno proceso de canciones y de probar tesituras, y ver quién canta esto, con qué instrumento… Estamos en ese momento decidiendo también qué instrumento. Aquí en Abre el ojo tenemos un ukelele y un bajo acústico, y en la siguiente no sabemos, igual de repente introduce una batería, o una guitarra, o un piano, no sé. Él se adaptaba a lo que tiene. No cantamos ninguno como para presumir, pero bueno, hacemos lo que podemos. Él también se adapta un poco, y dice pues con estos actores que tengo pues esto es lo que puedo hacer.
En Abre el ojo el juego escénico es fascinante. ¿En el Goldoni pasará lo mismo?
Sí, estamos en ello. Como el Goldoni se está ensayando a trozos porque nos ha pillado en medio el Fernán-Gómez, y estrenamos el 25 de noviembre, hemos hecho como una primera tanda de ensayos y lo hemos dejado. Eso también lo hace mucho Eduardo. Parte los 45 días de ensayo en 15 días para un mes y luego vuelve otro mes entero. Ya con todo reposado. Al principio él hace como un arco de toda la función y ahora estamos un poco en eso, hemos hecho el arco de toda la función, reposamos este mes que estamos en el Fernán-Gómez, y volvemos con escenografía, vestuario… Suele ocurrir, también, que cuando lo reposa de repente igual le da un giro y lo cambia todo, o empezamos de cero. A veces nos sorprende y nos dice que todo lo que hemos hecho nada sirve y vamos a empezar. Sus procesos son así.
¿Qué le pide a su profesión?
Le pido personajes y gente, y dramaturgos, dramaturgas, guionistas que piensen en mujeres. En esta función somos cuatro y cuatro, cuatro mujeres y cuatro hombres, pero la gran mayoría de veces hay nueve personajes masculinos y una mujer, dos mujeres… También nos dificulta muchísimo a nosotras estar en activo. Se piensa más a la hora de escribir en hombres que en mujeres, y eso nos resulta complicado a la hora de trabajar. Yo le pido a la profesión que siga pensando en nosotras y que escriban textos igual de maravillosos que escriben para hombres.