Tania Brenlle ha iniciado el acto agradeciendo la presencia de los medios y de la compañía en la presentación oficial de lo que es el último de los espectáculos de La Villarroel del año 2024, un espectáculo que, no sólo supone la quinta colaboración con la compañía Sixto Paz, sino que se trata del primer texto de encargo. En efecto, Brenlle ha explicado que éste es un proyecto singular porque implicaba zambullirse dentro de un género tan poco explorado teatralmente como es el miedo.
“Con Pau Roca – dice la directora artística- hemos querido explorar un código diferente. Hace ya muchos años que colaboramos, nos entendemos muy bien y es evidente que tiene aprendido el tamaño de la sala. La presencia es una historia que te atrapa, inquietante, que juega con las sensaciones y la imaginación del público y con unos personajes muy bien construidos. Nos estamos adentrando dentro de un código que nunca habíamos pisado. Sin embargo, estamos muy contentos porque, la verdad es que el montaje está teniendo una magnífica acogida de público y se nota que la gente confía en el proyecto.”
Pau Roca, fundador de la compañía y productora Sixto Paz e intérprete en el espectáculo en cuestión, ha confirmado la buena relación laboral y la confianza que fundamenta siempre la relación con La Villarroel.
“Esta es nuestra vigésima producción y se trata, seguramente, de nuestro proyecto más ambicioso. Tania siempre nos ha dado confianza y aquí nos sentimos como en casa. Además, contamos con un equipo con el que ya nos conocemos, con Pau Carrió, Nausicaa, Anna y Marc. La novedad para nosotros ha sido la pareja de autoría conformada por Carmen Marfà y por el Yago Alonso y, desde el primer momento, nos hemos sentido muy cómodos.”
El actor ha confesado lo difícil que es trabajar el género del miedo o del thriller ya que se trata de un terreno muy poco explorado escénicamente. “Todo el proceso ha sido un divertimento muy complicado de hacer pero excitante de llevar a cabo. Exploramos la sugestión, ya le digamos miedo o thriller, trabajando la sensación de inquietud, y creíamos que la mejor manera de hacerlo era a través de gente que tuviera ganas de intentar dominar el género y que, a la vez, tuviera la pluma lo suficientemente fina como para añadir algunos necesarios toques de comedia que permitan respirar. Somos muy conscientes de que el miedo es muy difícil de transmitir en teatro y este montaje utiliza diversos recursos para conseguirlo. Algunos tienen que ver con la dirección escénica y otros tienen que ver con la parte interpretativa. Más allá de eso, sabíamos que debíamos tener también una historia que funcionara, con conflictos interesantes y personajes sólidos y con los que el público pudiera identificarse fácilmente. Estamos muy emocionados con esa experiencia. Tenemos ganas de que el espectador sienta cosas y sea una experiencia catártica en el miedo.”
Pau Carrió, director del espectáculo ha admitido sentirse muy agradecido e ilusionado por poder formar parte del montaje y rodeado de un equipo tan entregado. “Como director es muy gratificante poder trabajar en un proyecto donde todo está por explorar. A veces, como director, crees saber cómo tocar la obra que debes dirigir, pero en este caso no porque se trata de un género nuevo, de nuevos códigos. Creo, precisamente, que una de las gracias de este montaje es que vayamos todo el rato juntos.”
La presencia presenta una historia ambientada en una casa familiar del Pallars (espacio único donde transcurre toda la trama), en el corazón de la geografía catalana. Se trata de la casa del señor Climent a quien le queda muy poco de vida y sus hijos, Sandra y Ernest, llegan para acompañarle en estos últimos momentos. “Este – dice Carrió – es, sin duda, uno de los temas principales de la obra: qué sabemos decir, qué no sabemos decir… Cuando acompañas en la muerte salen temas, cosas que se habían quedado tapadas. Hay muchos fenómenos vinculados con la muerte de una persona. Creo que tratar lo inevitable nos coloca en un sitio muy interesante. Y esto presenta una serie de situaciones con las que, como espectador, no puedes evitar posicionarte. Más allá del componente misterioso o sobrenatural del argumento, nos encontramos ante una buena historia, con una obra que toca temas con los que nos identificamos, conflictos familiares y humanos, y que te llevan a discutir después cenando.”
Carmen Marfà y Yago Alonso firman la dramaturgia de esta prenda. Ambos reconocen que, al recibir el encargo, sintieron un profundo respeto por tener que escribir un texto que, no sólo se insería dentro de un género como el miedo, sino que, además, debía dirigir una figura de el tamaño de Pau Carrió.
“Era la primera vez que alguien dirigía un texto nuestro y sentimos un poco de vértigo al saber quién debería ser su director- confiesa Marfà-. Es estupendo asistir al punto de vista de alguien con esta experiencia y trayectoria. Te das cuenta de que, de repente, todo esto es algo vivo y que establece un diálogo muy fértil.”
“Esta – dice Alonso por su parte – es una obra que trata el tema de la comunicación, de lo que decimos y de lo que deberíamos haber dicho, del arrepentimiento, de cómo una familia se enfrenta a la muerte y de cómo gestiona la pérdida. En el fondo, no deja de ser una historia compartida, llena de sentimientos y reacciones que entendemos, y cuyos personajes reflejen nuestras propias opiniones. Además, uno de los aspectos más primordiales fue decidir dónde ubicábamos la acción: en la montaña, con la energía de estos bosques del Pirineo. Todo ocurre en una sola noche, en esta casa familiar llena de recuerdos y sombras.”
El espectáculo cuenta con un excelente reparto conformado por el propio Pau Roca, por Nausicaa Bonnín, por Marc Rodríguez y por Anna Sahun. Sahun, Bonnín y Rodríguez han coincidido en su aproximación hacia la propuesta, hablando del reto que supone actuar un género que, hasta ahora, nunca habían transitado y que, consideran, esconde gran dificultad. Sin embargo, han destacado la emoción de volcarse en una propuesta tan innovadora y desafiante.
Sinopsis
La Presencia se desarrolla durante una noche de tormenta. Una noche llena de adrenalina y comedia en la que los fantasmas de una familia saldrán a la luz.
Ernest y Sandra se encuentran en la masía de su padre para acompañarle durante sus últimas horas de vida. Miki, la pareja de Sandra, también está allí para apoyarles. Mientras los hermanos, que no tienen mucha relación, se ponen al día, llega la médico del CAP a quien ninguno de ellos conoce. Sube a ver a su padre y, a los pocos minutos, baja y les comunica lo que todos esperaban: el Clemente ha muerto. Lo que ninguno espera es que, minutos más tarde, la campana que utilizaba para llamarles vuelva a sonar. Si el padre está muerto, ¿quién le ha tocado?
A partir de ese momento, el escepticismo y la fe chocan y los fenómenos inexplicables irán en aumento, así como la tensión entre los protagonistas. ¿Se trata de un hecho paranormal? ¿Es simplemente una noche de tormenta? ¿Acaso el Clemente tenía algo pendiente de aclarar y por eso se manifiesta? ¿Es lo único que guarda secretos?
Una serie de confesiones, de verdades escondidas, comienzan a salir a la luz. Entre los hermanos, entre la pareja, e incluso con la médica, que revela un pasado del Clemente que ninguno de ellos conocía.