Tania Brenlle inició el acto agradeciendo, en primer lugar, la numerosa presencia de los medios en la convocatoria, una participación que ha revestido la presentación del espectáculo de un carácter de evento extraordinario. Asimismo, también agradeció la presencia, tras múltiples intentos de cuadrar las ocupadas agendas de una y otra, de Salvador Sunyer, director del Festival Temporada Alta, en cuyo marco se estrenó el montaje este pasado viernes 4 de octubre en el Teatro Principal de Girona.
La directora artística de La Villarroel citó también al equipo creativo e interpretativo del espectáculo, muy especialmente a Emma Vilarasau, a quien agradeció su fuerte y continuada complicidad con la sala, así como a Josep Maria Mestres y Marta Marco “por tener la idea de revisitar, en una nueva producción, el mítico montaje que se estrenó casi hace veinte años y – añadió – para compartirlo conmigo mientras hacíamos La golondrina.” También agradeció, por último, la participación de la nueva incorporación al reparto, Emma Arquillué, quien, en palabras de Brenlle, «se apuntó a la aventura continuando el legado de las actrices.»
Y es que la idea de legado se ha convertido en un concepto muy relevante e indisociablemente conectado con esta nueva producción que, a pesar de aceptar la herencia de la versión de casi veinte años atrás, propone una nueva y actual visión. Tania Brenlle destacó el impacto e influencia que el anterior montaje ocasionó, un impacto que, dadas las cifras de preventa recopiladas hasta la fecha, podría repetirse o, quizás, superarse incluso. “Creo que muchos de nosotros recordamos el montaje que se estrenó en el 2005. Fue María Araujo, diseñadora del vestuario entonces, quien me insistió mucho en ir. Aquello era una fiesta. Cómo lo es ahora. He tenido el privilegio y la suerte de poder ver cuatro pases y ésta es una producción completamente nueva, una nueva mirada actualizada con el paso de los años. Las actrices están maravillosas, tienen una complicidad increíble que se contagia y es un placer sentir estos diálogos, a la vez ingeniosos y desgarradores, tan bien traducidos por el maestro Joan Sellent. Además hablamos de un texto muy especial, muy poco al estilo de Mamet. Aquí, el autor, conocido por priorizar mayoritariamente a los personajes hombres, mete en un cajón a los protagonistas masculinos y nos cuenta la historia a través de la mirada femenina. También quisiera hacer un apunte. Pienso que el público se huele lo que verá sobre el escenario, ya ha empezado a intuir que se lo pasará muy bien y, de hecho, empezaremos las representaciones con una de las mayores ventas anticipadas de La Villarroel, si no la que más.”
El espectáculo tendrá, excepcionalmente, un doble estreno. La primera, en el Temporada Alta el viernes 4 de octubre, donde permanecerá hasta el domingo haciendo un total de cinco representaciones. Posteriormente, el montaje se instalará en La Villarroel, ofreciendo funciones a partir del 12 de octubre.
Salvador Sunyer explicó que, a todos los efectos, la presentación del pasado lunes fue la inauguración del festival. También reflexionó sobre la condición efímera del teatro. “El teatro tiene algo terrible y es que, si no lo ves ese día, se ha muerto, ya sólo puede quedar en el recuerdo. Por eso es tan bonito revisitar las obras, sobre todo aquellas que, como ésta, son memoria de un país y de sus espectadores. Así, pueden perpetuarse, haciéndose de una u otra manera, cambiando los intérpretes, que el teatro sea un hilo que acompaña a la vida.”
Josep Maria Mestres explicó a los asistentes que la obra Un matrimonio de Boston proviene de un regalo. En efecto, según explicó el director escénico, David Mamet escribió esta pieza para tres de sus actrices favoritas, entre ellas su esposa, estrenando la obra en Boston en el 2001. “Fue un regalo porque quería trabajar con ellas. Les escribió esta pieza, que se diferencia, como decíamos antes, de toda la producción del autor. Mamet es un autor muy masculino, casi todos sus personajes son varones. Y, aquí, coge a tres mujeres y, además, las configura en relación a dos en pareja y una aparte. Mamet toma la designación de un matrimonio de Boston, expresión usada para referirse a una pareja de mujeres que decidían vivir solas sin el apoyo masculino. Una pareja de mujeres progresistas, que estudiaban y que querían vivir su vida desde un lugar progresista, y como decía, sin el apoyo económico ni amoroso de la figura masculina.”
Sin embargo, Mestres explicó que Mamet usa ese punto inicial para ir más allá de todo esto. “No se trata de hablar de la relación de dos mujeres, se trata de hablar de las relaciones de amor en general, pero colocarlas a finales del siglo XIX, en el seno de una sociedad retrógrada y machista provoca un efecto absolutamente hilarante en muchos momentos, y también crítico, con las relaciones humanas y de pareja. En el fondo, la obra trata de esto. De amor, de sexo y de poder. Mamet toma una relación que se está deshaciendo y nos explica cómo se rompe y cómo, tal vez, se recompone, y por eso es una obra tan luminosa. Pero, ¿por qué entonces volvemos a visitar esta obra? Pues porque con Emma y Marta nos prometimos volver a hacerlo, tarde o temprano, porque teníamos muchas ganas y porque, en su momento, fue un espacio de felicidad. Trabajar con Anna (Lizarán) fue casi una epifanía, un regalo que tuve con ella. Y los regalos deben pasarse, y, ahora, le pasamos al público.”
Para el director, el concepto de legado que impregna el espectáculo va más allá del elenco que lo interpreta. “La obra está viva y tiene muchas cosas que decir. Debemos celebrar un legado y honrarlo. Aparte de esto, hay que agradecer también a la gente que había en ese momento. Maria, Pep Duran… yo no quería repetir, ahora, con la misma gente, quería hacer algo nuevo y trabajar con la gente con la que colaboro ahora mismo. Si que hay algo especial, en este sentido: Nidia era ayudante de vestuario de Maria, y ahora hace el vestuario, y eso también es muy bonito. Se trata precisamente de eso, de celebrar un legado pero haciendo, a la vez, algo que tenga sentido montarlo hoy.”
Emma Vilarasau, que interpreta el papel que, hace 19 años, interpretaba Anna Lizaran, describió qué significa enfundarse en la piel de la desaparecida actriz y cómo han tenido que luchar por encontrar su propia voz manteniéndose fieles a todo el bagaje emocional del espectáculo. “Creo que esta obra sirve, primero para agradecer a los maestros que, como Anna, nos enseñaron a jugar. Yo creo que un aprendizaje no es bueno hasta que la alumna encuentra su forma de jugar. No es la manera de Anna, pero sigue siendo un juego. Los primeros diez días era difícil, porque nos vendían los tonos de Anna. Hicimos un gran esfuerzo de decir: No. Debe ser como si tuviéramos el texto por primera vez. Aunque Anna siempre está presente.”
Para la actriz hay una razón por la que Mamet hizo que la relación del texto sucediera entre dos mujeres. En efecto, según Vilarasau, tanto las decisiones que toman en relación a los conflictos que vehiculan su relación como la propia forma de gestionar sus sentimientos y dinámicas como pareja sólo toma sentido en el marco de una pareja de dos mujeres. “Sí que habla de una relación de amor y poder, pero no en vano sean dos mujeres. Creo que, de ser una relación heterosexual, esta obra no funcionaría. Y digo esto porque creo que, aparte de una disputa ingeniosa, divertida, manipuladora, etc, lo que hay también debajo de todo esto es mucho amor. Estas dos mujeres llegan a una conclusión que sería difícil en una pareja heterosexual. Hay mucha complicidad y, al final, creo que, en la vida, es interesante decir: da igual, haz lo que quieras, vive como quieras, pero no te vayas. Son libres en su manera de vivir, y contrasta con la figura del corsé. Otra de las cosas bonitas de la obra es el lenguaje: como les gusta discutir, ese valor de la palabra que últimamente desaparece de los escenarios, y nosotros lo hemos puesto en valor porque lo tiene.”
Emma Vilarasau compartió un detalle muy íntimo y particular de la construcción de su personaje y que tiene que ver con un objeto emblemático del vestuario original. “El collar que llevo es el mismo collar que llevaba Anna. Para mí es un poco como un talismán, y es emocionante sentir esto, que formas parte de esto.”
Por último, la actriz habló de la vigencia hoy en día del montaje y de cómo la propia realidad se encarga de redefinir el espectáculo. “Cuando hicimos el texto no existía la segunda ola de feminismo que hay ahora, o LGTBI. Sin duda, ahora, cuando lo hagamos, a los espectadores les resonará de otra forma. Mamet no la escribió pensando en el feminismo, pero la vida, el mundo, le ha llevado por este camino.”
Marta Marco, quien interpreta al otro miembro del matrimonio, suscribió las palabras de su compañera de escena, añadiendo que, también para ella, las dos realidades, las del escenario y las de fuera de la ficción, se mezclan y comparten componentes de fuerte intensidad emocional. “Es una obra que habla de las relaciones humanas y la generosidad que debes tener cuando tienes una relación. Anna y Emma tenían una relación, y yo con Emma tengo otra, pero ha sido emocionante pensar en este regalo, en cómo juegan dos actrices en el escenario. Y, en este sentido, sumando Emma Arquillué. Ha sido difícil porque a Emma le salían frases de Claire, ya mí de la criada (ríen). Aquí nos hemos cambiado los papeles y ha sido un juego muy placentero. Yo quiero pensar que es un homenaje a Anna, porque nos ha regalado muchas cosas a todos.”
Joan Sellent, traductor del texto, desveló el reto que ha supuesto traducir una obra como ésta, con una voz muy compleja y que funciona en distintos niveles. “Desde mi posición de traductor, me he encontrado con un texto con esta exuberancia y ha sido un reto, porque es un texto escrito a finales del siglo veinte, pero con personajes de 100 años antes. Tiene muchas cosas que recuerdan a Oscar Wild, con la sofisticación del lenguaje, con términos de nivel, no siempre utilizados de una manera exactamente ortodoxa… pero, después, se permite lo que Wild nunca hubiera podido hacer, y es poner lenguaje grosero dentro de sus obras. David mamet crea unos personajes a partir de lo que muchas personas de la época pensaban. El traductor debe tener en cuenta que el lenguaje no será anacrónico. Hay contraste entre el modo de hablar de Anna y Claire, y el modo de hablar de la criada, que es una chica nada sofisticada que viene de pueblo. Esto también tiene su gracia, cuando estás en el proceso de traducción. Es un placer y un honor que un texto que has trabajado en solitario, le levanten profesionales de esta talla. Es muy gratificante, y, hablando de frases insignias, una frase que decía siempre Anna: Si se hace bien, también gusta. En este caso seguro que va a gustar.”
Por su parte, Emma Arquillué, también confesó haber visto la obra cuando era muy joven y que, entonces ya, la influyó profundamente, hasta el punto de marcar el camino de su trayectoria profesional. “La vi cuando tenía sólo diez años. Recuerdo el impacto que me generó, imágenes, sensaciones… yo empezaba a ver que yo quería que el teatro formara parte de mi vida. Y de alguna forma recibir este legado, para mí ha sido muy emocionante. Contar con personas que para mí son ya maestros, pasar el relevo… para mí era un sueño. Al final uno de los sueños de la gente que queremos dedicarnos a esto es, precisamente, trabajar con la gente que queremos que sean nuestros maestros. Llevo dos meses impresionada con el trabajo, la determinación, el amor, que creo que ya se me ha impregnado, y tengo ganas de seguir trabajando de ese modo. Con un texto como este que tiene mucho juego.”
Un matrimonio de Boston se representará a partir del sábado 12 de octubre de 2024 en La Villarroel.
Sinopsis
En Un matrimonio de Boston, Mamet explora las normas sociales a través de una pareja nada convencional. Y lo hace como un Oscar Wilde de nuestros días, con inteligencia y humor mordaz. Una comedia «victoriana» de amor y poder rabiosamente contemporánea.