¿Cómo será mi hijo cuando le toque estar aquí, donde estoy yo ahora?
¿Qué hijo querrá tener él?
¿Qué abuelo querrá que sea yo?
¿Qué padre hubiera querido tener mi hijo?
Después de la celebración de los Ejercicios de amor, El pont flotant regresa a La Abadía con su genuino estilo a modo de cierre de temporada. Tras su particular acercamiento a las relaciones de amor y amistad, donde el espectador era a la vez invitado, El hijo que quiero tener propone una reflexión sobre la educación y el papel de los padres, de los abuelos, de los maestros y de los hijos en el proceso de aprendizaje. De su importancia y de su valor, de la dificultad y el esfuerzo que requiere educar. En esta nueva producción de la compañía -la séptima- los integrantes de El Pont Flotant comparten ideas y preocupaciones sobre el hecho de tener hijos hoy en día. ¿Qué educación queremos darles? ¿Qué sistema educativo sería el mejor? ¿Cómo educamos en casa? ¿Qué educación recibimos nosotros? ¿Qué cambiaríamos? ¿Qué mantendríamos siempre? ¿Qué está cambiando y ya no podemos parar? ¿Qué responsabilidad tienen los abuelos? ¿Qué espacios quedan para los niños y para los mayores? ¿Cómo podríamos convivir mejor? El montaje podrá verse en la Sala José Luis Alonso en cuatro únicas funciones, del 12 al 15 de julio.
Una propuesta que habla sobre los lazos emocionales con los hijos y con los padres, sobre los conflictos, las alegrías y las penas. Sobre cómo proyectamos en los otros nuestros miedos, nuestras deficiencias o nuestras expectativas. Del esfuerzo que debemos hacer para comprender a los hijos y los nuevos tiempos que corren, así como la dificultad de éstos para entender a las generaciones pasadas.
Un trabajo de creación colectiva que cuenta con la presencia de tres generaciones en escena. Partiendo de experiencias particulares, Àlex Cantó, Joan Collado, Jesús Muñoz y Pau Pons, empezaron a imaginar escenas cotidianas, en casa, en la escuela o en el parque, que reflejaran el día a día de la educación. Convocaron entonces un taller intergeneracional con 20 personas, y durante tres meses trabajaron para extraer conjuntamente temores, deseos y conflictos y frustraciones. Del diálogo surgido durante estas sesiones nació El hijo que quiero tener. Dada la dificultad para viajar lejos con los niños y abuelos que participaron en las representaciones en Valencia, la compañía ha convocado un nuevo taller en La Abadía con 20 personas que participarán también en las funciones del 12 al 15 de julio.
De nuevo, como ya hicieran en Como piedras y De mayor quiero ser Fermín Jiménez, El Pont Flotant teje una dramaturgia con el hilo del tiempo, no exenta de autocrítica, humor, ternura e ironía. Esta vez, matizado por la experiencia y el paso del tiempo de sus componentes, presente, pasado y futuro se encuentran en escena para contarnos historias que hablan, en definitiva, de la vida, de cómo amamos a nuestros hijos y a nuestros padres, de cómo nos cuesta, a veces, comunicarnos, y recordarnos que no existimos sin los otros.
Humor, ternura, momentos de alta emotividad, proximidad con el espectador, realidad dentro de la ficción y uso de diferentes lenguajes son algunos de los ingredientes fundamentales de esta nueva creación de El pont flotant.