Parto de la base de que la magia es un engaño, pero a diferencia de otros es un engaño consentido. En España no existe una tradición arraigada de la magia como cultura, más bien en el imaginario colectivo es percibido como un mero entretenimiento. Pero al igual que el actor debe repetir una y otra vez su texto –además de darle una identidad propia al personaje en cuestión– el mago debe ensayar hasta la saciedad el truco, con la dificultad añadida de que solo hay dos resultados: número correcto o incorrecto. Siendo claros, si alguien debe engañar a mi cabeza, ese es José Ruiz, ahora en el Teatro Capitol...