En una sociedad obsesionada con el éxito, el payaso se ve como el perdedor. Como una persona fracasada, torpe. Sobrepasada por tanta exigencia de productividad. Así que su presencia nos humaniza, reivindica nuestra fragilidad, nos conmueve. No digan que no es para ponerse muy a su favor. Aunque, para el poeta y actor Pepe Viyuela, esa figura también es sinónimo de éxito: el que le dio aquel personaje estrepitoso que se enredaba en unas escaleras. Lo creó para poder navegar solo, ante el desafío que supone entrar en una compañía y permanecer en ella. Por primera vez lo representó en la Sala Triángulo, hoy ya cerrada y en cuyas instalaciones se ubica ahora el Teatro del Barrio. Y a este escenario vuelve, entre el 23 y el 25 de julio, con su icono. Será en el espectáculo unipersonal Encerrona, que dirige Elena González.