Está demostrado aerodinámicamente que el abejorro no debería ser capaz de volar. Su cuerpo es demasiado pesado para sus alas diminutas, su estructura desafía las leyes de la física… pero él no lo sabe. Y vuela. Con esta misma premisa marquetiniana, Antonio Díaz, El Mago Pop, desafía lo imposible en cada función de “Nada es Imposible – Broadway Edition” en el Nuevo Teatro Alcalá, un espectáculo que rompe las barreras de la lógica y la realidad para sumergirnos en un mundo donde la magia se convierte en verdad. Como el abejorro, El Mago Pop no se detiene ante lo improbable: lo desafía, lo transforma y nos invita a creer que, con la mirada adecuada, lo imposible simplemente no existe.
En otras ocasiones, cuando se habla de un ilusionista, es necesario contextualizar su trayectoria, explicar por qué es bueno en lo que hace o destacar sus logros para dar credibilidad a su talento. Sin embargo, en el caso de Antonio Díaz, esta tarea resulta casi redundante. No es una licencia periodística ni un intento de engrandecer su figura: es un hecho. Su nombre es sinónimo de éxito y sus cifras hablan por sí solas. Ha batido récords históricos en Broadway, superando incluso a Bruce Springsteen en recaudación semanal; ha colgado el cartel de «No hay localidades» en más de 1.500 funciones consecutivas; es el ilusionista europeo más taquillero del mundo y el artista español con más espectadores en los últimos años. A esto se suman innumerables premios y distinciones, como su reciente nombramiento como Académico de Honor de la Academia de las Artes Escénicas de España.
La propia industria ha reconocido su impacto con galardones que celebran su capacidad para revolucionar la magia contemporánea. Por eso, más que explicar su éxito, lo único que queda es rendirse ante él y disfrutar del espectáculo. Un espectáculo al que han asistido 3 millones de espectadores. Para ponerlo en perspectiva, es como si toda Castilla-La Mancha y Asturias lo hubieran visto, o como si cada habitante de Puerto Rico hubiera comprado su entrada. Con semejante audiencia, no estamos hablando solo de un evento de magia, sino de un fenómeno de masas que ha convertido a El Mago Pop en un auténtico rockstar de la ilusión.
Resulta complicado analizar el show porque, por tópico que parezca, las palabras se quedan cortas para describir lo que ocurre sobre el escenario. Puedo asegurar que el título “Nada es Imposible” no es solo una declaración de intenciones, sino una premisa real. ¿Que no se puede meter un helicóptero en un teatro? Toma. Desde el primer minuto, El Mago Pop aparece por todo lo alto y a partir de ahí el ritmo y la tensión no hacen más que aumentar. Como buen ilusionista, toma como base algunos de los números clásicos de adivinación y mentalismo, pero cuando alguien cree reconocer un truco y piensa “esto ya lo he visto”, se equivoca: Díaz los reinventa, los lleva a otra dimensión y los dota de una espectacularidad inédita. Porque, tras años viendo magia, sigue habiendo en este espectáculo números nunca vistos sobre un escenario en nuestro país. Y eso, en un arte con siglos de historia, ya es pura magia. Mención especial merecen los ayudantes de escena, esos cómplices en la sombra sin los cuales nada sería posible. Su trabajo es impecable, sincronizado al milímetro para que cada ilusión se desarrolle con la precisión de un mecanismo perfecto. En un espectáculo de esta magnitud, donde el ritmo es frenético y cada detalle cuenta, su labor es fundamental.

No hay rama del ilusionismo que se le resista. Cartomagia, numismagia, adivinaciones imposibles, telequinesis, telepatía… Todo lo que desafía la lógica tiene cabida en “Nada es Imposible”. Pero si hay una disciplina en la que Antonio Díaz lleva la emoción al límite, es la teletransportación. Quizá porque es una de las más espectaculares o quizá porque encarna mejor que ninguna la idea de lo inalcanzable, pero en este espectáculo no es un número aislado. En otros shows, la teletransportación puede ser el clímax de un gran truco o una sorpresa final. Aquí, en cambio, es un recurso recurrente, una herramienta que desafía la percepción del público y lo mantiene en un estado de asombro continuo. Lo que parece ser un simple cambio de ubicación se convierte en un juego imposible de presencia y ausencia, hasta que el espectador pierde toda noción del espacio. Porque cuando crees que lo tienes localizado en el escenario… aparece en otro punto del teatro. O peor aún: lo tienes justo a tu lado antes de que puedas preguntarte cómo llegó allí. ¿Se acuerdan del abejorro? Ese que, según la ciencia, no debería poder volar, pero lo hace de todos modos. Pues ahora imaginen que ese abejorro se llama Antonio y se apellida Díaz. Contra toda lógica, contra toda norma establecida, desafiando lo posible y lo imposible, ahí está él, haciendo que la magia vuele más alto que nunca. Ahí lo dejo… para que puedan presenciarlo en directo.
Parte del éxito de “Nada es Imposible” no solo radica en la genialidad de Antonio Díaz, sino también en la cuidada estructura del espectáculo y en su impecable ritmo. Y ahí es donde entra en juego otro de los grandes magos de nuestro país, a mi juicio el más carismático: Mag Lari. Su dirección es clave para que el show mantenga un equilibrio perfecto entre el asombro y el entretenimiento. Se nota su mano en la precisión con la que los efectos se suceden sin dar tregua al espectador, en la elegancia de la puesta en escena y en el impecable manejo del ritmo narrativo. Nada está dejado al azar: hay un cuidado milimétrico en cada transición, en cada pausa y en cada giro inesperado. Es un espectáculo meticulosamente diseñado para que todo salga bien… o mejor dicho, para que todo parezca realmente imposible.
Si todo esto no les ha parecido suficiente, todavía hay más. Porque en ese cuidado minucioso de los detalles sobresale un mundo audiovisual que no es un mero adorno, sino una pieza fundamental de la experiencia. Los vídeos nos transportan a momentos del pasado, aportando un trasfondo emocional y narrativo que enriquece el espectáculo. Pero, sobre todo, destaca el predominio de las ilustraciones de cómic, un recurso que además de aportar dinamismo visual, juega un papel clave dentro del show. Este uso del lenguaje del cómic no es casual. Es un elemento muy personal que conecta a la perfección con la esencia del espectáculo y con la propia figura de El Mago Pop. Si lo pensamos, ¿qué es un superhéroe sino alguien capaz de hacer lo imposible, de desafiar las leyes de la realidad y sorprendernos con hazañas inverosímiles? Antonio Díaz encarna ese espíritu: el del personaje extraordinario que, a base de ingenio, talento y carisma, nos convence de que lo increíble es posible. Si me permiten la metáfora, estamos ante el superhéroe de la magia. Y tanto “La gran ilusión” como “Nada es Imposible” es su gran historia de origen.

Más allá de las cifras apabullantes, de los récords históricos y de las ilusiones inexplicables, hay algo que convierte a Antonio Díaz en un artista único: su capacidad para transmitir generosidad, trabajo, constancia y humildad. Porque la verdadera magia no está solo en los trucos, en las desapariciones espectaculares o en los objetos que desafían la gravedad. La magia está en la ilusión, en la capacidad de hacernos soñar, de devolvernos la mirada asombrada de un niño, esa sensación de que, por un instante, el mundo es un lugar donde todo puede suceder. Y eso, noche tras noche, es lo que él consigue. En una época en la que lo efímero domina el entretenimiento y donde pocas cosas logran sorprendernos de verdad, que un artista sea capaz de llenar teatros una y otra vez, de emocionar y maravillar a públicos de todas las edades, es algo excepcional. Eso sí es magia de la buena, la que no se aprende en libros ni en trucos secretos, sino la que nace de la pasión y del respeto por el oficio. Y Antonio Díaz la domina como nadie.
Ilusionista, productor y guionista: Antonio Díaz
Dirección: Mag Lari
Management: Pilar Pérez
Ayudantes de escena: Carla Capellas, Lídia Arocha, Sofía Arteaga, Alex Bennette, Leo Bruster, Mar Morales
Diseño de iluminación: Dani Bartomeu
Coordinación técnica: Carlos Fernández
Diseño de sonido: Jordi Mateo, Arsenio Fernández
Diseño de sonido / Técnico de sonido: Alejandro de Miguel
Dirección Financiera: Antonio Díaz Sánchez
Diseño: Pep
Dirección comercial & patrocinios: David Tutusaus, Iván García
Ilustraciones y animaciones / Equipo de comunicación y marketing: Dani Ras
Selección musical: Jesús Díaz
Diseño de ilusiones y construcción: Clara Cabutí, Alejandro Sartoris, Jordi Salvadó, Paolo Argentón, Víctor Sanz
Diseño de vestuario: Pablo Battaglia