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Consuelo Trujillo: “Nosotros no hemos hecho el acto del reconocimiento para poder llegar a la conciliación. Para encontrarnos hay que reconocer el dolor y el daño”

Consuelo Trujillo, la protagonista de nuestra entrevista, interpreta dentro del texto de Bovell, dos personajes separados por la línea del tiempo, tal y como nos explica a continuación. Una conversación tranquila y sosegada de dos amantes del buen teatro.

 

¿Qué nos cuenta Canción del primer deseo?

El título en sí, que al principio yo pensaba que no sabía qué tenía que ver, pero sí. Habla de un primer deseo, de un primer deseo violentado, abusado, no tenido en cuenta, ensuciado y también anhelado, anhelado y como que vivimos en esa búsqueda porque la obra comienza con una mujer, Camelia, que yo encarno, que está buscando su memoria. Ha perdido la memoria, ha perdido los recuerdos, no sabe quién es y busca recordar. Y en ese recordar, mientras ella está recordando, es cómo transcurre esta historia generacional, como siempre hace Bovell, que es esa transmisión de una herida de generación en generación. Ocurre esta historia que se desarrolla en dos épocas, la España franquista del 68, en la que ya está el régimen, digamos, debilitado y hay mucha influencia de todas las revoluciones que están pasando en el exterior, en el 68, la juventud, todos esos cambios. Y la otra es nuestra época, nuestra España del 2023, de ahora. Actualidad pura.

Hay unos acontecimientos que no están, digamos, vividos en la obra, pero se habla de ellos, que ocurrieron en el año 43, en el principio del régimen de Franco, y digamos que la herida de esos acontecimientos es lo que va haciendo un viaje hacia el futuro y hacia nuestros días. El viaje de la herida.

 

He leído que es una trilogía, el final de una trilogía de otras partes que ya habíais trabajado con anterioridad. Esta es la tercera parte, ¿no?

Bueno, en realidad no es la tercera parte. Lo que pasa es que se le ha llamado una trilogía de la herencia porque han sido tres obras que un equipo muy similar ha hecho de Andrew Bovell, como fue Cuando deje de llover y Las cosas que sé que son verdad, y ahora Canción del primer deseo, eso hace una trilogía. Sobre todo tiene el sentido de que Cuando deje de llover Bovell cuenta el viaje desde Inglaterra a Australia en unas generaciones familiares y nos está contando de alguna manera la herida y cómo se construye la Australia actual, pero no tiene que ver… No están conectadas. Todo está conectado. El universo de Bovell. Y esto que te estoy contando de lo que es la transmisión de un acontecimiento violento y lo que eso daña en los seres humanos, cómo eso se transmite de generación en generación, eso está en las tres, sobre todo en Cuando deje de llover y en esta. Y el viaje yo creo que ha sido cómo nosotros nos interesamos por Wovell y contamos esa historia sobre Australia, que como todas las grandes dramaturgias, las de Shakespeare, las de Mouawad, todos, al contar una cosa particular sobre algo pero se convierte en algo universal, porque en Cuando deje de llover contábamos también la historia de nosotros como seres humanos. Entonces, ese viaje ahora él viene y vuelve y se interesa por nuestra España contemporánea. Yo creo que ha sido un acto de amor de él hacia nosotros.

 

¿Consuelo, las heridas siguen abiertas? ¿Necesitamos sanar estas heridas? ¿Siguen tan presentes?

Yo creo que sí. Yo creo que necesitamos muchísimo sanar. Y que ahora es cuando nos estamos dando cuenta que hemos querido sanar olvidando o tapando o este pacto que se hizo del olvido, esa amnistía, todas esas cosas que no han servido para nada. Porque yo creo que solamente sana darle voz al daño, hacer justicia, no para unos ni para otros, sino realmente reparar el daño y darle voz. Y esto no se ha hecho. Somos un país que yo ahora realmente investigando en lo que estamos haciendo con Canción, me he ido mucho a investigar lo que pasó en Argentina, en Chile y es increíble cómo nosotros no hemos hecho lo que ellos han hecho. O lo que pasó en Alemania, con lo que han hecho los alemanes. Nosotros no hemos hecho el acto del reconocimiento para poder llegar a la conciliación. No estamos. Seguimos en la separación. Y es triste porque han pasado ya muchas generaciones y sería, yo creo que el sentido de nuestra obra es que pueda ayudar un poco a sanar y a que nos encontremos. Pero para encontrarnos hay que reconocer el dolor y el daño. No se puede pasar por encima.

 

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¿Cuál es su personaje dentro de la trama y qué relación tiene su personaje con el resto de personajes que aparecen en escena?

Yo tengo dos personajes como los cuatro actores. Todos hacemos dos personajes. Uno de nuestros personajes vive en 1968 y otro personaje vive en la época actual. Y hay unos vínculos muy delicados, a veces muy claros, entre los dos personajes que hacemos cada uno. Hay vínculos entre todos que se van descubriendo a lo largo de la trama. Pero hay un vínculo muy especial. Concretamente, yo hago la madre y su hija. Hago una mujer, Margarita, en 1968, que tuvo una hija y esa hija es Camelia en la época actual. Entonces, para mí es un viaje maravilloso. Margarita es una sobreviviente de los acontecimientos de la guerra civil, que es una que ha sobrevivido y una resistente, una mujer de esas. Yo tengo referencia en mis abuelas, en mis bisabuelas, de esas mujeres que tiraron para adelante y que no salvaron la vida y salvaron la vida de sus hijos y lanzaron este país adelante con mucho dolor, con mucho silencio. Fueron muy silenciadas, pero realmente fueron heroínas que salieron ahí con la furia y la bestia interna de las madres que quieren salvar a sus hijos. Y esta es Margarita. Margarita esconde su dolor, silencia, calla, pero es una bestia por dentro que mata si quiere matar a su hijo. Es una mujer, como te la estoy diciendo, recia, callada, pero con una fortaleza bestial, que es capaz, no te quiero adelantar los acontecimientos ni a ti ni a los lectores, pero es capaz de muchas cosas, de todo lo que podamos imaginar y es una mujer sola saliendo adelante en lo que es la dictadura franquista, cuando ha vivido todo lo que vivieron y padecieron los perdedores. Y la otra es un personaje enigmático, que es Camelia, pero en realidad no es Camelia, es otra persona, pero ella no lo sabe. Es una mujer mayor que está en demencia, ha perdido el recuerdo, no sabe quién es, vive con sus hijos en una casa, digamos, adinerada, pero ya en decadencia de Madrid de estos años. Y es un misterio Camelia, porque Camelia no habla, dice muy pocas palabras durante la función, es una presencia, creo yo, inquietante, con una atmósfera interna muy, digamos, de locura, de perturbación, pero también poética y con mucha belleza, mucha fragilidad, que no se sabe por dónde va a salir. Y Camelia es esta mujer que quiere recordar, quiere recordar ese poema que oyó en un momento de su vida, que es ese momento de la existencia que todos los seres humanos, aunque no lo recordemos en el mundo racional y consciente, tenemos el recuerdo en la memoria sensorial e inconsciente del momento en el que fuimos amados. Y eso es lo que nos da la vida y la fuerza para seguir en la vida. Y Camelia quiere recordar ese momento. Luego se va a ir desarrollando la trama y vamos a averiguar qué es lo que le pasa a Camelia, por qué le pasa eso a Camelia y quién es Camelia de verdad, pero eso ya no te lo puedo contar.

 

Sí que me gustaría que me comentara cómo ha sido el trabajo con Julián Fuentes Reta, el director de la producción…

Con Julián ya trabajé en El proyecto Laramie, que creo que fue su primer proyecto que dirigió aquí en España, cuando volvió de Australia. Después trabajé también en Cuando deje de llover y ahora aquí en Canción. El trabajo con Julián, claro, para mí está muy unido al trabajo con Andrew Bovell, porque este proceso fue un proceso de creación que empezó en el año 2018. Hicimos una residencia artística. A mí me invitó Julián a participar en esas residencias, como al resto de los actores y también a creadores, músicos, iluminadores, y a Andrew también. Entonces ahí fue cuando a través de una residencia artística empezamos a preguntarnos de qué queremos hablar, porque no sabíamos de qué queríamos hablar. Fueron las preguntas que Andrew fue tirando del hilo, de un hilo muy especial en el que yo creo que apareció que queríamos hablar de cosas que ni nosotros sabíamos que queríamos hablar. Ah, es esto. Y yo no sabía que quería hablar de esto. Y ahí nace, digamos, es el principio, el germen de lo que es Canción del primer deseo, que en un principio se va a llamar El Jardín, y luego con todo ese material Bovell se va a Australia y crea esta estructura en la que él ha estado muy en contacto con Julián destilando, muy en contacto con Jorge Muriel, que es el traductor de la pieza, y también con nosotros, con el resto de los actores que hemos estado mandándonos mails, teniendo Zoom, todas estas cosas hasta que nace. La manera de trabajar de Julián permite mucho al actor, y mucho en este caso, porque los personajes fueron escritos con Andrew para nosotros. No es un casting que te llamen para hacer un personaje, es que esos personajes los han hecho para ti, como han nacido de algo que tiene que ver con tu esencia.

Julián prepara un marco, un marco visual, un marco escénico de objetos, de una puesta en escena, una serie de movimientos, transiciones, unas atmósferas, y deja que nosotros nos movamos con mucha libertad dentro de esas atmósferas. Y luego sí da notas muy específicas, sobre el ritmo, la tensión, la expansión, la dirección en algún momento del texto, el trabajo como que él tiende a apretarnos mucho, como yo le digo, como que nos pone las pilas para que vayamos, vayamos. Es una obra de muchísimo texto, es una obra de texto fundamental, y entonces el texto tiene que entenderse muy bien, porque es muy importante que se entienda, porque puede causar a la gente incomodidad no entenderlo, pero también es muy poético, es muy simbólico, y están todos esos planos. Y yo creo que él permite que todo esto nosotros lo investiguemos a nuestra manera, y luego nos da sus pinceladas y sus devoluciones, pero deja mucho que, al menos esta es mi experiencia, a mí me ha dejado que yo descubriera a Camelia, y que Camelia me ha acompañado en eso. No es un director que ya tuviera una idea de cómo tenían que ser los personajes, sino que ha dejado que mi propuesta vaya, y me ha acompañado en esa propuesta, y me ha ayudado en esa propuesta, y en la poesía de la propuesta.

 

¿Qué es lo que más le llama la atención, lo que poderosamente le llama la atención del universo de Bovell?

Buena pregunta. Te diré que lo primero que me ha venido a la cabeza es la compasión. Bovell es brutal y absolutamente es conmovedor, es decir, es brutal porque cuenta la realidad tal como es, es decir, no tiene este tema de la medida, oye, bajemos un poco, seamos un poco light, no le importa que la gente se atragante, es decir, él es brutal cuando cuenta algo, lo mismo que el tema de la pederastia. Yo me acuerdo en Cuando deje de llover, había gente que se salía en ese momento de la nave grande del matadero, en el momento en que se hablaba de eso, de lo que él le hacía a los niños, no lo podía soportar. Bovell es brutal, no perdona, nombra la maldad y la oscuridad del ser humano tal como es, no le tiene miedo, pero luego tiene también una capacidad muy grande con sus textos y con su poética y sus personajes de desarrollar comprensión hacia todos los seres humanos, incluso hacia los más oscuros, de incluirnos en el sistema porque todo lo humano nos pertenece. Creo que esto hace que su teatro sea reparador, sanador, pero a la vez no tiene no tiene medias tintas, sabes, eso es una cosa. Un golpe de realidad brutal que te da. Te da el golpe y te habla de la maldad, habla de la maldad, que la maldad existe y nos pertenece, pero a la vez está ese chorro, esa caricia de compasión hacia lo humano, hacia todo lo humano, que creo que esto lo tienen los grandes autores porque esto yo también lo he visto en Lorca, en Shakespeare, lo he visto en Mouawad, lo he visto en Sófocles, bueno, yo creo que los grandes dramaturgos y dramaturgas tienen eso, que es esa visión del ser humano en el que se puede estar toda la maldad pero también toda la luz. Tiene una cosa muy interesante en su estructura, y es que tiene muchas capas, y yo como actriz me siento como que empiezo el ensayo en una capa y conforme va avanzando los días de ensayo voy entrando en otras capas, luego empiezo a asustarme y digo esto qué es, no voy a ser capaz, hasta que veo que eso me lleva, me lleva, me lleva, que voy por un precipicio que es como un tobogán. Estaba yo hoy en casa y me venían cosas de las funciones de estos días dándome cuenta de otras capas del texto, que antes no me había dado cuenta, y otra maravilla es que sin que tú te des cuenta, cuando tú ya has estudiado ese texto mucho, y lo estás haciendo, te das cuenta que todo, todo, todo está interconectado, no hay nada porque sí, todo está interconectado, interrelacionado, hay como un tejido que se va haciendo en los subterráneos del texto que todo está conectado. A mí como interprete me da muchísimo placer, y sobre todo aprendo, aprendo mucho, es cada día, voy descubriendo, no acaba nunca. Él estuvo aquí al estreno y vino generoso, vino a la rueda de prensa, y nos dijo el último día, cuando vino a despedirse de nosotros, confiar en el texto, el texto os sostiene, confiar que os va a sostener, y es verdad.

 

 

 

¿Qué reacción ha tenido el público?

Yo lo que siento todos los días es mucho calor y mucha gratitud, una acogida muy emocionante. Yo siento al público emocionado con la obra, un público que llora, que ríe en su

Momento, porque la obra tiene mucha comedia, yo creo que Bovell ha olido algo, él tiene mucho sentido del humor, pero ha olido algo también de nuestra relación con el esperpento hispano ibérico, y lo incluye. Hay momentos muy esperpénticos en la obra, que la gente, como somos muy malos, nos reímos de las cosas así burras, la gente se ríe de esas cosas burras. La gente ríe, la gente llora, la gente está en silencio, y yo creo que hay gente que le escuece, que le cuesta el trabajo oírlo. Le cuesta trabajo oírlo porque ya no estamos hablando de Australia o de Inglaterra, estamos hablando de Madrid, España. Les toca más de cerca. Nos toca más cerca.

 

Y después de Canción del primer deseo, ¿qué más proyectos hay encima de la mesa?

Tengo por estrenar dos pelis en las que he colaborado, que es Hermana Muerte. Hice con Paco Plaza esta película de Verónica, y a él le gustó tanto el personaje de la Hermana Muerte, que era el que yo hacía, que ha hecho como se dice ahora en cine, lo anterior a Verónica, que es la historia de Hermana Muerte. Y ahí tengo una colaboración pequeña porque la Hermana Muerte, claro, se hace cuando era joven, pero me hizo muchísima ilusión hacerlo. Como también mi colaboración en una película que creo que va a ser preciosa, Teresa, con Paula Ortiz, que hago Guiomar de Ulloa, la amiga íntima de Teresa de Jesús, que lo encarna Blanca Portillo, y ha sido un proyecto que he terminado hace poquísimo y que lo tengo por estrenar. Yo creo que ya, espero, no sé si a finales del 23. Una serie en Netflix que también se ha estrenado ahora, y deseando que esta gira salga adelante, ojalá que sí, parece que se están interesando mucho los teatros y los programadores. Me gustaría mucho hacer, porque creo que va a ser una experiencia muy potente contar esta historia no sólo en Madrid, sino en toda España. Ir a Galicia, ir a Andalucía, a Cataluña, Valencia, como ir a todo lo que es nuestra España, que nos cuesta decirlo. Pero ir con esta historia me gustaría muchísimo.

 

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