‘Oskara’, que partía con siete nominaciones, ha sido galardonada finalmente con tres: Mejor Diseño de Vestuario, Mejor elenco de Danza y Mejor espectáculo de Danza. Misma cifra ha tenido ‘Caída del cielo’, en la que Rocío Molina ha hecho doblete (Mejor Intérprete Femenina y Mejor Coreografía), además del Mejor Diseño de Iluminación.
En cualquier caso, muy cerca de esta cifra han estado los montajes de ‘Sólo son mujeres’ –Mejor Dirección de Escena y Mejor Espectáculo de Teatro–, ‘El laberinto mágico’ –Mejor Adaptación y Mejor Actor de Reparto–, ‘La respiración’ –Mejor Autoría Teatral y Mejor Actriz Protagonista– y ‘Mulïer –Mejor Espectáculo de Calle y Mejor Composición Musical–‘, todos ellos con dos galardones.
La gala, dirigida por Joan Font (Comediants) y que ha transcurrido durante dos horas aproximadas en un ambiente festivo, ha contado con la cómica y presentadora Ana Morgade como maestra de ceremonias, quien ha incidido en la importancia de las mujeres en el sector. «Esta gala es una excusa perfecta para poner a las autora primero, a ver qué pasa», ha señalado durante su discurso inicial.
Las alusiones a la situación de la mujer han sido constantes durante las intervenciones de Morgade, si bien la más aplaudida ha sido cuando ha recordado cómo un monologuista le preguntó por quién había escrito su guión porque «era muy bueno». «No es que pensamos distinto, es que escuchamos distinto: las palabras no tienen género», ha reclamado. También otra alusión al IVA ha sido especialmente reconocida por el auditorio –«por lo que sea, el IVA al cine no ha llegado, no sé que ha podido pasar…»–.
Precisamente, la gala ha comenzado con el reconocimiento al ‘espectáculo de calle’ –primera vez que se reconocía este premio– ‘Mulïer’, una obra con la mujer «como punto de partida». «Esto va dedicado a todas las mujeres que luchan día a día por conseguir la libertad», ha defendido Joan Santacreu.
Otra obra que ha recibido el respaldo en la gala también cuenta con el universo femenino como protagonista, ‘Solo son mujeres’, sobre el papel de las mujeres durante la Guerra Civil. La directora de esta obra, Carme Portaceli, ha defendido la memoria de «tantas que lucharon por la libertad y la democracia» en España.
«Fueron olvidadas y sometidas a la más cruel invisibilidad, pero también hoy en tiempos de luz se las sigue ignorando en libros de texto y exposiciones, mientras en los espacios privados son asesinadas diariamente. Estas mujeres de la obra estuvieron siempre dispuestas a luchar por las demás», ha defendido.
Alfredo Sanzol, último premiado en autoría teatral gracias a ‘La respiración’, ha continuado esta defensa femenina afirmando que «nacer hombre o mujer no es importante, sino nacer una persona lo más empática posible con los seres humanos». «En mis textos, he viajado con personajes femeninos con la misma libertad que los masculinos», ha aseverado.
La «lacra» de la violencia de género
La presidenta de la Fundación SGAE, Inés París, ha alertado en su primera gala en el cargo de que, si bien «la situación de los autores es difícil e injusta, ser mujer lo complica más», recordando que solo un 17,5% de los socios de la SGAE son mujeres.
«Se equivocan los que creen que el paso del tiempo mejorará esta situación injusta. Hay que llevar a cabo sin timidez más acciones que resuelvan esta discriminación y para cambiar con la lacra de la violencia de género hay que cambiar los contenidos del teatro, porque falta el punto de vista de la mitad de la población», ha lamentado.
En esta edición, han habido menos alusiones políticas que en anteriores galas, pero París ha sido una de las más reivindicativas, empezando con una anécdota de los comienzos de los Premios Max. «En la primera ceremonia sucedió lo inesperado, la ministra de Cultura fue abucheada. Esa ministra era Esperanza Aguirre y fue una premonición: si nos hubiera escuchado, igual nos habríamos ahorrado 20 años», ha lamentado.
En su discurso, la presidenta de la Fundación SGAE ha hablado de «balance agridulce» desde que se iniciaron los Max hace 20 años. «Se construyeron teatros, porque con el ladrillo aquí hay entusiasmo siempre, pero no se planificó una política de audiencias y la administración prefirió mirar para otro lado», ha criticado.
En su intervención también ha habido espacio para la reivindicación del IVA cultural –«el teatro sufrió un descenso importantísimo a partir del 2010 por el IVA, a ver si se dan cuenta porque en el cine va a pasar lo mismo»– y la reivindicación de la labor autoral –«talento no falta, sino estrategia pública»–. Además, ha tenido un recuerdo para el recientemente fallecido Luis Goytisolo, quien ya denunció que «recortar en educación y cultura es talar el porvenir de la sociedad».
Ángel Ruiz, al recoger su premio como mejor actor protagonista por ‘Miguel de Molina al desnudo’, también ha sido uno de los que ha levantado la voz para recordar que el teatro «tiene que dar una bofetada a las conciencias». «Esta historia no es solo sobre el genio de Miguel de Molina, sino sobre todo de los que sufrieron la persecución y el olvido. Espero que la Ley de Memoria Histórica se lleve a cabo», ha reclamado.
El bombardeo de ‘Guernica’
Por su parte, Jon Maya, de ‘Oskara’, ha tenido un recuerdo para el bombardeo de Guernica que ocurrió hace 80 años y ha reiterado que fue «un bombardeo a todo un país entero y los ‘guernicas’ ocurren todos los días». «Fueron aquellos que supieron levantarse por nuestra lengua para que hoy podamos hacer ‘Oskara’. Un pueblo que baila nunca muere», ha destacado.
Los premios especiales al Grupo Yeses –colectivo teatral de mujeres presidiarias– o el reconocimiento al Festival de Almagro –con su directora, Natalia Menéndez, subiendo al escenario– han sido otros de los momentos más celebrados de la gala, aunque sin duda María Cárdenas –premio revelación por ‘Sindrhomo’– ha acaparado una de las ovaciones más largas al recordar que su «mayor premio es haber superado dos cáncer».
Asimismo, tal y como se había anunciado, la ceremonia ha sido «un explícito y emotivo» homenaje a los creadores en el que, además, no han faltado numerosos espectáculos musicales, de magia, de danza o teatrales alternando entre cada premio de la gala.
Salvador Távora y el teatro serio
Uno de los momentos más emotivos ha sido la entrega del Max de Honor a Salvador Távora, quien ha reivindicado su espectáculo ‘Quejio’, puesto en marcha hace 45 años para «romper con la imagen de divertimento en Andalucía por encima de todo». «En un país de tanta riqueza cultural, las nacionalidades tienen que salir al paso de la uniformidad. La cultura es sufrimiento, ingratitud y ganas de libertad», ha resaltado, entre una larga ovación de los presentes.
Távora, quien ha subido acompañado por la dramaturga Paloma Pedrero, ha insistido en que la «responsabilidad de la cultura es fundamental en todo, de una forma u otra». «Es una maravilla cuando el teatro trata de comunicar cosas serias. La SGAE está haciendo mucho por mantener el teatro, que tiene que ser cultura y libertad», ha concluido.
A esta gala han acudido, entre otras personalidades, el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, el secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político de Podemos, Íñigo Errejón o el diputado de Ciudadanos Toni Cantó.