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Año IXNúmero 412
09 JULIO 2025

‘La tabernera del puerto’ de Pablo Sorozábal, cumbre indiscutible del género, regresa al Teatro de la Zarzuela con la emotiva mirada escénica de Mario Gas

Imagen del reparto el día de la presentación
Imagen del reparto el día de la presentación
Que ‘La tabernera del puerto’ de Pablo Sorozábal es una obra maestra hay pocos que lo cuestionen. Algunos la consideran, sin duda con razón, algo así como la Traviata de la zarzuela, mientras otros la estiman como la última gran zarzuela de la historia. Fue estrenada en el Teatro Tívoli de Barcelona en mayo de 1936 –pese al éxito indiscutible, con no pocos problemas para el compositor debido a los tiempos convulsos que dos meses después derivarían en la Guerra Civil–, y en Madrid en marzo de 1940 –una vez terminada la contienda– en el Teatro de la Zarzuela. Ahora, 85 años después de aquella premier madrileña, el emotivo montaje de Mario Gas, en ocasiones poético y, ante todo, profundamente teatral y documentado, regresa a este mismo escenario.
Su padre, el bajo Manuel Gas, estrenó la obra en Madrid en 1940, y desde entonces alcanzó gran éxito con su interpretación del personaje de Simpson
José Miguel Pérez-Sierra y Julio César Picos se ocupan de la dirección musical
La escenografía, por momentos ensoñadora, es del genial Ezio Frigerio, y el vestuario de la oscarizada Franca Squarciapino, ambos historia viva de una de las más brillantes generaciones teatrales de todos los tiempos
Los protagonistas serán Leonor Bonilla, Serena Sáenz, Ángel ódena, César San Martín, Marcelo Puente, Celso Albelo, Rubén Amoretti, Simón Orfila , Ruth González, Vicky Peña, Pep Molina, Ángel Ruiz o Xavier Ribera-Vall
La iluminación es de Vinicio Cheli, la videoescena de Álvaro Luna y el movimiento escénico de Aixa Guerra

En esta ocasión están programadas 15 funciones, entre el 4 y el 22 de junio, de este ‘romance marinero en tres actos’ cuyo libreto original lo firman los dramaturgos Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw.

Mario Gas tiene profundas razones para que su trabajo venga repleto de una muy especial carga de emotividad y de conocimiento. Sus vínculos familiares le convierten en agudo conocedor de la obra de Sorozábal. No en vano, en el reparto que participó en el estreno de ‘La tabernera del puerto’ en el Teatro de la Zarzuela el 23 de marzo de 1940, su padre, el bajo Manuel Gas, que a lo largo de los años llegó a tener una estrecha relación con el compositor, cantaba el papel de Simpson con el que a partir de aquella presentación alcanzaría grandes y continuados éxitos.

Otro de los platos fuertes de la propuesta del Teatro de la Zarzuela es la escenografía y el vestuario, que firman respectivamente el genial Ezio Frigerio con Riccardo Massironi y la oscarizada (‘Cyrano de Bergerac’, 1991) Franca Squarciapino, cuyo trabajo se disfrutó en su montaje de ‘Los gavilanes’ en 2021 o ‘El caballero de Olmedo’ de 2023 en este mismo Teatro de la Zarzuela, y ambos historia viva de una de las más brillantes generaciones teatrales de todos los tiempos junto al actor y director de escena Giorgio Strehler y el actor, dramaturgo y director Eduardo De Filippo como sus cabezas y referencias más visibles.

El conjunto de ambas artes, la de la escenográfica y la del vestuario, llega a ser por momentos ensoñadora, a lo que contribuye la videoescena de Álvaro Luna.

La programación de ‘La tabernera del puerto’ es siempre un acontecimiento, pero el interés sube enteros si el equipo artístico que la pone en pie tiene la altura que la obra exige, como es el caso. A Mario Gas, Ezio Frigerio –fallecido en febrero de 2022, solo tres meses después de la presentación en La Zarzuela de este mismo espectáculo–y Franca Squarciapino, se suma en esta propuesta la dirección musical de José Miguel Pérez-Sierra y Julio César Picos que estarán al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid (Titular del Teatro) y del Coro Titular del Teatro de la Zarzuela, así como de un doble reparto que supera con creces los muy especiales atributos vocales que reclama la composición del maestro Sorozábal.

La de ‘La tabernera del puerto’ es una partitura evocadora, de atmósfera impresionista y repleta de aires portuarios, de ultramar, de mestizaje y de fusiones modernas. José Miguel Pérez-Sierra reflexiona al respecto asegurando que “es uno de los títulos más importantes del siglo XX y el último gran éxito antes de la Guerra Civil Española. Una obra teatral muy interesante dirigida por el grandísimo director y actor Mario Gas”. Asimismo asegura que este espectáculo de música maravillosa“habla de problemas muy polémicos para la época como la cuestión del contrabando en 1936.” Y en lo que a paralelismos se refiere, el maestro no duda en considerar esta obra como el ‘Rigoletto’ de la zarzuela, ya que, entre otras cuestiones, existe una destacada semejanza entre sus personajes principales y la relación entre estos”. Pérez-Sierraresalta que el Sorozábal que firma ‘La tabernera del puerto’ es un músico muy conocedor de la zarzuela anterior a él, y al tiempo es muy europeo en sus influjos, “con influencias principales en el impresionismo Francés que le da mucha inspiración a la hora de evocar esas atmósferas marítimas, y el verismo Italiano donde encuentra un espejo muy importante donde reflejarse: Giacomo Puccini“. No cabe duda de que ‘La tabernera del puerto’ es hija de su época, heredera de su tiempo, respondiendo y correspondiendo a lo que se hacía en el resto del continente.

A la altura de las circunstancias

Eso es lo que deben transmitir músicos y cantantes. Y para ello, para que el espíritu legítimo de la obra llegue a la sala, y desde allí vuelen hasta el escenario como genuina respuesta las muestras de satisfacción y el regocijo del público, es necesario contar sobre las tablas con un reparto a la altura de las circunstancias, que en este caso es mucha.

No hay peligro. En esta ocasión la garantía de solvencia está servida por cualquiera de los flancos desde el que se mire: formarán los elencos las sopranos Leonor Bonilla y Serena Sáenz en el papel de Marola (la joven tabernera que provoca amores y envidias), los barítonos Ángel Ódena y César San Martín en el de Juan de Eguía (el dueño de la taberna que mantiene una extraña relación con Marola, que todos creen su esposa), los tenores Marcelo Puente y Celso Albelo, que encarnan a Leandro (el joven marinero que se desvive de amor por Marola), los bajos Rubén Amoretti y Simón Orfila como Simpson (curtido lobo de mar inglés, borracho y único depositario del oscuro pasado de Juan de Eguía con quien comparte un turbio interés), la soprano Ruth González haciendo las veces de Abel (joven músico callejero que bebe los vientos por Marola, cantando a los siete mares su belleza y sus gracias), la actriz-cantante Vicky Peña dando vida a Antigua (sardinera desposada con el marino Chinchorro, como este muy dada a consolarse con la botella y celosa de sus continuas visitas a la taberna), el actor-cantante Pep Molina como Chinchorro (marinero, muy dado a la bebida, patrón del barco en el que tripula el joven Leandro), el tenor-actor Ángel Ruiz, cuyo personaje es Ripalda (dueño del Café del Vapor, competencia de la taberna de Juan Eguía y lugar que acoge alguno de los momentos reveladores de la trama), el barítono Xabier Ribera-Vall, que interpreta a Verdier (extraño marinero marsellés, antiguo conocido de Juan de Eguía, con quien tiene un oscuro negocio entre manos), el actor Rafael Delgado, el actor-cantante Didier Otaola y el también actor Ángel Burgos, que representan respectivamente a los marineros Fulgen y Senén y al sargento de carabineros Valeriano. Junto a ellos alternarán la escena 7 actores.

Es necesario destacar también la siempre pulcra e inteligente iluminación de Vinicio Cheli y la naturalidad del movimiento escénico creado por Aixa Guerra.

“Este Romance marinero no es una obra realista ni lo pretende; se trata de un relato teatral teñido de un vapor de leyenda, o elemento poético, en el que se explica una historia de contrabando y de amor en un pueblo marinero”. Mario Gas quiere ser fiel a la obra y que los intérpretes ayuden a “contar la historia con todo el sentimiento y toda la verdad que permite el teatro”. Y es que aquí, en este puerto marinero al que indefectiblemente nos traslada la escena, se combina  en un fino hilo la pasión teatral con la cultura popular. Y lo hace de forma tan legítima y leal, tan perceptiva, que se diría que todo lo que ocurre y se siente sobre la escena y en las butacas, es simple y llanamente arte de magia.

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