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Teatro del Barrio acogió el estreno de «Cúbico»: compañías internacionales unidas para crear, en escena, con el público

Imagen de una escena de la obra

Cúbico es una apuesta por la experimentación, investiga cómo el proceso creativo puede compartirse con el público y no estar completamente cerrado, sino abierto al encuentro con la presencia de éste para que lo pueda influenciar y ser participe. Dentro de este proceso, interpela especialmente la doble presencia del pensamiento divergente y convergente que los procesos de creación artística ponen en juego. Con Cúbico, experimentamos hasta qué punto podemos irnos lejos con la divergencia y cómo encontrar el equilibrio del proceso creativo con el pensamiento convergente. El público puede ser testigo de cómo funciona este proceso, lo ve en directo,  forma parte de él. 

Por un lado, como en la divergencia o dispersión, se busca cómo dejar fluir libremente y sin censura, fuera de patrones y sin saber hacia dónde nos llevará un gesto, una composición espacial, la fonética y el cuerpo de las palabras, una mirada, etc. Cómo atrevernos a confiar en la intuición del cuerpo, en la escucha de los otros, en la confianza, sin querer ir cerrando un guion constantemente. Se van abriendo alternativas con gestos, escenas, situaciones, personajes y composiciones dramáticas que se puedan ir dibujando y concretando cada vez más, o dejarlas en imágenes sin llegar a desarrollarlas o darles una forma definitiva. Se mantienen como posibilidad,  sugerencia. Cruzan el umbral de esa puerta que han abierto para ver qué hay ahí, sin querer quedarse para siempre. Por otro, como en el pensamiento convergente o lineal, también se ponen en funcionamiento los recursos de dramaturgia de forma selectiva. Se procura que sea un todo, que tenga una coherencia dramática y estética. Se van ordenando y seleccionando entre alternativas que se han abierto y las traen de vuelta para detallarlas y sacarles el jugo. O se pueden cruzar, contagiar unas con otras, encontrar qué las une. 

En la creación artística se da esta sincronía de habilidades, la confluencia de pensamiento divergente y pensamiento convergente. Mostrarlo y darle el foco es el reto de este espectáculo. Irse lejos, permitirse el no saber, mostrar la dispersión y la búsqueda haciendo partícipe al público, y llegar a encontrarse y converger en historias y escenas concretas. Es un juego de equilibrio entre estas dos formas de pensar, accionar y crear. 

El proceso creativo, al igual que la forma en la que construimos la vida, puede nacer desde un pensamiento o idea, desde una emoción o de una acción, o desde diferentes dimensiones que se retroalimentan. 

La puesta en escena de Cúbico marca el acento en este juego de equilibrio y en la importancia de crear desde diferentes dimensiones. Por ello elegimos que el cuerpo y el movimiento escénico fueran fundamentales e inevitables, y obligarnos así a que las ideas no tuvieran más valor que las acciones o emociones. Por eso todo ocurre en un metro cúbico donde los actores están tan próximos, dónde sólo pueden jugar con el cuerpo porque no hay espacio para objetos ni escenografía, y del que no se pueden bajar y siempre están presentes físicamente. 

 

 

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