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El Centro Dramático Nacional presenta «Inconsolable» de Javier Gomá, dirección de Ernesto Caballero e interpretación de Fernando Cayo

Escogidas anécdotas de su vida familiar ilustran cada una de las fases del itinerario, sus vueltas y retrocesos inevitables. Huyendo de lo que llama literatura maleducada, una plaga que nos contamina, según él, prefiere un estilo más civilizado, que combina la inteligencia con la amenidad y no desdeña el sentido del humor. Todo parece bajo su control cuando, de pronto, sin apenas advertirlo, el monólogo se desliza hacia un terreno distinto, porque, a consecuencia de determinadas revelaciones, la situación obliga al protagonista a experimentar en toda su desnudez y crudeza el sentimiento de lo absolutamente inconsolable por la pérdida, aquello que no tiene ni quiere tener consuelo. La negrura, la tragedia, se apoderan de la escena en un movimiento de creciente desesperación y vértigo hasta que, súbitamente, tiene lugar una aparición misteriosa, difícil de definir, que precipita el desenlace. El protagonista, al final de un rodeo existencial, una aventura del pensamiento y las emociones, consigue reconciliarse consigo mismo y con la vida. Aunque titulado Inconsolable, el monólogo acaba infundiendo consuelo al espectador porque, en una operación de alquimia dramática, convierte la aflicción del duelo en una invitación a una vida digna y bella. Escrita con mundanidad y gravedad a partes iguales, la obra verbaliza con precisión filosófica las profundidades insondables de una experiencia tan personalísima como universal, pues todos somos hijos, llamados a ser huérfanos y a dejar huérfanos.

El reparto está compuesto únicamente por el actor Fernando Cayo.

 

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