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Calderón y Teatro del Temple echan el telón al Espacio Miguel Narros de Almagro con La vida es sueño

Una particular visión porque una vez más se intenta acercar los clásicos al siglo XXI, a nuestra forma de vestir, a nuestros ritmos, aunque el verso y las palabras de Calderón estén vigentes en nuestros días. Sería una pérdida de tiempo volver a argumentar el texto de Calderón. De sobra es sabida la trama y argumento del mismo. Pero sí merece una atención especial el montaje, la forma de presentar «La vida es sueño» y que sea distinto a otros montajes del texto universal.

Una puesta en escena sencilla, pero a la vez compleja, introduce al espectador en el juego escénico que presenta Teatro del Temple de la mano de Tomás Ruata. Al fondo, podemos observar el trono del rey, y en el lado izquierdo del espectador un espacio reservado a la música. La música, de Gonzalo Alonso, está en todo momento presente durante la obra. Podríamos decir que forma parte del verso, si no es en forma de pentagrama musical, en forma de efectos especiales mediante una grata percusión.

El vestuario no puede ser más actual. La apariencia de todos los actores es contemporánea. Utilizan sudaderas de algodón deportivas, pantalones anchos, algún que otro mono de trabajo o de piloto de helicóptero, cazadoras o abrigos de cuero y vaquero. La cara maquillada con algunos elementos característicos de cada personaje.

El reparto, encabezado por José Luis Esteban que interpreta a Segismundo, tiene un sólido trabajo de interpretación. El elenco, en conjunto, mantiene al espectador en todo momento dentro de la trama. Hay un perfecto dominio del arte actoral. El juego con distintas rampas, las entradas y salidas a escena, y un juego final con dos estructuras metálicas, permiten a los actores mostrar las distintas ubicaciones de la obra. Unas telas colgadas del techo y rematadas por una gran anilla de madera sirven para mantener preso a Segismundo.

Según palabras del propio adaptador, Alfonso Plou, la idea es facilitar la materia prima del actor, para que, respetando la dicción del verso, exprese su contemporaneidad y llegue nítido al espectador de hoy haciendo del clásico, como ocurre con los auténticos clásicos, una propuesta actual. Una propuesta para no dejar escapar en su próxima gira.

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