Son un fenómeno. Se crearon a principios del siglo XXI, allá por 2004, cuando las emisoras de radio descubrieron que Internet les permitía la difusión de sus programas en diferido; dejaba de ser imperativo que las charlas radiofónicas al oído, las voces en la cabeza y la compañía de las y los locutores se disfrutasen en directo. El hallazgo coincidía con el boom de los blogs, y mucha gente, ya ajena a la profesión periodística, detectó el potencial de esa arquitectura sonora para la que bastaba un micro y una conexión a Internet. Cualquier persona podía emitirlos. Estados Unidos fue pionero, y los mismísimos Bob Dylan y Barack Obama se animaron con esa forma de radio que empezó a desarrollarse de espaldas a las normas de la radio. Ben Hammersley, firma habitual del diario The Guardian, les puso nombre: habían nacido los podcasts...