Masescena - Nacho Guerreros: "Soy un ingenuo de 50 años con muchos sueños por cumplir"

AÑO VII  Número 345

28 MARZO 2024
"JUGUETES ROTOS" ES SU ÚLTIMA PRODUCCIÓN TEATRAL

Nacho Guerreros: "Soy un ingenuo de 50 años con muchos sueños por cumplir"

Nacho Guerreros ha vuelto al teatro. En concreto al Teatro Infanta Isabel de Madrid con la obra de teatro “Juguetes rotos” que interpreta junto al también actor Kike Guaza. Aunque la televisión le roba la mayor parte del tiempo, confiesa que el teatro le llama poderosamente la atención porque “es la madre del cordero”. Ignacio Guerreros García, conocido como Nacho Guerreros (Calahorra, La Rioja; 5 de diciembre de 1970), es conocido principalmente por sus personajes en las series de televisión Aquí no hay quien viva (José María) y La que se avecina (Coque). Formó parte de un grupo de teatro en Vitoria antes de establecerse en Madrid a partir de 1991 para estudiar teatro. Antes de ser actor, trabajó con personas discapacitadas, fue camarero y puso en marcha, junto a otros socios, un negocio de decoración cerca de la Plaza Mayor.

Además, ha actuado en teatro, y en 2005 fue nominado al premio al mejor actor de la Unión de Actores por su papel en Bent, dirigida por Gina Piccirilli.

En 2012 fue nombrado Calagurritano de Honor por el Ayuntamiento de Calahorra.

Yo también sufrí bullying,​ es el título del libro escrito por Nacho Guerreros junto con la periodista Sara Brun, prologado por Jordi Sánchez y publicado por la Editorial Versátil en 2017. Una parte de cada ejemplar vendido del libro se destina a la Fundación ANAR para el mantenimiento de sus líneas de ayuda a niños y adolescentes. La obra muestra todas las caras del acoso escolar a través del relato de las víctimas y sus familias, incluido el testimonio del propio actor, y cuenta con la colaboración de diversos expertos. En la publicación también han colaborado AMACAE (Asociación Madrileña Contra el Acoso Escolar), KAMIRA (Cooperativa de Iniciativa Social de Navarra) y la asociación Levántate Contra el Bullying.

En 2016, junto al productor Fabián Ojeda, fundó Producciones Rokamboleskas, con la que ya han realizado las obras de teatro Juguetes Rotos y Conductas alteradas​ además del cortometraje Cariño.

 

Nacho Guerreros

 

La mejor hora del día para Nacho Guerreros es la primera, cuando se levanta, sobre las seis y media o las siete de la mañana. De pequeño tenía muy claro que quería pertenecer al mundo del espectáculo y ser cantante. El juguete de la infancia que recuerda con más cariño es un coche gris enorme, que no recuerda si era teledirigido, pero hacía un ruido muy especial. También un caballito. En el mundo del espectáculo recuerda quién le dio su primera oportunidad, aunque lamentablemente no recuerda su nombre, aunque sí su cara. Fue a una agencia y le recomendó ir a una escuela de teatro. Por eso conoció a Gina Piccirilli. Vieron en él posibilidades. Gracias a ese señor, que ahora mismo no sabe quién es. Por él tuvo un reenganche con el teatro. En una fiesta de disfraces se disfrazaría de hombre invisible. Cuando se encuentra solo delante de algún espejo no puede evitar mirarse. Es coqueto y exclama: “estás bastante bien para tener 50 tacos”. El pelo y los ojos son el rasgo físico del que se siente más orgulloso. Siente vergüenza, sobre todo, cuando le impresiona alguna persona, y no sabe muy bien qué decir, tartamudea… “Je suis malade”, cantada por Dalida es su canción favorita. Nacho Guerreros tiene miedo al dolor, al dolor del alma, a una muerte lenta. Sería capaz de mentir por salvarle la vida a alguien que quiere. Aunque no lo parezca, pierde los nervios con facilidad. Al otro sexo le envidia la inteligencia, y el hecho de la humanidad que le produce más admiración es la solidaridad, el hecho de que podamos ser solidarios unos con otros. Y también la insolidaridad. El odio le produce mucho rechazo. Utiliza mucho los refranes y las citas. Usa una cita de Góngora que dice: “Ande yo caliente ríase la gente”. El hecho tecnológico que le cuesta más trabajo comprender son las nuevas tecnologías, el teléfono móvil, el ordenador. En cuanto a su infierno particular, sus demonios particulares, ha aprendido a aceptarse tal y como es. Tuvo muchos demonios en la veintena. Le hubiera gustado ser el Azarías de Los Santos Inocentes. Pero también le hubiera encantado ser Glenn Close en Atracción fatal. Pasaría una noche con Michael Haneke. A su profesión le pediría, sobre todo, que no fuera tan ingrata, aunque reconoce que es parte del encanto.

 

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