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Año VIIINúmero 374
14 OCTUBRE 2024

Juan López-Tagle: “El delito es hacer realidad el miedo, o sea, el miedo de una persona que está en situación de debilidad”

Juan López-Tagle durante un ensayo de la producción
Juan López-Tagle durante un ensayo de la producción
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El pasado 21 de mayo se estrenaba en el Teatro Lara de Madrid la obra Extremo, un thriller trepidante que plantea un debate moral importantísimo y profundo en la sociedad actual en la que las leyes sobre la violencia sexual están en constante transformación y diálogo de la agenda política y social. 

La magnitud de las consecuencias psicológicas y emocionales de una agresión sexual se cuentan perfectamente en el texto de Mastrosimone, que elige una situación extrema para que podamos entender el proceso y reafirmemos la necesidad de fortalecer las leyes contra la violencia sexual.

Tras una agresión sexual, Marjorie, la víctima, consigue zafarse y hacerse con el poder y tener al agresor a su merced. Ante el temor a no ser creída se plantea tomarse la justicia por su mano. Cuando sus compañeras de piso llegan y se encuentran con la situación intentan calmarla e impedírselo, pero… 

Claudia Galán, Paula Iglesias, Irene Rojo y Javi Hernández protagonizan esta historia de William Mastrosimone adaptada y dirigida por Juan López-Tagle, con quien hemos mantenido una «trepidante» conversación sobre su propuesta.

En palabras del propio Juan López-Tagle, y de los personajes de la obra, “No quiero probar mi vomito cada vez que suene la puerta. No quiero estremecerme cada vez que un hombre me toque. Yo quiero vivir mi vida.”

Marjorie es consciente de que a partir de ahora su vida nunca volverá a ser igual. Sabe que ya no tendrá la misma libertad y que tendrá que vivir siempre con miedo, alerta y desconfianza. La pregunta es: ¿Puede confiar en la justicia para reparar el daño que ha sufrido? Las consecuencias del ataque van más allá de una posible condena reparadora; algo se ha roto y no se podrá reparar del todo nunca. ¿Qué puede hacer?

El thriller, trepidante, se construye dándole al personaje, acompañada de sus amigas, la posibilidad de DECIDIR como seguir adelante con su vida ante esta situación EXTREMA

Y a nosotros, los espectadores, nos pregunta directamente a la cara “¿Qué harías tu?”. El viaje con ellas nos obliga a experimentar la impotencia, la desconfianza y la rabia… y nos da un bofetón para que no podamos mirar a otro lado. El texto de Mastrosimone es buenísimo porque nos permite ponernos en todos los puntos de vista para que podamos decidir nuestra propia opinión y no salir del teatro indiferentes.

La puesta en escena es un reto tremendo porque la violencia en el escenario es muy compleja. Es muy difícil de ensayar. Cuanto más real intentas ser más rechazo generas. Hacerlo bien supone molestar e incomodar. Y quizás correr el peligro de perder al espectador. La línea es muy delgada. Pero Claudia, Irene, Paula y Javi hacen un trabajo tan poderoso, humano y lleno de coraje y determinación, que te atrapa, son unas bestias escénicas.

Como compañía, nosotros hemos intentado afrontar este viaje creativo con la delicadeza, el compromiso, la humildad y la honestidad que exige este tema y hemos tenido la inmensa suerte de que nos acompañen Consuelo y Carmen (de la Asociación MUM) y Zua y Teresa (Towanda Rebels) que nos han aconsejado, orientado y documentado sobre la realidad y actualidad de un problema tan grave en nuestra sociedad.

Se nos eriza la piel en la sala de ensayos cada vez que hablamos del universo de los personajes, recibimos un dato nuevo o conocemos otra historia real de lo que supone ser víctima de una agresión sexual. Como nos dicen ellas, creemos que es muy importante y movilizador contar esta historia en el teatro cada noche.

 

Juan, ¿qué nos cuenta Extremo?

Extremo es un texto de Mastrosimone que yo me traje la primera vez que fui a estudiar a Nueva York en el año 2005. Es un texto bastante antiguo. Al traducirlo lo he versionado y lo he traído un poco al momento contemporáneo, en la medida de lo posible. Lo he intentado liberar de cualquier tipo de connotación de tiempo y espacio para que lo importante sea lo que le pasa a los personajes.

Básicamente lo que cuenta es una situación en la que una mujer es agredida sexualmente. Un hombre entra a violar a una chica a su casa, no sabemos por qué muy bien al principio o cuáles son los antecedentes. Y de repente esta chica consigue zafarse y consigue maniatarlo, por así decir, al agresor. Y ahí empieza toda una aventura que la pone a ella en una situación en la que, por diferentes motivos, no puede acudir a pedir ayuda y tiene que decidir qué hacer con él. Eso plantea una situación de una víctima que adquiere una posición de verdugo con su propio verdugo y nos plantea una situación ética moral sobre realmente la gravedad de las consecuencias de una agresión sexual que son tremendas.

 

Todo esto sucede en el mismo momento…

En el mismo espacio y en el mismo lugar. Bueno, es la base del thriller, el hecho de que no hay respiro. Toda la función va en el mismo tiempo. Inicialmente el texto tenía diferentes actos y tenía algunas transiciones y nosotros en la versión nueva, yo he apostado por el hecho de que todo vaya a tempo y a ritmo y en una misma escena, en una misma secuencia de hora y media. Yo te digo esto para no desvelar demasiado, porque también hay que ir a ver la función.

 

Me habla de un violador que intenta realizar una violación. Al final le sale mal y el verdugo se convierte en víctima. Pero esto alegraría muchísimo al público que ve la obra. Tú has ido a cometer un delito y te has encontrado con la horma de tu zapato

Ese es parte del debate moral que se genera. Bueno, que el público se encuentre cara a cara también con esa pregunta de qué harías tú y si te parece bien lo que está pasando y si realmente… porque a mí se me plantea una cosa, puede ser que en un momento dado lo mataría, puede ser, porque es muy grave lo que ha hecho, porque le sale rana, realmente él comete el delito, porque el delito es hacer realidad el miedo, o sea, el miedo de una persona que está en situación de debilidad. Entonces eso realmente

Ocurre, y eso realmente nos pone en una situación de, bueno, mi instinto es defenderme y devolver la agresión, lógicamente. Entonces sí, probablemente haya un momento en el que el espectador diga, jódete, qué bien que esto esté pasando. Sí, puede ser, pero eso es lo que nos sitúa en lo que cuenta el thriller, que es lo que está bien o qué podemos hacer, podemos confiar en la justicia, podemos no confiar en la justicia. Es suficiente lo que la justicia va a hacer para devolverme el miedo con el que yo voy a tener que vivir el resto de mi vida, y entonces esto también nos conecta con esta teoría histórica que tenemos los hombres con las mujeres históricamente en nuestra sociedad.

 

Lo que está claro, Juan, es que el delito por parte de él se lleva a cabo y al final los dos están fastidiados, porque si el delito no se hubiese cometido uno de los dos saldría perdiendo, pero en este caso los dos pierden.

Esta es la trama que sostiene el thriller hasta el final, pero yo tenía mucho cuidado de en ningún momento, por mucho que ella esté reaccionando de una manera completamente lógica, la víctima en todo momento es ella. Eso es una de las cosas de las que yo más cuidado he tenido a la hora de manejar el discurso de la puesta en escena. Es decir, que en ningún momento perdamos la perspectiva de quién es la víctima. Esto es una cosa que desde el principio que empezamos a trabajar en la propuesta creativa yo tenía clarísimo que no podía perder de vista esto. Porque aunque la base del thriller esté, la base del texto, la estructura dramática de la obra se sostenga en el hecho de que la reacción de ella puede llegar a traspasar algunos límites, pero en ningún momento perdemos de vista que la víctima de lo que está pasando es ella.

 

EXTREMO 02

 

Juan, ¿qué diferencia hay entre la versión original y la versión que lleva usted al teatro Lara?

Hay un par de diferencias, una fundamental de contexto. Es decir, la versión original transcurre en el año 80 en New Jersey, que es un tipo de entorno y de contexto y de sociedad muy diferente al que podemos tener ahora, en 2023, en Madrid. Y la versión que llevamos nosotros, que es lo que te digo al principio, lo que te he dicho al principio que había trabajado, es intentar descontextualizarla lo más posible para que no sea importante, por ejemplo, en la versión original hay teléfono fijo, por ejemplo, para que te hagas una idea y no hay teléfono móvil, hay correo y no hay mail, móviles y este tipo de cosas. Y en la versión de ahora sí que los hay por una cuestión de que el espectador no tenga que hacer el esfuerzo de viajar a un contexto diferente al que tenemos. Esa es la fundamental. Y luego hay algunas cosas que hemos tenido cuidado, ya no tanto en el texto únicamente, sino en el discurso, porque tú sabes que con el mismo texto, según cómo hagas la puesta en escena, puedes tener un discurso, puedes tener otro. Nos asesoramos bien con gente experta en el tema y en el tema hoy en día en nuestra sociedad en España, que desgraciadamente esto no es un tema aleatorio, sino que es algo que pasa todo el rato mucho, e incluso te diría cada vez más, sobre todo a raíz de la pandemia, un rebrote de agresiones sexuales. Y entonces, hay algunas cosas de discurso en la puesta en escena que hemos tratado de ajustar al tiempo que vivimos, básicamente. Si hemos cambiado algunos textos, cosas que dicen personajes que a lo mejor ahora mismo en nuestro contexto pues no dirían, o no dirían de esa manera.

 

Juan, ¿cuántos actores en escena y cómo es la puesta en escena de este Extremo? ¿Qué vemos?

Bueno, vemos una casa, un salón de una casa compartida por tres compañeras de piso, jóvenes, independientes, inteligentes, divertidas, o sea, tres personajes muy identificables. Y lo que vemos es el salón de la casa, donde transcurre toda la trama. Luego tenemos el personaje de él, que es Javi, y que también está toda la trama en escena también, por así decirlo. Eso es lo que vemos, con tres compañeras de piso, con tres caracteres muy diferentes, cada una de las tres, y que afrontan el problema de cada una y desde su vivencia. Eso es lo que vemos, un salón de una casa totalmente contemporánea y actual, reconocible, identificable, y con el que nos podemos relacionar, digamos, fácilmente.

 

Juan, como Juan López, ¿usted se vengaría de su agresor?

No. Es un no rotundo. No tiene nada que ver con esto, pero mi familia ha sido víctima de terrorismo. Una tía mía fue asesinada por ETA en el año 89 y yo he convivido con esa sensación de necesidad de justicia e incluso de venganza en algún momento. No porque mi familia fuera así, pero sí con una necesidad muy grande de ello. Toda la vida he vivido esto muy de cerca y tengo el convencimiento de que la única manera de conseguir un paso adelante tiene que ver con confiar en la justicia. Confiar en que hay una justicia que castiga a los agresores y a los verdugos… en una justicia justa, valga la redundancia. De hecho, yo siempre me acuerdo de pequeño y de adolescente, de todas estas pelis donde existía la pena de muerte, me impactaban muchísimo. Que exista en una sociedad occidental la pena de muerte, occidental y en cualquier tipo de sociedad, en realidad. Pero que exista la pena de muerte es una cosa que me eriza la piel. Ahora cuando veo una peli y veo que van a matar conscientemente a alguien para hacer justicia me parece una… O sea, no estoy nada de acuerdo, me toca mucho, me remueve, con lo cual digamos que creo mucho en la justicia, creo mucho en que es la manera de que haya una sociedad en la que podemos confiar en que si alguien nos hace daño va a pasar por la justicia y… Bueno, eso es lo que yo creo. Yo no me vengaría de mi agresor en el sentido de matar a alguien que me… No podría hacerlo, además. Y no estoy de acuerdo con eso.

 

Matarlo, no, pero… ¿algún zarandeo?

Es que ¿cuál es el límite del zarandeo? ¿Cuál es el límite? ¿Quién decide si puedo zarandearle una vez o dos? O ¿hasta qué punto? O ¿con qué intensidad? O dejarle ciego, o dejarle, no sé, o castrarlo, o ¿qué? ¿Cuál es el límite? ¿Quién es quién para decidir el límite? Entonces, evidentemente, yo creo que para vivir en sociedad hay que haber una justicia y tenemos que confiar en esa justicia y que las víctimas no deberíamos, cuando somos víctimas, decidir el castigo y todo lo que implica creer en la justicia. Eso soy yo, pero entiendo que cuando alguien está muy involucrado con las consecuencias de su agresión o de su pérdida o de cualquiera que sea la situación… Yo he visto a mis abuelos toda la vida sufrir por algo que un asesino hizo. Y eso es difícil de arreglar, es difícil de reparar.

Hay una cosa en la función que ocurre que es, para mí, el momento central y el más importante de la función, que es cuando el personaje de ella intenta transmitir la gravedad de lo que ha pasado de una manera muy clarividente. Es decir, cuando una mujer es víctima de una violencia sexual, cuando las mujeres viven desde pequeñitas con ese peso encima y con ese miedo y con esa alerta que los hombres no tenemos, o la mayoría de los hombres en general no tenemos, y tenemos que aprender a comprender que las mujeres sí. Y cuando eso ocurre, ¿cómo vas a vivir el resto de tu vida con eso? Es muy grave.

 

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¿Qué espera de su paso por el Teatro Lara de Madrid?

Pues en realidad muy poca cosa. Esta vez hemos planteado la producción y para mí, en este momento, volver a dirigir únicamente y no actuar tiene que ver con ser capaces de estrenar la función, si te digo la verdad, y hacer un espectáculo potente, digno, importante y sobre todo muy bien hecho. Y este es el único objetivo que tenemos en estas primeras diez funciones en el Lara que tiene que ver con estrenar.

Básicamente hoy en día, tal y como está el panorama teatral, ser capaz de estrenar una función como esta para mí ya es un éxito. Y si encima lo hacemos como disfrutando del trabajo con el equipo, con un equipo que está entregado a contar una historia, pues es un éxito. Todo lo que venga después, maravilloso. Si realmente somos capaces de llegar a la gente, remover, generar interés, generar un debate también, todo lo que seamos capaces de conseguir con la función, bienvenido será.

 

¿Habéis hecho alguna previa para tomar la temperatura?

Si, hicimos un primer pase con el equipo. Había parte del equipo que no había visto ningún ensayo todavía. Estaba allí el escenógrafo, la diseñadora de luces, el técnico de sala, el músico, la diseñadora de vestuario. Estábamos todos prácticamente y fue muy fuerte lo que pasó en la sala de ensayos. Me acuerdo que una de ellas la vio por primera vez y me decía “wow, me ha impactado. No sé todavía cómo digerir lo que ha pasado”. Es para bien porque está muy bien hecha la función, me decía, pero no sé, tenemos una incógnita ahí. Sí, yo creo que hay gente a la que le va a remover.

Soy consciente de que hay gente a la que le va a remover en una dirección igual no cómoda. Y habrá gente a la que le remueva en una dirección importante, ya no solo por la calidad del trabajo artístico que hacen los actores, sino porque está muy bien escrita la función, es trepidante, realmente es trepidante.

Pero no tenemos ni idea, iremos midiendo la temperatura, pero esto es un salto al vacío. Esta función es un salto al vacío. De hecho, ha habido gente que me ha dicho, ten cuidado porque puede ocurrir que la función toca unos temas delicados, que hay gente a la que le pueden incomodar. Bueno, lo sé, yo he puesto todo mi corazón en ser cuidadoso, en ser delicado, en tratar de que no haya nadie a quien puede ofender lo que pasa en el escenario. Creo que lo hemos conseguido, pero es trepidante, la función es trepidante.

 

El teatro nació para remover…

Yo soy bastante naíf. Yo siempre he dirigido y he hecho, bueno, siempre no, pero cuando haces una comedia está bien, porque yo me acuerdo cuando dirigí mi primer espectáculo que decía, lo único que a mí me gustaría es que la gente viniera al teatro y saliera un poco más feliz de lo que ha venido, y entonces al final estás proporcionando bienestar y estás proporcionando placer. En esta función no sé si eso va a pasar, pero sí es importante esa labor teatral también.

 

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