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Juan Dávila: «Con Dani y Roberta he bajado al subsuelo profundo underground y navego en las profundidades más sombrías»

 

¿Qué nos cuenta Dani y Roberta?

Es una historia de dos personajes, digamos, un poco incomprendidos y solitarios, con mucha soledad, que se juntan una noche y, sin ellos ser conscientes, empiezan a conectar desde un lugar de empatía entre los dos, pero empatía desde un lugar de violencia. Es algo que parece contradictorio, la empatía y la violencia, pero ahí es como se comunican. También conectan con algo que es como la esperanza. Es un drama, pero siempre tiene la esperanza de que hay algo mejor, de encontrar el amor, de intentar hacer cosas buenas en la vida.

 

¿Se les ha hecho daño a estos dos personajes? ¿La vida les ha tratado mal?

Bueno, han nacido en unas circunstancias que no son las más propicias. No sé dónde leí el otro día, que claro, cuando naces en una familia bien, digamos, es como que ya has recorrido un 40% del camino que otro tiene que recorrer si empieza de cero. Estos han empezado en menos 40, o sea, son de familias problemáticas, con violencia y sin ningún tipo de cariño, y claro, pues sí, empiezan desde ahí. El comienzo de la obra es de dos personajes que la vida, por las circunstancias que sea, les ha tratado mal.

 

¿La sociedad los ha apartado, o se han apartado ellos mismos?

Sí, se han ido apartando ellos. Los dos personajes se encuentran en un bar, que son como lugares de encuentro de gente más solitaria, donde no les enjuician, porque ahí cada uno puede soltar lo que quiera que es aceptado, y nadie piensa que son raros. En ese lugar están bien.

 

Juan, ¿cómo ha sido trabajar con Victoria?

Hombre, pues la verdad es que yo no la conocía de nada. Todo surgió porque Victoria compró los derechos de autor, se puso en contacto con Cristina, que es la directora, y fue Cristina la que por uno de los vídeos estos, de los Reels, pensó que este personaje podía partir de esa energía. Y la verdad que con ella muy bien. Ella había hecho tele, y esto, bueno, ha sido teatro, que es como novedoso, pero muy bien, ha sido muy fácil trabajar con ella. A ver, viene de una serie diaria, y cuando has superado una diaria, ya te adaptas a todo. Que a veces sales de la escuela de teatro y lo único en lo que piensas es en hacer teatro, pero en cuanto vas por una serie diaria dices aquí se trata de solucionar, de sobrevivir y de buscar resoluciones y no problemas. Es el espíritu de supervivencia sobre todo, que no te coma la serie a ti, sino que seas tú capaz de comértela a ella. Que sobrevivas a once secuencias… Cuando vienes de ahí, pues ya digamos que el teatro es otra cosa. Cuando sales de la escuela, que es como un lugar más de cuidado, y sales a la vida, y te das cuenta de lo que hay, no tiene que ver.

 

Me comentaba Victoria en la entrevista que mantuvimos, en la conversación que mantuvimos, que necesitaba como ‘partener’ en esta obra, digamos, a un chulo con un corazón de oro. ¿Usted ve a Dani definido de esa forma, o sea, con un carácter chulesco, pero que encierra un corazón de oro?

Sí. Más que chulo rollo John Travolta en Grease, que es más el chulo bajo mi punto de vista, yo lo veo más como superviviente y violento, o sea, él no va chuleando por ahí rollo mira qué bueno soy, o mira qué bien voy, o qué ropa llevo, sino que él va sobreviviendo con la violencia.

En cuanto alguien le dice algo, salta, pero no porque sea chulo, sino porque es lo que ha aprendido de pequeño, la violencia en cuanto le retan de alguna manera, o le miran, pero no lo veo como la chulería al uso. Él es camionero, trabaja en un camión, se hace kilómetros, y se va a bares por la noche, pero él ni va a chulear ni va a ligar tampoco, que es lo que al principio parece la obra, pero no va por ahí. No. Él va a los bares donde no hay gente porque sabe que si hay gente se va a pelear.

 

Me imagino que Dani está lejos de Juan Dávila en cuanto a forma de ser, ¿qué le ha ayudado a construir este pintoresco personaje, este dramático personaje?

Hace muchos años estuve jugando al fútbol en Villaverde, Villaverde-boetticher, que era el equipo de fútbol, y había muchos personajes así, que saltaban rápidamente con violencia, en cuanto los rozabas un poco acudían a la violencia. Estuve como cuatro años, entonces los tenía como muy en el imaginario. Y luego, también, desde una actitud corporal que es como más echado para adelante, son como desconfiados. Es casi como un animal también. Lo he trabajado un poco desde el personaje ese que desconfía, y desde el animal que salta en cuanto lo miras, que es más instintivo, no lo filtra por el cerebro. El trabajo con los animales muchos actores lo usan.

 

Si tuviera que definir, bueno, más que definir, si tuviera que juzgar a Dani con los ojos de Juan Dávila, ¿cómo lo haría?

Dani tiene una falta de empatía absoluta, un egoísta, violento, irracional, injusto, o sea, todo eso es lo que conscientemente si lo ves desde fuera, ves, o sea, lo que ves del personaje, así de primeras, sin ver de dónde viene todo lo que trae atrás, como diciendo me pongo en sus zapatos. Sin ponerte en sus zapatos ves eso.

 

Dani y Roberta

 

¿Cuál es la relación que tiene con Roberta?

Les une la soledad. Cada uno está solo a su manera. Él vive con su madre y ella también con sus padres, pero es de estas relaciones que, bueno, que hemos visto muchas películas del cine Quinqui, donde no se hablan en casa, donde hay una relación completamente agresiva con la familia. Les une eso, y la noche. Él viaja de noche, va a los bares, y se están tomando algo ahí en el bar. Pero de primeras él no quiere ni ligar ni nada, es como una forma de huir.

 

Juan, lo comentábamos en los previos off de record de la entrevista. Después de este pelotazo (más de 50.000 entradas vendidas), de petarlo, como dicen los jóvenes ahora, en el teatro y en redes sociales, ¿cómo decide meterse en una empresa como esta, hacer un drama como este, que nada tiene que ver con el formato que habitualmente venía siguiendo?

Sí, pues fíjate, yo no hacía teatro desde Todo irá bien, con José Manuel Carrasco, que estuvimos en el Fernán Gómez, hacía años. Era también como una tragicomedia que trataba del suicidio. Siempre el formato teatral me ha enganchado mucho, el contar historias que no son mías, que no es mi texto ni que yo he trabajado y que no he producido. Y luego también, claro, el pelotazo se ha producido durante. Yo a esto me comprometí antes, que estaba bastante liberado. Esto ha sido como un compromiso adquirido con anterioridad, pero te digo yo que el 80% dice, mira, yo tengo otros líos, hasta aquí he llegado. Pero es también una relación como de compromiso de, bueno, pues hemos estado ensayando un mes y medio y tal. De hecho, fíjate, el sábado actuamos a las nueve y cuarto, pero es que yo a las once actúo en el Capitol para 1300 personas. Imagínate lo que tengo que hacer ahí para a las nueve y cuarto en el Quique San Francisco, acabaremos a las 9,35 ó 9,40, y a las once empiezo en el Capitol, lleno. Pues esos han sido los cachivaches.

 

Con un formato totalmente distinto y dos personajes que nada tienen que ver.

No, no, es pasar del subsuelo profundo underground y navegar en las profundidades más sombrías, a saltar a todo lo contrario.

 

Comentaba Victoria Camps también en una entrevista, que fue capaz de vender un anillo de compromiso de una historia que no le funcionó y no le fue bien, y lo hizo para adquirir los derechos de esta obra. Digamos que eso responde a la inquietud de esta actriz y también a las ganas de trabajar y luchar por una profesión en la que ella yo creo que cree con los ojos vendados. Mi pregunta es, ¿usted hubiese sido capaz de hacer algo así por algo en lo que verdaderamente cree?

Sí, sobre todo cuando eso ya estaba acabado (aquella relación). De hecho, a mí cuando me contó esta historia dije, mira, vamos para adelante con esta chica. Es una prueba de amor al desamor (risas). Dices, el equilibrio de la vida. Por un lado vende algo, y compra otra cosa que es otra historia de amor. O sea, de un desamor cuentas una historia de amor. A mí eso al principio me hizo mucho decir, vamos para adelante con ella. Sí, sí, como… absolutamente. Y yo también lo haría, yo creo que sí, sí. Piensa que el amor por la profesión es que es como… es indescriptible. Es que hay mucha gente que dice lo de casarte con la profesión. Es algo que es tan apasionado que… yo qué sé, hay gente que por una pareja dices, yo es que lo dejo todo por esa pareja, me voy a Cancún a vivir, o si ella trabaja en China, o él, me voy a China, busco allí mi vida y tal. Yo eso, por ejemplo, por una pareja me resulta difícil pensar que lo haría, pero por la profesión sí. Entonces entiendo que puede hacerse eso. Y vamos, yo lo haría.

 

Juan es el canalla de la escena de hoy en día. Canalla con respecto al público…

Y me lo permiten todo, efectivamente. Sí, es como que el personaje ese, la gente lo ha comprado y dicen queremos ver a ese personaje y que nos rocíe la cara de mierda. Échanos todo lo que no somos capaces de decir en el día a día. Aquí vamos a soltarlo todo. Y luego también hay una parte como de caos. Yo en el caos soy absolutamente libre y feliz. Entonces, genero caos. Conmigo, con el público, entre ellos, con el que llega tarde, con la que se queja, y se crea ahí una ola de caos que estás metido ahí, como si fuese un baile africano, en el que ya te metes ahí en una danza impulsiva sin pensar que luego a la salida la gente dice madre mía cómo he dicho yo esto. Pero salen diciendo esto es una terapia. Porque es un poco un ejercicio que hacíamos en la escuela, que era como liberar los impulsos sin pasar por el raciocinio y sin hacer daño, evidentemente. Porque liberar los impulsos a veces puede ser un impulso de matar a alguien. Pero siendo legal, dentro de la legalidad, es una liberación de impulsos. Entonces, desde el personaje canalla, pues me permiten cualquier cosa. Pero cualquier cosa, la mujer que yo le haga al marido, el marido al marido, a la mujer, al novio, el novio al novio, la novia a la novia. O sea, porque me vienen indistintamente todo tipo de parejas.

 

 

Ahora viene un momento, como decía, que es un continuo volumen de trabajo que va a tener este mes, le va a costar. Pero ¿qué le pide a Dani y Roberta? ¿Qué le pide a esa función de teatro?

Como un lugar para empatizar con personajes que existen y que no los tenemos tan presentes, pero que están ahí. Siempre cuando hago este tipo de obras, el objetivo es darme cuenta yo, y por ende el público, de empatizar con el otro, siempre, y de ponernos en el lugar de los otros. Porque lo primero siempre es poner barrera y alejarte. Y criticar. Hay que intentar quitar esa barrera y ponerte un poco en el lugar del otro.

 

¿Le gustaría que se alargara en el tiempo?

Eso va a ser complicado (risas). Yo de momento voy a hacer el periodo del Galileo, que ahora se llama Quique San Francisco. Y luego ya veremos. Ahora ya te digo que estoy haciendo verdaderos malabares para encajar funciones. Vengo de Valencia, entro aquí, voy al Capitol, al día siguiente me voy a Burgos.

 

Juan, para finalizar, y lo dejamos aquí si quieres, ¿qué proyectos hay encima de la mesa? ¿Algún proyecto, o el proyecto más inmediato de Juan Dávila es continuar con La capital del pecado?

Estoy pendiente de una serie también que todavía no ha salido. Ahora voy a rodar a Valencia, voy a rodar también un cortometraje que es de comedia con un personaje como muy canalla. El otro día me llamaron de un programa de la tele, de estos de los de medio día, pero no me interesa mucho, la verdad, de estos de colaboradores. Entonces estoy viendo un poco hacia dónde tiro, porque los pasos que dé ahora van a definir bastante la carrera. Puedes ir hacia presentador, actor, ahí es complicada ahora la situación también. ¿Qué elijo, no? ¿Hacia dónde? ¿Hacia dónde encamino mis pasos? Porque de repente te puedes convertir en un icono social, pero hacia dónde vas. Entonces estoy ahí pensando bastante eso. O sea, estoy pensando porque yo soy bastante más impulso que racional, pero ahora le estoy poniendo cabeza.

 

Pues Juan, no hace falta que te desee todo el éxito del mundo porque ya lo tienes, pero sí me gustaría que se alargara en el tiempo.

Sí, eso es, que dure, que dure. Sí, sí, y que pueda seguir ayudando, porque tengo como 40 mensajes de gente que cuando no me apetece editar un vídeo por la mañana, y veo las reseñas de gente privada, gente con depresión, ansiedad, que no veía ninguna salida y diciendo es que cada mañana veo tu vídeo y me río… Un chaval, el otro día, que llevaba nueve meses sin salir de casa, y cuando lo hizo lo primero fue venir al show. Ojo, con eso, porque por ahí sí que va, por ahí sí que va bien la cosa.

Para poner una nota de humor. Hace unos días me pusieron un mensaje en una red social. Lo estás petando y eres mi padre, dicen. Que yo al principio, el primero que me puso, eres mi padre en TikTok, pensé, digo la que he liado. Y ya digo, ¿pero cómo que soy tu padre? No, no, no, no, que es una expresión ahora que utilizamos los jóvenes como que me molas, como que me gusta lo que haces. Y ahí seguiremos.

 

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