Masescena

Alfredo Sanzol: «Tenemos que ser inteligentes como colectivo. Tenemos mucho trabajo por hacer y lo tenemos que hacer unidos»

A simple vista, Sanzol es un hombre sereno, tranquilo, aunque él mismo luego afirme que pierde los nervios con facilidad. Y aunque al principio le cuesta entrar en nuestra entrevista, quizás por mirar con cierto recelo lo desconocido, es capaz de manejar con bastante soltura la situación. Amigo de guardar y reservar su parcela más personal, reconoce haber hecho mal muchas cosas, pero no puede decirlas. Es hermético en ese sentido.

Siguiendo con la línea editorial que marca Masescena, en esta entrevista nos hemos dejado llevar. Sabemos de su duración, pero el personaje lo merece. Poco amigo de acercar un titular y dos preguntas, creo sinceramente que Alfredo Sanzol tiene mucho que decir. Y a pesar de su duración se quedaron cosas en el tintero, como poder hablar de su producción más reciente y de sus últimos éxitos. Éxitos que se han convertido en lo más valorado de alguna temporada teatral a nivel nacional.

 

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Entrando en una parcela algo más personal, las siete de la mañana es la mejor hora del día para Alfredo Sanzol. De pequeño quería ser el gran aventurero Indiana Jones. Las bicicletas son el juguete de la infancia que recuerda con más cariño. La primera oportunidad profesional se la dio Gerardo Vera. En una fiesta de carnaval se disfrazaría de robot. Cuando se encuentra solo delante de un espejo suele poner caras. El rasgo físico del que se siente más orgulloso es de sus ojos, pero no lo dice muy convencido. Su primera comunión es un momento de su vida en el que sintió más vergüenza. Su canción preferida es Sultans of Swing, de Dire Straits. Alfredo Sanzol tiene miedo a no ser consciente, y sería capaz de mentir por sus seres queridos. Los nervios los pierde habitualmente. Como él mismo dice, “se le caen del bolsillo”. Al otro sexo no le envidia nada. Según argumenta, “somos personas, no veo sexo, sólo personas”. El hecho de la historia de la humanidad que le produce más admiración es la construcción de la primera democracia. No las primeras democracias donde había muchas personas excluidas, si no cómo se construyó el primer sistema de representación en el que todo el mundo fue a votar. El que le produce mayor rechazo son los momentos históricos en los que hay un tirano al frente. Suele utilizar los refranes, y entre risas, nos dice uno: No hay mal que por bien no venga. El hecho tecnológico que más le cuesta comprender es la televisión. Siempre ha pensado que había enanitos y duendes dentro. El infierno particular para Alfredo es la desigualdad social. Salir a la calle y encontrarse con personas que están abandonadas por la sociedad cree que es el infierno. Le hubiera encantado ser el protagonista de cualquier película de Indiana Jones. A la pregunta ¿con quién pasaría una noche?, con cierta sonrisa pícara comenta que eso es un tema más privado y prefiere guardárselo.

 

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