Masescena

Teatros del Canal estrena «Pharsalia», el canto antibelicista del coreógrafo Antonio Ruz

El Premio Nacional de Danza de 2018 adapta el poema épico inacabado del cordobés Marco Anneo Lucano, nieto de Séneca, escrito en el siglo I

Como recuerda el propio Ruz, “la guerra nos acompaña desde el comienzo de las civilizaciones, está en la naturaleza humana el deseo y la ambición, lo que induce a la inseguridad colectiva y a la lucha. Es un proceso brutal y peligroso pero que forma parte de nuestra especie”.

No sabía entonces, cuando esbozaba las líneas de este proyecto a principios de 2021, que el conflicto bélico sorprendería al coreógrafo, Premio Nacional de Danza en 2018, en medio del proceso creativo. Había escogido una obra de un cordobés como él, pero que vivió en el siglo primero de nuestra era. Es el único texto que ha sobrevivido entre los que escribió Lucano hace más de veinte siglos, en cuyos diez cantos aborda la guerra civil entre Julio César y Pompeyo Magno.

 

PHARSALIA ©ALPERI 12

 

De la dramaturgia Pharsalia se ha encargado la actriz, bailarina, coreógrafa escénica Rosabel Huguet, quien ha concebido la obra en tres momentos: antes de la guerra, durante la guerra y tras la guerra, en los que plasma los sentimientos que suscita la contienda: del miedo al caos, de la amenaza a la anarquía, el exilio y la esperanza.

A partir de esta dramaturgia, el trabajo coreográfico de Ruz, según explica, indaga en la idea de la guerra desde un enfoque alegórico, poniendo al cuerpo al servicio de conceptos cotidianos como el conflicto, la crisis, la resistencia, la tensión o la evasión.

“Pero el ser humano no se conforma con su estado de guerra, y es ahí, cuando aparecen en escena los vestigios de la belleza, de nuestra esperanza. La violencia del mundo, el desasosiego y la constante lucha por la supervivencia, por un refugio ante la adversidad, se vuelven aquí una experiencia estética elevada y sublime”.

El coreógrafo cordobés ha querido plantear, afirma, “una reflexión crítica y comprometida sobre la crueldad y la barbarie en la sociedad contemporánea. Un alegato a favor de la concordia, el respeto y la compasión”.

Con una propuesta escénica y de vestuario contundentes y una creación musical original que viaja entre lo épico y lo electrónico, once intérpretes transitarán coreografías cargadas de violencia, sutileza y teatralidad lanzándose, con toda su fisicidad, a una fiesta del combate.

Una música envolvente compuesta por Aire y marcada por elementos electrónicos y acústicos, rodeará al espectador despertándole, según explica su autor, “sensaciones más propias de una película que de una pieza de danza”, con sonidos que evocan “una batalla, la muerte, la reconciliación, el éxtasis y la conexión espiritual”.

 

 

Un lenguaje singular

Al concederle a Antonio Ruz (Córdoba, 1976) en 2018 el Premio Nacional de Danza 2018 en la categoría de Creación, el jurado valoró especialmente su “lenguaje singular” como resultado de una amplia investigación personal. Esta singularidad la había perfilado Ruz en sus primeros montajes, 1 Calvario y Cebolla/Oignon, donde el corte académico convivía con el imaginario popular de su infancia. Había aterrizado en el Ballet del Gran Teatro de Ginebra en 2001, después de formarse en su Córdoba natal y en la Escuela de Víctor Ullate en Madrid.

Su etapa en el extranjero se consolidó en el Ballet de la Ópera de Lyon y en 2006 regresó a España para formar parte del elenco de bailarines de Nacho Duato en la Compañía Nacional de Danza. En la búsqueda de su propio universo creativo destacó especialmente su relación con la prestigiosa coreógrafa Sasha Waltz.

En 2009 Ruz fundó su propia compañía. Con un estilo característico abierto a las influencias internacionales, las preocupaciones de sus obras son eclécticas: filosóficas, humanísticas, psicológicas o simplemente musicales, todas se caracterizan por una poética que inunda sus movimientos.

El uso de la música en vivo se ha convertido en una de sus señas de identidad como creador y se aprecia en trabajos como À L’espagnole, fantasía escénica (2015), Double Bach (2016), concebida junto al compositor Pablo M. Caminero, o el concierto coreografiado Signos(2020).

Entre sus últimos encargos destacan su primera incursión en la lírica a través de la zarzuela con El Barberillo de Lavapiés (2019), el ballet La noche de San Juan (2021), In Paradisum (2021), una pieza creada para la Compañía Nacional de Danza, para la que en 2017 había creado Electra, con la que ganó el Nacional de Danza. También en 2021 rodó Aún, su primera película de danza, en la que rememora los diez años de su compañía.

 

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