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Año IXNúmero 433
05 DICIEMBRE 2025

Perdonar para seguir viviendo: «Violencia» pone sobre la mesa cómo el diálogo puede ser la vía para superar la peor de las tragedias

Imagen de una escena de la obra
Imagen de una escena de la obra
Una mesa. Cuatro sillas. Una orquídea. Cuatro padres a los que se les rompió la vida el mismo día, en el mismo momento. Diego Garrido Sanz adapta y dirige Violencia, basada en la película Mass (2021) de Fran Kranz, que lleva a las tablas las consecuencias emocionales de una matanza que acabó con 11 alumnos fallecidos, después de que uno de los estudiantes llegara armado a su instituto, disparara contra ellos y luego se quitara la vida. Producida por Diego Garrido e Ysarca, Violencia podrá verse del 28 de noviembre al 28 de diciembre en el Centro Dramático Nacional.
Diego Garrido Sanz adapta y dirige Violencia, basada en la película de Fran Kranz Mass (2021)
El montaje muestra el encuentro entre los padres de un chico que murió víctima de un tiroteo y los progenitores del menor que provocó la matanza en el instituto en que ambos estudiaban

Beatriz y Martín, interpretados por Cecilia Freire e Ignacio Mateos, van a reencontrarse con los padres del asesino de su hijo seis años después. Necesitan entender cómo Jaime llegó hasta el punto de coger un arma y ponerse a disparar a sus compañeros de forma indiscriminada. Ricardo y Amelia, en la piel de Jorge Kent y de Esther Ortega, intentarán responder a sus preguntas, pero ni siquiera ellos entienden lo que ocurrió. ¿Cómo su niño pudo cometer esa atrocidad para luego quitarse la vida? ¿Fue su culpa? ¿No vieron las señales? ¿Pudieron hacer más? Incluso: ¿estuvo en su mano evitarlo?

Diego Garrido fue a ver la película Mass al cine y, cuando salió de la sala, algo había cambiado en él. «Me ayudó a perdonar a mis padres y a mi ex. Lloré mucho, la volví a ver y pensé que un teatro podía ser todavía más catalizador de cosas buenas, así que llamé para pedir los derechos», cuenta. En el montaje toca muchos temas que ponen sobre la mesa problemas sociales muy graves, como la violencia, la ruptura de los vínculos sociales, los peligros de Internet y los móviles o la responsabilidad política. También aborda la idea de la pensadora Hannah Arendt de que «solo se puede perdonar algo cuando es imperdonable», para lo cual es necesario «hacerse cargo», en palabras del director. «Y los personajes lo hacen», asegura.

Un dilema alrededor de una mesa: dolor, venganza y perdón

En la obra original, la acción transcurre en una iglesia evangelista de Estados Unidos, mientras que en la adaptación que se podrá ver en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero el espacio escénico nos conduce hasta el escenario de un teatro donde Diego, abogado y mediador interpretado por el propio Diego Garrido Sanz, ha preparado con mimo el reencuentro entre las dos familias.

Esa reunión se lleva a cabo en un espacio minimalista, basado en una mesa y cuatro sillas. «Para mí es político que puedas hacer una obra de teatro con una mesa y cuatro sillas y que pueda seguir siendo válida», explica el director. La iluminación la firma David Picazo y el vestuario fue ideado por Conchi Espejo.

Cuatro formas de afrontar la tragedia y solo una de superarla

Cecilia Freire interpreta a Beatriz, la madre de uno de los chicos asesinados en el instituto. Su recorrido en el montaje comienza en la oscuridad más absoluta, pero al final todo cambia gracias al diálogo: «Lo fascinante es que esta madre ha venido a escuchar a los padres del asesino de su hijo para hacerles responsables. También para intentar entender cómo llegó esa persona al límite. Por un lado señalamos con el dedo, pero por otro hay una mirada introspectiva de decir cómo puedo hacerlo mejor». Ignacio Mateos es Martín, el marido de Beatriz, que afrontó la muerte de su hijo de una manera completamente opuesta: «Mi personaje ha sido el que durante estos años ha intentado llevar el activismo, que la memoria de su hijo siguiera viva, pero que sin embargo no se ha parado a reflexionar sobre la herida que tenía. Llega a la reunión con las cosas muy claras, pero se da cuenta de que esa cicatriz que pensaba que estaba cerrada está supurando. El amor a Beatriz es lo que le ayuda a cerrarla».

Frente a ellos se sientan los padres de Iván, el chico que perpetró la matanza.  Esther Ortega, que da vida a Amelia, destaca lo más fascinante de este trabajo: «Intentar entender cuál es el recorrido de una madre que ha criado a un asesino, por dónde ha pasado su amor, su dolor, su culpa y cómo ha conseguido sobrevivir a eso. Ha sido espectacular para mí». Considera que el nivel de violencia que hay en la sociedad es «terrorífico» y que es necesario reflexionar sobre ello: «Es importante que le demos espacio a estos lugares donde nos investigamos como causantes de esa violencia. El teatro está para que nos miremos en este espejo e investiguemos qué está pasando con nosotros». Su expareja en el montaje es Ricardo, interpretado por Jorge Kent, un padre acosado por la culpa de haber criado a un asesino que trata de encontrar las razones que le empujaron a acabar con la vida de sus compañeros: «Como padres acarreamos que cualquier acto de nuestros hijos es cosa nuestra. Pensamos que la forma que tenemos de educar tiene unos resultados que tenemos que asumir».

Violencia se representa, entre el 28 de noviembre y el 28 de diciembre, sobre las tablas de la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero.

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