Reconocida por la Unión de Actores y Actrices como Mejor Actriz Secundaria de Teatro por La Ternura, Hernández confirma una vez más su compromiso con proyectos escénicos de gran profundidad y calidad artística.
Sobre «El entusiasmo»
¿Hasta qué punto es posible cambiar lo que somos, o estamos determinados por nuestras elecciones pasadas? A medida que envejecemos, ¿nuestras opciones se reducen, o estamos más capacitados para dirigir a donde vamos? ¿En qué medida controlamos esa dirección? ¿Cuánto influye el azar? Las posibles vidas que podríamos haber vivido… ¿se pierden para siempre o perviven en nosotros como fantasmas? En definitiva: ¿somos autores de nuestras vidas, o simplemente personajes?
En una de las versiones de Vania que realicé el año pasado, uno de los personajes, el médico Astrov, decía: «En la mediana edad hay misterio, hay perplejidad. (…) Es como si hubiéramos tomado un camino equivocado, pero ¿cuándo? Imposible saberlo». No son palabras mías, ni de Chéjov. Se trataba en realidad de una entrada de los diarios del escritor norteamericano John Cheever. Una reflexión sobre la(s) crisi(s) de la mediana edad que está en la raíz de El entusiasmo.
Los personajes de esta obra comienzan donde terminan los de Vania. Frente a la apatía e inacción que caracteriza a los personajes de Vania, los de esta obra se lanzan en todo tipo de direcciones: unos cambian de trabajo, otros se divorcian, hay quien deja todo y se pone a escribir la novela que lleva veinte años queriendo escribir, o incluso quien sufre una repentina transformación religiosa y se apunta a una secta. Los argumentos y las supuestas salidas son múltiples, pero el motor es el mismo: un intento desesperado por agarrarse a aquello que nos mantiene vivos o, lo que es lo mismo, por recuperar el entusiasmo.
En cuatro partes, un prólogo y un epílogo, El entusiasmo sigue la vida de una pareja: sus conflictos personales, sus conflictos de pareja y con la maternidad/paternidad. El juego de la ficción está continuamente presente: los personajes se narran o se escriben unos a otros, alternando en sus respectivas reencarnaciones los roles de narrador/autor y personaje.
La obra vincula el tema del entusiasmo en la vida de los personajes con el entusiasmo por la narración y por contar historias. Algunas de estas historias se centran en lo pequeño, en el mundo de la pareja, la maternidad/paternidad y sus complejidades, otras tienen un peso argumental más fuerte y nos llevan lejos en el espacio y en el tiempo… Componiendo así un caleidoscopio de historias y personajes.
En definitiva, El entusiasmo pretende tratar con humor e ironía el tema de la pareja, los hijos y la crisis de la mediana edad, a la vez que construye un artefacto teatral con la ambición y el juego propios de la novela posmoderna.
Pablo Remón

Natalia Hernández
Natalia Hernández (Madrid, 1975) es una actriz con una sólida trayectoria en teatro, cine y televisión. Desde muy joven estudió música y danza, y más tarde se formó en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid.
En teatro ha participado en montajes de gran relevancia como Edipo Rey, La Ternura, Shock 1. El Cóndor y el Puma, Shock 2. La Tormenta y la Guerra, 1936 o Los yugoslavos dirigidos por reconocidos creadores como Alfredo Sanzol y Andrés Lima. Por su trabajo en La Ternura fue galardonada con el Premio de la Unión de Actores y Actrices a Mejor Actriz Secundaria de Teatro.
En televisión ha intervenido en series como Policías, en el corazón de la calle, Periodistas, Hermanos y Detectives, La que se avecina, Caronte, Vergüenza y Vis a Vis: El Oasis, y más recientemente en Serrines, de Prime Video.
Actualmente, forma parte del elenco de El entusiasmo, escrita y dirigida por Pablo Remón, que se representa en el Teatro María Guerrero dentro de la programación del Centro Dramático Nacional.





