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La Villarroel estrenó en catalán la versión de Àlex Rigola de «La Gavina» de Anton Chéjov

Roser Vilajosana, Xavi Sàez, Àlex Rigola y Eudald Font

Rigola se estrena también como actor del montaje

Àlex Rigola vuelve a La Villarroel y en esta ocasión lo hace en el escenario en un montaje que destaca la poesía y emoción, en un juego metateatral que confunde ficción y realidad. A partir del texto de Chéjov, Rigola dibuja una historia de amor, de desamor, de frustración, utilizando un lenguaje universal que mezcla el argumento de la obra con las reflexiones y las vivencias personales de un director, tres actrices y dos actores.

En cuanto a la creación del espectáculo, Rigola destaca su punto de partida en cuanto a la interpretación, buscando «que los intérpretes que están en el escenario se expliquen ellos mismos». Lo que se ve en esta versión «son personas en el escenario, no personajes falsos. (…) El espectáculo mantiene la estructura de Chéjov, pero trata los conflictos de una forma que los actores se los puedan hacer suyos». Esta pieza le interesaba porque toca el existencialismo de Chéjov y sus reflexiones sobre el amor. «Pero esta pieza también habla de teatro y nos permite hablar de las inquietudes de una persona que vive de esta profesión. Hablar de los traumas que padecemos. Me reconozco en estos personajes». Sobre el espacio escénico, explica que «es minimalista porque se ha querido ir a la esencia, el espacio escénico también son ellos, las personas en el escenario».

La Gaviota se representará en La Villarroel hasta el 01 de agosto de 2021.

 

Sinopsis

Tres actrices, dos actores y un dramaturgo/director hablando de sus deseos y su amor por el teatro. O tal vez de una madre y un hijo que a pesar de amarse no se encuentran y se hacen daño. O tal vez de la historia de lo que queremos y nunca conseguimos. O quizás del amor entre dos personas de diferentes generaciones. O quizás del primer amor descabezado. O tal vez de la frustración de no quedar nunca contento con el hecho creativo. O tal vez de la lucha con el deseo. O tal vez del miedo de hacernos grandes e ir desconectando de lo que nos rodea. O quizás los miles de amores no correspondidos de la humanidad. O tal vez de la historia de cómo cargarse un amor. Morir, amar y hacer teatro.

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