Masescena

La Compañía Nacional de Teatro Clásico y Barco Pirata presentan en Madrid «Castelvines y Monteses» de Lope de Vega

A diferencia de Shakespeare, Lope escribe una comedia con la historia de los amantes de Verona. Eso unido al verso lopesco les animó desde el principio a hacer un espectáculo musical, en la línea de «Lehman Trilogy», donde las actrices y actores son además músicos, cantantes y cuerpo de baile que se desdoblan en múltiples personajes en una escenografía orgánica en constante movimiento. Una escenografía a primera vista sencilla, pero camaleónica y sobre todo llena de magia, que funciona como una caja de sorpresas constantes.

Un espectáculo para toda la familia que nos acerque (sobre todo al joven espectador) al teatro del siglo de oro. Señoras y señores la comedia musical está servida.

CASTELVINES Y MONTESES 

José Carlos Menéndez, versión

Del Amor, más acá de la muerte: UNA DANZA DE LA VIDA

Las historias trágicas de jóvenes amantes recorren la imaginación occidental como un río de sangre. Desde los viejos mitos hasta las elaboraciones románticas, pasando por nuestra Celestina, y el hito moderno de la tragedia shakespeariana. Lope se aparta del final trágico, obedeciendo a los gustos de su público, y va mucho más allá de la parodia, convirtiendo una supuesta obra menor, en un alegato más a favor de su eje temático fundamental: la fuerza indestructible del amor. Nuestra versión sigue esta pauta vertiendo todo el espíritu juvenil que late en su obra: el triunfo del amor y del deseo, por encima de las convenciones sociales, como fuerza de progreso. En una suerte de celebración coral, acompañamos el juego jubiloso de los amores de nuestros protagonistas: Julia y Roselo, Dorotea y Anselmo, Celia y Marín, en su peculiar danza del deseo, triunfan una vez más sobre la mezquindad de los viejos, y sus caducos valores.

 

Sergio Peris-Mencheta, director y adaptador

Desde que hago teatro, como actor, adaptador, director o productor, siempre, he sentido que lo hacía “a pesar de todo”. No por una necesidad alimenticia (huelga decir que en los tiempos que corren eso es una utopía), pero si con una necesidad vital: inevitablemente, hago teatro; incuestionablemente, hago teatro; inexpugnablemente, hago teatro.

Hoy, en pleno 2020, hacer teatro es una proeza. Además de ser más necesario que nunca.

No sólo para seguir entreteniendo, no sólo para seguir contando lo que pasa.

Ahora, dejar de hacer teatro, es arruinar la vida a todo un sector que lleva viviendo al día años, décadas, siglos. Teatrero ahorrador es un oxímoron.

El 10 de julio de 2020 nos arremangamos para llevar a cabo la proeza de sacar adelante esta pieza de Lope de Vega. Inexpugnablemente. Incuestionablemente. Inevitablemente.

Quizá hablemos de un teatro herido (término acuñado por un buen amigo) pero más vivo que nunca.

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