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El Espacio Miguel Narros de Almagro ovacionó a un Cyrano de Bergerac que se creció por momentos

La función, dividida en cinco actos, transcurre en varias localizaciones. Un teatro del Palacio de Borgoña, una hostería de poetas que no es otra que la tienda de Ragueneau, una plazuela en el viejo Marais, donde se produce el beso con Roxana, un campamento militar, y para cerrar, en el quinto acto, un parque de un convento en París. La escena sucede en 1640, y el quinto acto, quince años después, en 1655.

La escenografía, diseñada por Alejandro Andújar y Enric Planas es sencilla. Muy sencilla. Pero funcional. Tan sencilla que se reduce a un bloque central que se desliza, hacia adelante y hacia atrás. Otros dos bloques laterales fijos contienen una puerta cada uno de ellos para entrada y salida de los actores. Además, los bloques son utilizados para poder subir. Así, se desarrolla, por ejemplo, la escena de amor entre Roxana y Cristián, con el asesoramiento de Cyrano. Una mesa de madera, dos bancos, también de madera, y telas extendidas y colgadas de estos bloques, culminan la escenografía, añadiendo algún que otro elemento de atrezzo.

Destacables son las proyecciones, aunque es cierto que no se abusa de ellas. En algunas escenas vemos proyectado los muros del convento del quinto acto, la ventana de la pastelería de Ragueneau, un bosque… una carta manuscrita de Cyrano, un letrero que indica el paso del tiempo en el quinto acto.

El diseño de iluminación es correcto y está acorde con la escena, aunque en alguna ocasión, no tiene mucho sentido iluminar demasiado la escena si, supuestamente, los actores son iluminados por linternas o faroles de cera. En cuanto al vestuario, aceptable. No se han empleado buenos tejidos en su confección. Pero comprendemos que es muy difícil en los tiempos que corren, y con una producción privada, hacer alarde de tejidos en este Cyrano. Caso aparte merecen las pelucas. Su utilización en algunos actores, como el caso de Álex Gadea, es más que incómoda y la pierde en plena escena, intentanto sujetarla, por todos los medios, con las dos manos.

¿Quién no tiene en la retina, y en la memoria, la versión cinematográfica que de Cyrano hizo Gerard Depardieu? Pues no se llamen a engaños. José Luis Gil ha creado su propio Cyrano. Una interpretación magistral. Una dicción perfecta, estudiada. Un saber estar. Cyrano atrapó a todo el público del Espacio Miguel Narros. El resto de actores, en su mayoría, doblan y triplican personajes. Sólo las pelucas, el vestuario y unas pequeñas caretas, intentan despistar al público para no confundirlo con otros personajes que ya han interpretado. Podemos decir de todos ellos que es un coro perfecto para Gil. Con la complicación que supone interpretar, con cambio de vestuario incluido, varios personajes a la vez.

Sin duda alguna, y a pesar de estos pequeños detalles, esta producción promete ser un gran éxito de público y taquilla.

Se podrá ver en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro hasta el 10 de julio en el Espacio Miguel Narros de la localidad.

 

 

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