Masescena

Brutal interpretación de Juan Echanove que dio vida a los últimos días de Quevedo en la obra “Sueños”

Un espectáculo escalofriante que se presenta ante nosotros sin ninguna estructura dramática, pero que Gerardo Vera y José Luis Collado han sabido vertebrar dándole un orden, o una mezcla, a esos sueños de Quevedo, intercalándolos con la propia biografía del protagonista.

Quevedo ya inicia la función diciendo: “Porqué madre estas piernas. Porqué madre estos pies. Porqué este cuerpo. Porqué este dolor. Dios”. Asistimos a los últimos días en los que Quevedo está recluido en Villanueva de los Infantes. Los últimos días en los que se nos muestra a un Quevedo viejo, invadido por el dolor de todas las enfermedades que padece. Un Quevedo decrépito que sabe que se va a morir. Y lo peor de todo, que sabe que se muere.

Sueños, además, narra la caída de un Imperio, la España corrupta del siglo XVII. Critica a todos los estamentos. Como se suele decir, “no queda títere con cabeza”. Incluso él mismo es auto criticado.

Como espectador no puedes quedar al margen de la espectacular interpretación de Juan Echanove de un Quevedo al que, en algunas ocasiones, querrías matar, al que puedes llegar a odiar, pero del que no puedes evitar compadecerte en sus últimas horas. Un Quevedo que ya no es ni la mínima sombra de lo que fue. De aquél que compartía con el Duque de Osuna a una prostituta con la que fornicaban, aquél que participaba en peleas y reyertas, aquél que competía verbalmente con todo el que se le ponía por delante.

En escena aparece Aminta, interpretada por Lucía Quintana, la cual le declara su pasión. Enamorada de cada una de sus cicatrices, de cada una de las heridas que le ha dejado la sífilis. ¿Qué fue verdad y que fue un sueño? Así es como sale el público de la sala. Pensativo, emocionado, cabizbajo. 

35885961866 e0b1c951f1 oEquipo artístico
A la interpretación sublime de los diez actores que componen el reparto, incluido el propio Echanove, se suma la puesta en escena diseñada por Alejandro Andújar y el propio Gerardo Vera. Una escenografía simple. Donde se hace uso de las comunes proyecciones en esta edición del festival. Una caja blanca, rota por la cuarta pared, sirve como único elemento decorativo en donde se proyectan diversas videoescenas. Es completada por una pantalla que baja y sube en el centro del escenario. La escenografía se completa con un rectángulo dibujado en el suelo por una pasarela de madera.

La iluminación y el montaje musical envolvente, firmado por Juan Gómez-Cornejo y Luis Delgado, cierra una puesta en escena que hace pensar, junto con el vestuario, de la mano de Alejandro Andújar, con un estudio acertado de la situación y el momento que quieren reflejar.

Quevedo no deja de ser el Cronista de aquella realidad española que nos mostró sin adornos. Yendo a la propia sangre, aunque te empapes de ella.

Los Sueños, compuestos entre 1606 y 1623, circularon abundantemente manuscritos pero no se imprimieron hasta 1627. Se trata de cinco narraciones cortas de inspiración lucianesca donde se pasa revista a diversas costumbres, oficios y personajes populares de su época. Son, por este orden, El Sueño del Juicio Final (llamado a partir de la publicación de Juguetes de la niñez, la versión expurgada de 1631 El sueño de las calaveras), El alguacil endemoniado (redenominado El alguacil alguacilado), El Sueño del Infierno (esto es, Las zahúrdas de Plutón en su versión expurgada), El mundo por dentro (que mantuvo su nombre siempre) y El Sueño de la Muerte (conocido como La visita de los chistes).

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