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Año VIIINúmero 382
11 DICIEMBRE 2024

Mamma Mia! El Musical: Segunda temporada de amor, emoción, música y amistad

Imagen de escena del musical en Madrid
Imagen de escena del musical en Madrid

Las canciones icónicas tienen un poder único para transportarnos a diferentes momentos de nuestras vidas. Son como una máquina del tiempo capaz de hacernos evocar recuerdos especiales. A su vez, sirven para poner un hilo musical a instantes del pasado, que hace que cada vez que escuchemos la sintonía conectemos con ese recuerdo; por no hablar de su poder pegadizo. Si desean viajar a un paraíso remoto mientras reviven los mayores éxitos de uno de los grupos musicales más importantes de la historia deben acudir al Teatro Rialto.

 

Un clásico intemporal en una versión actual, moderna y muy divertida

Después de una temporada de éxito y su gran cogida, tanto por la crítica como por el público, con más de 300.000 espectadores, comienza la segunda temporada de Mamma Mia! Donde volvemos a estar invitados a la boda de Sophie y Sky en un pequeño hotel ubicado en una idílica isla griega, propiedad de Donna, la madre soltera de la novia. La joven decide extender una invitación a los tres hombres, con el objetivo de descubrir quién es su verdadero padre y quién la acompañará al altar en ese día especial. Mientras tanto, Donna, ha convocado a dos amigas de la infancia que en su día fueron miembros de su banda, conocida como Donna and the Dynamos. En las emocionantes veinticuatro horas previas al enlace, veremos cómo fantasmas del pasado siguen presentes, surgen dudas en los corazones de los jóvenes enamorados, cómo florecen nuevos amores y cómo se reavivan antiguos romances en una isla rebosante de oportunidades y sorpresas.

Llevar a cabo una puesta en escena de un clásico musical, por obvio que pueda parecer, siempre representa un desafío considerable y una gran carga de responsabilidad. Esto se debe a que las comparaciones con interpretaciones previas son inevitables, y cualquier desliz puede ser amplificado por la crítica y el público. En el caso de Mamma Mia! El Musical, trasladado a la pantalla grande en dos ocasiones y convertido en una de las películas más exitosas de todos los tiempos, no es una excepción a esta regla. Sin embargo, después de presenciar esta producción, las impresiones son sumamente positivas. Comprender el contexto en el que se desarrolla es fundamental, ya que a diferencia de montajes anteriores, como el dirigido por Paul Garrington en 2004 o el de 2015 con Nina en el papel principal, los productores españoles han logrado obtener los derechos para presentar una versión escénica completamente diferente, fresca y, en mi opinión, más contemporánea y divertida.

Esta nueva interpretación de Mamma Mia! es una bocanada de aire fresco que revitaliza una historia conocida, ofreciendo al público una experiencia renovada y emocionante. Los cambios en la dirección y la visión artística han inyectado una dosis de modernidad y diversión al musical, manteniendo su esencia y los himnos de ABBA pero aportando un giro creativo que lo hace sentir relevante para la audiencia actual, después ser traducido a más de 10 idiomas y aplaudido por más de 65 millones de espectadores en todo el mundo.

 

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Fidelidad al texto original con una visión más potente, juvenil y cómica

La adaptación de Mamma Mia! ha sido llevada a cabo por el reconocido David Serrano, un nombre destacado en el mundo del teatro musical con éxitos previos como «Matilda», actualmente en su segunda temporada, así como producciones anteriores como «Grease» y «Billy Elliot». Serrano ha mantenido un respeto y fidelidad evidentes hacia el libreto original de Catherine Johnson, al tiempo que ha sido capaz de identificar y resaltar las escenas más emblemáticas de la historia. En sintonía con la dirección de Juan Carlos Fisher, esta producción de Som Produce se distingue por su enfoque más contemporáneo, juvenil, enérgico y humorístico, lo que ha sido recibido con entusiasmo por parte del público, como se refleja en las risas y las expresiones de emoción. En cuanto a la siempre polémica cuestión de si traducir o mantener las canciones en su idioma original, en esta ocasión se ha optado por la primera, y el trabajo conjunto de los hermanos Serrano ha sido un acierto notable. La traducción de las canciones al castellano ha contribuido a que el espectáculo sea aún más accesible e inclusivo para un público amplio. Sin embargo, para aquellos que prefieren mantener la autenticidad de las canciones en inglés, disfrutarán con una sorpresa al final de la función. Y hasta aquí puedo leer.

 

Una dirección excepcional capaz de ensalzar cada escena y potenciar la dimensión emocional

La dirección recae en Juan Carlos Fisher, con treinta y cinco montajes teatrales a sus espaldas y todo un referente en teatral musical actual, al frente de una dirección eficiente y efectiva, aprovechando al máximo la historia y la música, creando un conjunto redondo y haciendo que cada escena no sea solo un instante concreto e independiente de la obra, sino que goce de significado y sentido propios. Dicho de otro modo, consigue una comunión excepcional entre el diálogo y las interpretaciones musicales, lo que permite a la historia fluir de manera natural y sin interrupciones, con perfectas transiciones y cambios de decorado. Es un verdadero deleite ver y escuchar cómo las frases de los artistas se funden con las canciones para, a continuación, finalizar con texto o seguir con nuevas canciones. Esta integración creativa realza la experiencia para el público, creando una narrativa coherente y emocionante.

La duración de la representación, de dos horas y veinte minutos, es adecuada para desarrollar la trama, y es en el segundo acto donde la producción alcanza su máximo potencial artístico, aunque quizá haya muchos números musicales seguidos. El director peruano logra mantener el ritmo adecuado para captar la atención del espectador y construir la historia de manera satisfactoria. Quizá lo más destacable de la dirección de Fisher es su habilidad para evocar emociones y resaltar valores importantes, como la amistad, la relación entre madre e hija, y el amor en todas sus formas. Su enfoque en la dimensión emocional de la obra añade profundidad y significado a la experiencia teatral, conecta al público de manera poderosa con los personajes y su viaje a lo largo de la historia e infunde una energía contagiosa en las escenas y números musicales, lo que contribuye a la diversión y el entretenimiento del espectáculo.

 

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Banda sonora inmortal con himnos musicales

La música de ABBA desempeña un papel fundamental en el musical Mamma Mia! al aportar una experiencia auditiva inigualable que cautiva a la audiencia desde el primer acorde. Las canciones atemporales de los compositores Benny Andersson y Bjorn Ulvaeus infunden un espíritu de celebración y nostalgia, creando una conexión emocional profunda con el público. Estas melodías pegajosas y las letras conmovedoras se convierten en la columna vertebral de la narrativa, enriqueciendo las emociones de los personajes y transmitiendo sus sentimientos de una manera activa. Vivirlo y sentirlo en directo es una experiencia única. Dotar a cada escena de una banda sonora y ejecutarla sin error es mérito de Joan Miquel Pérez, como director musical, y de Alejandro Larraga al frente de una orquesta entregada a la causa.

Además de su importancia emocional, la música de ABBA también aporta un componente de diversión y entretenimiento al musical. Los icónicos números musicales llenos de energía desde «Dancing Queen» o «Gimme Gimme Gimme», hasta «Chiquitita» y «The Winner Takes It All» entre otras, desencadenan momentos de pura alegría y celebración en el escenario, involucrando a la audiencia y haciéndola cantar y bailar y hasta levantarse sus asientos; siendo uno de los máximos exponente del jukebox, construcción musical creada a partir de canciones previamente publicadas.

 

Un reparto de altura con enorme emotividad, energía y complicidad

La labor de materializar todo lo expuesto anteriormente recae en un elenco excepcional compuesto por 27 artistas, cuyo desempeño es sencillamente fabuloso. Como ya destaqué en la temporada anterior, merece una mención especial el destacado trabajo de los coros del cuarteto de «swing». Estos intérpretes, incluso cuando no están en el centro del escenario, son uno de los mejores conjuntos vocales del panorama actual del teatro musical.

El tema del empoderamiento femenino constituye un elemento destacado en todo el espectáculo, un ícono que simboliza el poder de las mujeres y la riqueza de las relaciones humanas en todas sus formas. Un ejemplo sobresaliente de ello es el papel de Donna, una madre valiente y soltera, interpretada magistralmente por Verónica Ronda. Esta talentosa actriz y cantante, con experiencia en el teatro clásico, se erige como un verdadero todoterreno escénico y establece un estándar vocal impresionante en la producción. Ronda eleva el listón, vocalmente hablando, al ofrecer números musicales sensacionales como «Money, Money, Money» o el vibrante solo «Siento que se aleja». En su faceta teatral, aprecié más versatilidad y serenidad que en la anterior temporada; eso sí, con la misma contundencia y fortaleza escénicas.

Donna no se entiende sin sus inseparables amigas, cruciales en la trama. Mariola Peña, como Tanya, aporta un toque de sensualidad y glamour con una personalidad enérgica y seductora. Por otro lado, Inés León, encarnando a Rosie, representa el pragmatismo y la fortaleza, y añade un contrapunto humorístico y valiente a la dinámica del grupo. Juntas interpretan con emotividad el tema «Chiquitita,» creando un momento conmovedor que llega al corazón de la audiencia. Además, en la canción «Super Trouper,» despliegan una energía explosiva y desenfrenada que llena el escenario de vitalidad y diversión.

Los protagonistas masculinos no son ni uno, ni dos, sino tres. Un trío formado por tres excelentes actores, con extensas carreras en teatro musical. Víctor Massán, como Sam, infunde entereza y un matiz dramático-amoroso muy intrigante en su interpretación. Su presencia en el escenario añade profundidad a la trama y contribuye a la complejidad emocional de la historia. Carlos de Austria, en el papel de Harry, vuelve a desprender en esta temporada sensibilidad, ternura y autenticidad; y, por último, Joan Olivé, como Bill, irradia comicidad y espontaneidad, inyectando un toque de humor y diversión en la producción. Sus mejores momentos musicales coinciden con los dúos junto a Verónica Ronda, además de otros sensacionales como el protagonizado por todos ellos en «Gracias por dejarme cantar canciones» o el de Olivé junto a León en un pillapilla amoroso.

En el elenco juvenil destaca la interpretación de Gina Gonfaus y Gallo Ryan, quienes dan vida a los contrayentes Sophie y Sky. La actriz catalana, en su papel de Sophie, aporta una delicadeza y sinceridad con una expresividad facial y corporal que transmiten una amplia gama de emociones, llevando al público de la alegría a la tristeza de manera convincente. En el aspecto vocal, mejora sustancialmente con respecto a la anterior temporada y nos regala agudos limpios y perfectas entonaciones. Por su parte, Ryan, como Sky, es una fuerza escénica con una agilidad, energía y frescura notable como buen bailarín. Juntos forman un dúo sobresaliente y una de las parejas artísticas de la temporada.

Jennifer Lima y Elena Díez, como amigas de la protagonista, aportan desparpajo y frescura al elenco juvenil, mientras que Fran Moreno y Pep Gillem, en los papeles masculinos, complementan la dinámica del grupo de manera enérgica y entretenida. El resto del reparto también brilla en sus respectivos roles, contribuyendo de manera fabulosa a amplificar y enriquecer la trama de la obra. La química entre los miembros del elenco es evidente, como así pudimos verlo al final de la función, lo que añade cohesión, autenticidad y ambiente humano y cercano a la producción en su conjunto.

 

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Las complejas y vistosas coreografías y la cuidada ambientación escenografía y técnicas envolventes  se entrelazan para crear un mundo teatral único

Las coreografías de Iker Karrera son, sin duda, uno de los pilares fundamentales de esta representación. Este maestro y profesor, con formación en danza clásica y contemporánea, deleita al público con coreografías sensacionales, vistosas y complejas, tanto distributivas como expresivas. Me volvió a fascinar la performance circular, donde los protagonistas conversan y acaparan el foco atrayendo la atención, mientras el resto de bailarines ejecutan movimientos a cámara lenta. Esta meticulosa construcción coreográfica, que no es común en este género, da como resultado un espectáculo sobresaliente y visualmente impactante. Para añadir un toque aún más realista, la ambientación de Chema Noci y el diseño de vestuario a cargo de Gabriela Salaverri son dignos de mención. Con la creación de más de 400 trajes, vestidos y conjuntos con una variedad de tejidos y materiales traídos de distintos países, Salaverri logra sumergir al público por completo en boda del año.

Este espectáculo nos transporta verdaderamente a una isla griega, y esto no es un recurso periodístico, sino una experiencia palpable. Desde el momento en que atravesamos la puerta de entrada del teatro, somos recibidos por bebidas tropicales y más de 2000m2 de vegetación que se extienden también por el escenario. En la parte superior, el público puede admirar elementos ornamentales auténticos, como las barcas de pueblos pesqueros del Mediterráneo. Estos elementos se fusionan con una escenografía sorprendentemente realista diseñada por Ricardo S. Cuerda. Como arquitecto y escenógrafo –conocido por sus exitosas producciones como «Matilda» y «La historia interminable»– Cuerda logra recrear la arquitectura típica de una isla griega en sus decorados (desde el hotel de Donna hasta el chiringuito playero) otorgándoles una gran profundidad en un ambiente cuidado y acogedor y permitiendo juegos de altura y de entradas y salidas para el elenco, aprovechando de manera exquisita todo el espacio escénico disponible.

El apartado técnico, bajo la supervisión de González Martínez Alpuente, presenta interesantes novedades que han sido implementadas con gran maestría. En cuanto al diseño sonoro a cargo de Gastón Briski, se ha instalado un sistema doble: el primero transmite el espectáculo al público, mientras que el segundo, completamente envolvente, sumerge al espectador en el ambiente costero característico del musical. Para la iluminación y la ambientación del espectáculo, se ha optado por la última tecnología LED, otorgando gran importancia a la reproducción cromática, gracias al despliegue de luz y color diseñado por Felipe Ramos. Todo este esfuerzo técnico se suma para acompañar a Sophie en su día más especial y para brindar una experiencia maravillosa a todos aquellos que deseen disfrutar de este espectacular musical.

Mamma Mia! El Musical es la invitación a un espectáculo deslumbrante en una historia de amor, amistad y empoderamiento femenino, acompañado de la música de ABBA e interpretado por un sensacional reparto en una propuesta más moderna, potente y cómica.

MAMMA MIA! es un espectáculo que nos lleva a una isla griega con su deslumbrante escenografía y nos envuelve en un ambiente costero a través del ingenioso diseño sonoro, mientras nos sumerge en una historia de amor, amistad y empoderamiento femenino, todo ello acompañado de música icónica y coreografías innovadoras. Una experiencia teatral completa que cautiva a los sentidos y el corazón de la audiencia.

 

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Libreto: Catherine Johnson.

Composición musical: Benny Andersson y Björn Ulvaeus, con la colaboración de Stig Anderson.

Dirección: Juan Carlos Fisher.

Traducción y Adaptación de las canciones: Alejandro Serrano y David Serrano

Reparto: Verónica Ronda, Mariola Peña, Inés León, Víctor Massán, Carlos de Austria, Joan Olivé, Gina Gonfaus, Gallo Ryan, Jennifer Lima, Elena Díez, Fran Moreno, Pep Guillem, Ainhoa Planas, Belsech González, Elvira Santa María, Geena Pacareu, Héctor Garijo, Julio Takata, Lohitzune Rodríguez, Sergio Shimose, Ángela Bonilla, Óscar Muñoz, Aaron Mata, Carla Places, Cristian Pérez, Estefanía Del Pino, Ángel Saavedra, Beatriz Ros y Ylenia Baglietto.

Diseño de Coreografías: Iker Karrera.

Diseño de Vestuario: Gabriela Salaverri.

Diseño de Escenografía: Ricardo Sánchez-Cuerda.

Diseño de Iluminación: Felipe Ramos.

Diseño de Sonido: Gastón Briski.

Diseño de Caracterización Chema Noci.

Dirección Musical: Joan Miquel Pérez.

Producción Técnica: Guillermo Cuenca.

Jefe Técnico: Gonzalo Martínez Alpuente.

Dirección Producción Artística: Carmen Márquez.

Ayudante de Dirección: Rómulo Assereto.

Dirección de Casting: Carmen Márquez, Carmelo Lorenzo y Blanca Azorín.

Productores Ejecutivos: Marcos Cámara, Juan José Rivero.

Productores: Pilar Gutiérrez, Marcos Cámara y Juan José Rivero.

 

 

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