Un año más, el circo cumple y la Navidad empieza de verdad cuando se apagan las luces del pasillo y se encienden las de la pista. En IFEMA, Circlassica vuelve con «Noel» —en cartel hasta el 18 de enero— y reafirma esa tradición que ya forma parte del invierno madrileño: la de recordar, por unas horas, que el asombro sigue siendo posible.
Productores de Sonrisas, compañía española fundada por los hermanos Manuel y Rafael González Villanueva, se ha consolidado como referente del circo contemporáneo de creación propia en España, combinando dramaturgia original, dirección cuidada y un elenco internacional seleccionado al milímetro. Cada nueva entrega de Circlassica, desde «La Historia Mundial continúa» hasta «Leyendas de Asia» es un desafío creativo: partir de cero para construir un espectáculo de dos horas donde la narrativa vertebra números de alto nivel técnico y mantiene la emoción colectiva en una carpa para casi 2.000 personas.
En «Noel» lo han vuelto a conseguir con una propuesta narrativa inédita: la obra sitúa la acción en la infancia de un niño llamado Nicolás —futuro Papá Noel— que nace con el cabello blanco y la habilidad innata de crear juguetes musicales. Rechazado por su aldea ártica, es rescatado por un reno y conducido al mítico pueblo de Noël, un espacio atemporal regido por cuatro guardianes alegóricos (Tiempo, Amor, Música y Magia). A lo largo de la función se dibuja un aprendizaje sencillo y poderoso: aceptar al otro y apreciar esos regalos intangibles que dan sentido a todo.

Antes de entrar en la descripción de los números, merece la pena detenerse en este universo donde la magia, el tiempo, la música y el amor guían a Nicolás en su aprendizaje. Mystirion, interpretado por Adrian Garzia, encarna la magia: misterioso y entrañable, enseña a Nicolás que la verdadera maravilla reside en soñar y compartir ilusión. Chronos, el tiempo, interpretado por Dani Orgaz, recuerda que cada instante con los seres queridos es un tesoro y que el tiempo es el regalo más preciado. Sonora, la música, encarnada por Xiluva Tomás, llena el reciento de armonía, mostrando que esta une corazones y dota de banda sonora a los recuerdos más felices. Amara, el amor, interpretada por Lucía Bentabol, transmite con su canto la calidez de un abrazo y la fuerza transformadora del afecto, guiando a Nicolás con dulzura y despertando emociones profundas en los espectadores.
Resulta probable que muchos asistentes hayan visto acrobacias o números circenses similares, pero pocas producciones logran combinarlos con tanta precisión técnica y narrativa como esta. El espectáculo cuenta con más de 30 artistas internacionales. Luigi Belui, como Nicolás, brilla en cada intervención gracias a su cercanía con el público. Construye una complicidad inmediata, aporta humor y ternura sin forzar y mantiene el pulso emocional del personaje con naturalidad. Troupé Amaraa, de Mongolia, transforma la báscula, las combas y el hand voltige en un auténtico despliegue de coordinación y energía. La báscula, considerada una de las disciplinas más complejas, se ejecuta con precisión milimétrica, mientras los saltos y vuelos colectivos alcanzan un nivel de espectacularidad que deja sin aliento.

Haley Viloray domina el aire con una mezcla hipnótica de fuerza, flexibilidad y poesía. Su combinación de contorsión y vuelo sobre straps transforma el número en una experiencia magnética, donde la técnica y la expresividad impresionan por su virtuosismo y perfección. La rueda de la muerte, probablemente el número más arriesgado, enfrenta a Yefer Alexander Acosta Calderón y Yorman Steven García Zamora a un desafío de vértigo y precisión. Cada giro y caída entraña un riesgo real, reflejando la audacia y el dominio técnico de los intérpretes, y genera un acto de peligro y tensión que mantiene a todos los presentes al borde de la butaca.
Por su parte, Lan Shi Xiong domina el alambre con equilibrio milimétrico y temple de acero, avanzando sobre el vacío con una seguridad que desarma. La tensión del número se convierte en belleza y elegancia y la precisión de sus pasos fija la atención del espectador en un silencio lleno de expectativa. Artsiom Haurylik utiliza la rueda Cyr como una extensión de su cuerpo y convierte el gesto en poesía circular. Su técnica impecable y presencia escénica imponen respeto y fascinación. Los giros hipnóticos combinan equilibrio y fuerza y la precisión de las figuras transforma el acto en un espectáculo de alta intensidad. La velada circense culmina por todo lo alto con el dúo Deep, formado por Anton Markov y Ekaterina Rubtsova. Combinan fuerza y elegancia en un número aéreo que corta la respiración. Su danza en las alturas transmite precisión, entrega y armonía suspendida, transformando cada vuelo en un instante de asombro y amor compartido.
La música en directo acompaña cada número con ritmo y sensibilidad y refuerza la narrativa y la emoción de la historia. En algunos pasajes la mezcla sonora prioriza la potencia orquestal y las letras quedan algo difuminadas, aunque los mensajes de inclusión, generosidad y solidaridad llegan igualmente con claridad. El espectáculo se enriquece con videomapping y un diseño de luces que crean paisajes oníricos y atmosferas cambiantes, desde auroras boreales hasta rincones mágicos del mítico pueblo de Noël. El vestuario combina creatividad y funcionalidad, adaptándose a la exigencia de cada número y reforzando la identidad de los personajes sin restar dinamismo a la acción circense. Por último, la iluminación enfatiza la tensión y el afecto, mientras la escenografía y los efectos visuales envuelven al público en un universo sensorial completo.
Llegados al final, «Noel» confirma que su fuerza no reside solo en acrobacias y efectos visuales, sino en un mensaje claro: la importancia de sentirse único y de que nadie quede sin regalo. Los espectadores abandonan la carpa de IFEMA con la certeza de haber recibido ya uno y con la expectativa de que volverán a vivir el próximo año.
Socios fundadores de Productores de Sonrisas, dirección y producción ejecutiva, creadores: Manuel y Rafael González Villanueva
Dirección artística: Manuel González Villanueva
Codirección, coreografía y movimiento: Kristine Lindmark
Diseño de iluminación: Juanjo Llorens
Letrista y arreglos vocales: Sam Gomez
Diseño de escenografía y atrezzo: Anna Calvo
Diseño de vestuario: María González, Belén Calvo
Caracterización y maquillaje: Rebeca Rueda






