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Año IXNúmero 433
09 DICIEMBRE 2025

Cenicienta, el Musical: un cuento eterno llevado al teatro con elegancia, energía y magia sin igual

Imagen promocional del espectáculo
Imagen promocional del espectáculo
Un clásico renovado con voz, música y magia de primera línea, en la nueva joya de la Gran Vía madrileña

Uno de los estrenos musicales más esperados de la temporada, por fin llega al Teatro Coliseum de Madrid. Si lo desean, pueden descubrir un mundo de magia y sueños, en este clásico de Rodgers y Hammerstein convertido en referente del teatro musical. La historia permanece atemporal, conquistando generaciones y sumergiendo al público en la fantasía y la esperanza de un cuento capaz de emocionar y fascinar como pocos.

Todo el mundo conoce la historia de Cenicienta, la joven que, a pesar de la opresión de su madrastra (Mariola Peña) y sus hermanastras, Charlotte (Caro Gestoso) y Gabrielle (Maria Gago), mantiene intacta la esperanza de un destino mejor. Mientras Charlotte se deja arrastrar por la vanidad y Gabrielle actúa con temor ante Madame, Ella (Paule Mallagaray) se aferra a su bondad y sus sueños. Cuando el príncipe Topher (Briel González) anuncia un gran baile con la intención de encontrar a su futura reina, logra asistir gracias a la ayuda de su hada madrina, Marie (Mayca Teba), transformándose en una visión de elegancia y encanto. Su valor y generosidad no solo conquistan el corazón del príncipe, también inspiran cambios en su reino para transformar incluso los mundos más injustos.

Una Cenicienta moderna: fuerza, confianza y emoción en escena

El libreto original de Rodgers y Hammerstein, concebido para televisión en 1957 y adaptado para Broadway en 2013 por Douglas Carter Beane, moderniza el clásico, dotando a los personajes de mayor complejidad y a la historia de una profundidad todavía latente para el público actual. Beane ofrece a Ella un papel más activo, transformador y refuerza los valores de valentía y justicia que atraviesan todo el relato. En este contexto, no representa únicamente a la protagonista, sino a muchas mujeres, también hoy, conectando la narración con experiencias universales de lucha, optimismo y empoderamiento.

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Imagen promocional del espectáculo

Sobre esta base, Alejandro de los Santos, como director residente y adaptador para la versión madrileña, imprime su propia mirada: construye una protagonista más independiente y confiada y toma pequeñas licencias y giros para adaptar la historia al teatro musical. Las letras de las canciones sirven para glosar los sentimientos de los personajes, añadiendo nuevamente capas de profundidad como refuerzo de la trama. Esta versión se presenta moderna y apetecible, sin ese encorsetamiento que a veces caracteriza a las adaptaciones clásicas, igual de eficaz y fresca que lo logró en “Anastasia”. Quizá, como suele ocurrir en todas las grandes producciones, el cierre se siente algo rápido, con una sucesión de escenas para resolver la trama, pero esta sensación no empaña la fuerza ni la expresividad de todo el espectáculo.

Música y danza al servicio de la narrativa en un espectáculo hipnótico

La composición musical, bajo la supervisión y dirección de Xavier Torras (uno de los grandes directores musicales de nuestro país), es hipnótica y electrizante: acompaña, guía y hace soñar. Torras siente la partitura como propia, otorgándole un ritmo que impulsa la acción y convierte cada número en un motor narrativo. La producción aprovecha leitmotivs reconocibles, como refuerzo de emociones y ligazón de momentos clave de la trama. Otro acierto son los instantes exclusivamente musicales, pensados para que la atención se concentre en la orquesta y en la riqueza sonora de la partitura y apreciar cada matiz sin distracciones. La música cobra aún más fuerza con 20 músicos en directo, formando la orquesta más grande en un musical en nuestro país. Es, en esencia, poner música a un cuento.

Las coreografías, dirigidas por Anthony Van Laast con Nichola Treherne como coreógrafa asociada, muestran gran complejidad e incluyen momentos exclusivamente coreográficos. Los movimientos grupales, solos y dúos se integran de manera natural, refuerzan la personalidad de los personajes y el ritmo de la partitura. La secuencia de la persecución alcanza una brillante sincronía gracias a la coordinación y la energía de los intérpretes, mientras los bailes de salón combinan pasos clásicos con la modernidad del montaje, elevando la grandiosidad del gran baile del príncipe. El número “Un baile dará” (“The Prince Is Giving a Ball”) es en un ejemplo sobresaliente de manual musical, donde música y coreografía funcionan en perfecta armonía.

Reparto de gran nivel que combina voces, presencia y carisma en cada personaje.

El elenco es sólido y de grandes voces y eleva el listón frente a otras propuestas musicales. Una superproducción como esta requiere un ensamble de altísimo nivel capaz de sostener las polifonías y el musical lo cumple con creces, al incorporar nombres conocidos que perfectamente podrían ser protagonistas. Destaca un lirismo sensacional y, en algunas interpretaciones, matices casi operísticos.

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Imagen promocional del espectáculo

Todas las miradas se posan en Paule Mallagaray como Cenicienta. Su interpretación resulta cautivadora: voz angelical y sensibilidad capaz de hacer sentir cada emoción con intensidad y sutileza. Su presencia escénica permite identificarse con el personaje desde el primer instante, mostrando seguridad y determinación en los momentos clave de la historia. La actriz vasca domina los números en solitario, destacando especialmente “En mi pequeño rincón” (“In My Own Little Corner”), “Imposible” (“Impossible”) y “Una noche encantadora” (“A Lovely Night”). La protagonista ofrece un personaje fresco, inspirador y muy humano.

En el centro de cada escena, Briel González irradia carisma a Topher, con una voz clara y expresiva que brilla tanto en los números musicales como en los momentos más íntimos. Su interpretación transmite idealismo y ternura, llenando de simpatía cada aparición. El actor gallego, a quien vimos en “Aladdín, el Musical”, sobresale en los duetos “Who Am I?” y “Ten Minutes Ago” (“Hace diez minutos”), donde refuerza su conexión con Ella. Junto a Paule Mallagaray, forman la pareja musical de la temporada, cuya química y coordinación vocal elevan cada número conjunto a momentos memorables.

Toda Cenicienta necesita a sus villanas. Mariola Peña como Madame, la madrastra, impone autoridad y un humor sutil que evita la caricatura y recuerda a Cruella de Vil. Charlotte (Caro Gestoso) destaca en la vertiente cómica, mientras Gabrielle (Maria Gago) acompaña al joven revolucionario Eloi Gómez en una subtrama con un mensaje de cambio y esperanza. Juntas, las tres se lucen en momentos como “Una noche encantadora” (“A Lovely Night”), donde combinan humor, ritmo y contraste vocal.

Qué sería de esta historia sin el Hada Madrina. Mayca Teba, como Marie, protagoniza uno de los momentos más memorables del musical. Elegante y con un porte sensacional, vuelve a demostrar por qué es una de las escasas sopranos crossover de España. Su potencia vocal, cercana a lo operístico, deslumbra en números como “Imposible” (“Impossible”), donde la magia es música y la música pura emoción. Su figura dota de misterio y grandeza al personaje y recuerde al público que la fantasía es también un acto de fe y confianza.

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Imagen promocional del espectáculo

Merece la pena mencionar a José Navarro Sebastián en el papel de Sebastián, consejero real y figura clave del reino. Con voz firme y actitud imponente interpreta a un personaje efectista, centrado en el continuismo y sus propios intereses. Y por último, Jaume Giró se viste de Lord Pinkleton, heraldo real. Combina rigor protocolario con un sutil toque cómico y una voz masculina cercana a lo operístico.

Un mundo visual de fantasía, elegancia y magia

El vestuario, diseñado por Yaiza Pinillos y supervisado por María Regidor es otro pilar de la producción. Con más de 160 piezas artesanales que evocan la alta costura de los años cincuenta y rinden homenaje a Balenciaga, Saint Laurent o Chanel, cada traje define la personalidad de los personajes y refuerza la dramaturgia visual. Destaca especialmente en el gran baile, con sombrerería y colores que deslumbran y en la actualización de iconos como el zapato de Cenicienta o los vestidos transformado ante los ojos el público.

La escenografía de Carla Janssen Höfelt, combinada con el trabajo de Jeff Sugg en video y proyecciones, transforma el escenario en un espacio vivo lleno de significado. La casa de Cenicienta se construye con un ingenioso juego de alturas, mientras el palacio deslumbra con su imponente escalera, reflejando la grandeza y elegancia del cuento. Las proyecciones enriquecen el entorno, dialogan con los personajes y permiten transiciones dinámicas, casi como un plano-secuencia cinematográfico, donde la acción avanza sin interrupciones. En los momentos centrales, los efectos mágicos de Steven Cuiffo se integran con naturalidad, creando instantes de asombro, que no desvelaré, para elevar la experiencia más allá de lo habitual en musicales.

Stage Entertainment lo ha vuelto a hacer. Tras mantener “El Rey León” en cartel durante quince temporadas y dejar el recuerdo imborrable de “Aladdín”, ahora firma con “Cenicienta” una producción destinada a perdurar. Con voces deslumbrantes, una orquesta de primer nivel, coreografías minuciosas, una escenografía en constante sorpresa y un vestuario de ensueño, el clásico se reinventa sin perder su esencia. Todo encaja como en un reloj musical de precisión, ofreciendo al espectador un viaje donde la magia no es un recurso, sino un lenguaje. Y, como en todo buen cuento, uno sale del teatro con la certeza de que los sueños —si se cantan y se bailan así— todavía pueden hacerse realidad. Y colorín colorado, este cuento apenas acaba de empezar en la Gran Vía.

Compositor: Richard Rodgers

Letrista: Oscar Hammerstein II

Dramaturgo: Douglas Carter Beane

Director y Coreógrafo: Anthony Van Laast

Supervisor Musical: Xavier Torras

Director Residente y Adaptador: Alejandro de los Santos

Reparto: Paule Mallagaray, Briel González, Mayca Teba, Mariola Peña, Eloi Gómez, María Gago, Caro Gestoso, José Navarro, Jaume Giró, Anna Alborch, Alex Abad, Andrea Currello, Antonio Fago, Carmen Prados, Elena Rueda, Javier Toca, José Guélez, Kristina Alonso, Marina Espíldora, Pablo Badillo, Patricia Sánchez, Ramsés Vollbrecht, Robert González, Sara Martín, Xenia García, Aroa Gárez, James Douglas, Jose Montero, Paula Pérez, Rebeca O’Neill, Urko Fernandez Marzana, Esteban Verona.

Coreógrafa Asociada: Nichola Treherne

Diseñadora Escénica: Carla Janssen Höfelt

Diseñadora de Vestuario Escénico: Yaiza Pinillos

Diseñador de Iluminación: Howard Harrison

Diseñador de Sonido: Poti Martín

Diseño de Ilusiones y Magia: Steven Cuiffo

Diseñador de Video y Proyecciones: Jeff Sugg

Supervisora de Vestuario: María Regidor

Diseñadora de Pelucas: Kayleigh Schultz

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