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Año IXNúmero 437
29 DICIEMBRE 2025

Pablo Remón: “Estamos viviendo un momento muy fértil. Necesitamos escribir y llevarlo a escena”

Pablo Remón
Pablo Remón
El madrileño Pablo Remón es guionista, dramaturgo y director de cine y teatro. Acaba de estrenar en el Centro Dramático Nacional la producción “El entusiasmo”, rodeado de un elenco artístico de primera. El reparto está compuesto por Francesco Carril, Natalia Hernández, Raúl Prieto y Marina Salas.

Estudió en la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM) y en 2009 amplió estudios en Nueva York.​ Como guionista, ha coescrito los largometrajes Mundo Fantástico (2003), Casual Day (2008), Cinco Metros Cuadrados (2011), Perdido (2015) y No sé decir adiós (2016). También ha dirigido los cortometrajes Circus y Todo un futuro juntos. Desde 2011 coordina la Diplomatura de Guion en la ECAM.

En 2013 fundó la compañía teatral La Abducción, con la que escribe y dirige La abducción de Luis Guzmán, estrenada en el festival Frinje de Madrid. Su segunda obra, Muladar, ganó el premio Lope de Vega de Teatro en 2014. La compañía estrena su tercera obra, 40 años de paz, coproducida por el Festival de Otoño a Primavera de la Comunidad de Madrid. En 2018 ha presentado Los Mariachis y El tratamiento. Sus cinco primeras obras teatrales están editadas bajo el título Abducciones. Cinco obras, editado en 2018 por La uña Rota.

  • El entusiasmo. (2025) Centro Dramático Nacional.
  • Vania x Vania. (2024) Teatro Español.
  • Los farsantes. (2022) Centro Dramático Nacional.
  • Doña Rosita, anotada. (2019) Teatros del Canal.
  • Los maricahis. (2018) Teatros del Canal.
  • El tratamiento. (2018) Teatro Pavón Kamikaze.
  • Barbados, etcétera. (2017) Teatro Pavón Kamikaze.
  • 40 años de paz. (2015) Teatros del Canal.
  • La abducción de Luis Guzmán. (2013) Naves del Español. Matadero Madrid.

En 2019 se alzó con un Premio Goya a mejor guion original por “Intemperie”.

Pablo, ¿qué nos cuenta esta función, El entusiasmo?

Son como varias obras en una. En primer lugar es una especie de comedia irónica sobre el mundo de la pareja, de la paternidad, la maternidad, la crisis de la mediana edad. Hay una especie casi de sátira de todo esto, pero después es muchas otras cosas. También está hablando de una crisis existencial, de una crisis generacional y todo esto como una apariencia de una comedia ligera que de vez en cuando se va como a un cierto drama y a un lugar poético.

Por eso tiene como varios tonos mezclados y es una especie de viaje por la vida de dos personajes, de Tony y Olivia, que son los protagonistas, donde de alguna forma estamos viendo sus deseos, sus ficciones, sus recuerdos y tenemos la sensación de estar con ellos como muy profundamente.

¿Cómo es escribir el texto, hacer una versión, me imagino, reescribir, hacer otra versión? No sé cuántas versiones habrá del entusiasmo y luego cómo ponerlo sobre las tablas del Centro Dramático Nacional y cómo ha sido el trabajo también con los actores, cómo haces que transiten por esa idea primitiva tuya hasta llegar a lo que habéis llegado.

Es un viaje, un viaje existencial de mucho tiempo, donde uno se mete ahí, arranca con una idea, con un primer impulso y bueno, al final estás, pues qué sé yo qué decirte, casi un año. Al principio esa escritura es muy lenta, es ir descubriendo un poco dónde está la obra y dónde no, yo siempre empiezo con muchos borradores, me hablabas tú de las versiones, yo me pongo a escribir enseguida pero enseguida tiro cosas, voy cambiando, voy probando, entonces más que hacer versiones y versiones, yo voy reescribiendo y reescribiendo permanentemente. Para mí la escritura, cada vez más, es como si fuera una cosa que decía Barthes, que es que escribir es un verbo intransitivo, entonces no estás escribiendo algo concreto, no estoy escribiendo esta obra, sino que estoy escribiendo en general y cuando llega un tiempo que vas acumulando, vas acumulando, vas acumulando, aquello casi se acaba por organizar solo y empieza a coger forma solo y se va como autoorganizando de una manera bastante orgánica, de forma que ahí va apareciendo la obra.

Luego viene ese segundo momento de los ensayos que para mí hay una continuidad absoluta, porque yo cuando estoy escribiendo, de alguna forma estoy dirigiendo ya, porque primero ya sé qué actores lo van a hacer, yo no lo escribo en frío y luego busco los actores, sino que estoy con esos actores en la cabeza desde el principio y sé que van a estar y luego ya estoy dirigiendo también de alguna manera, porque ya estoy pensando en la música, pensando en la escenografía y todo tiene que ver con todo. De repente las ideas de escenografía me pueden cambiar el texto, me pueden cambiar escenas y las ideas de luz, de música, de lo que sea que tenga que ver con la dirección van cambiando. Esa segunda parte, cuando estoy ensayando, cuando estoy en la sala de ensayo con los actores, no dejo de ser el que escribe y entonces sigo escribiendo, normalmente cambiando, cambiando, cambiando, corto, pego, hago una cosa u otra y la cosa poco a poco se va como calentando, idealmente, y va cogiendo temperatura y ahí estoy muy atento a cómo responden ellos y a qué voy recibiendo. Vamos haciendo un poco partes del texto, incluso juntos, y eso nos lleva al momento que estamos ahora, que es a punto de estrenar.

Pablo Remón
Pablo Remón

No sé si tiene mucho que ver este resultado final con esa idea primitiva, si has conseguido contar en el tiempo que dura la función, si has conseguido llegar a contar lo que querías en esa idea primitiva…

Mis obras siempre cambian mucho desde el principio hasta el final y de hecho es lo que voy buscando, es decir, que siempre voy buscando que haya como un descubrimiento, primero en la escritura y después en el montaje, entonces no se parece mucho a lo que yo pensaba, eso es lo que yo voy buscando, es decir, que el principio para mí de arrancar una obra siempre es como una escalera que te sirve para llegar a un sitio pero luego la tienes que desechar, entonces ya según te metes en la escritura y después ya en los ensayos etcétera, vas descubriendo cosas, descubriendo cosas y la obra te va enseñando muchas cosas que yo considero que tienes que estar atento a esos descubrimientos y te tiene que ir llevando a donde quiera la obra llevarte, o sea que yo nunca trabajo como partiendo de una idea previa muy fija, sino que siempre lo voy descubriendo un poco por ensayo y error, tanto escribiendo como dirigiendo.

¿Cuál es el entusiasmo de la vida de a pie?

Creo que cada uno tiene que encontrar su entusiasmo, la palabra entusiasmo que está muy en la raíz de esta obra es esa idea de algo, un arrebato juvenil, de algo vital, de algo que te mueve, algo que te conmueve, algo que te lleva y que te posee de alguna forma, entonces una de las ideas claras de esta obra es que te posee, que te importa más que tú mismo, que eso es como algo creo importante en la vida, que te atraviesa, que te lleva y bueno cada uno tiene que encontrar dónde está su entusiasmo, y tenemos que buscarlo y tenemos que verlo, pero hay que estar olisqueando permanentemente dónde está lo vital y dónde está el fuego al final, la llama, sea donde sea, pero donde sientes esa especie de calor vital y de impulso vital.

Son cuatro personajes, dos masculinos, dos femeninos, ¿cómo ha sido el trabajo con los cuatro actores? ¿Tenías muy claro cuál iba a ser el reparto?

Sí, te corrijo, no son cuatro personajes, son cuatro actores, pero personajes hay 20 o 30, quiero decir, porque muchas veces en mis montajes, y en este no es la excepción, los actores pasan por muchos personajes y de repente van oscilando de un personaje a otro y los llevo muy lejos. De repente interpretan a un niño de tres años y luego interpretan a una anciana de 70. Hay un recorrido de estos cuatro actores. Y sí, yo tenía perfectamente claro cómo iba a ser el reparto antes de ponerme a escribir, que es algo que suelo hacer. A veces puede cambiar pero lo ideal es para mí saber para quién estoy escribiendo, yo escribo para los actores fundamentalmente, si yo sé quién está escribo para esa persona o para la idea que tengo de esa persona o para el potencial que busco en esa persona, para los sitios a los que me gustaría llevar a esa actriz, a ese actor, y ellos estaban desde el principio de la escritura, entonces yo ya en la escritura estoy partiendo de ellos, eso lleva a que ellos tengan que hacer un acto de fe, que se lo agradezco mucho y aquí públicamente porque tienen que hacer un acto de fe que es comprometerse a estar en la obra sin haber leído el texto, porque el texto todavía no existe. De primeras como ‘bueno me interesa’, pero no les puedo decir este es el texto, yo puedo hablarles de la obra, pero la obra no existe todavía. Cuando entran ellos, ya está la tarea de ir componiendo dónde quiero que estén esas actrices, esos actores y los sitios por los que quiero que vayan pasando. Es un paralelo a la narrativa. Aquí vas a ser este personaje, aquí este otro… Luego eso oscila a veces en los ensayos y de repente cambiamos un poco cosas también, pero me importa mucho la idea del elenco de hacerlo todos juntos, no tanto la adecuación de un actor a un personaje, de la actriz al personaje. En mis montajes siempre hay como el mínimo posible de actores que es algo que me importa mucho, para verles trabajar mucho.

Pablo Remón
Pablo Remón

No sé si es un dramaturgo que tiene piezas guardadas en casa que ha escrito y que de momento están guardadas en un cajón…

Lo que tengo es mucho material, pero no es como una obra completa porque yo voy escribiendo y voy tirando, voy cambiando tal y a veces de repente se me queda una parte que no entra en un sitio, en una obra. En esta ha pasado, hay algún texto, alguna cosa que no va aquí y a lo mejor de repente lo recupero años después, o sea, mis obras un poco conviven unas con otras y dentro de que son muy diferentes bueno, comparten una mirada, claro que es la mía, y comparten una sensibilidad y a veces como te decía antes, el texto se convierte en una acumulación de texto y entonces sí, tengo muchas carpetas por ahí con muchas, ni siquiera no te diría piezas, sino lo que casi son fragmentos, frases, dudas, pensamientos… Es como tener un huerto, algunas crecen y otras no, y otras se quedan ahí, se las lleva el temporal.

¿Qué espera de esta función en el Centro Dramático Nacional?  Creo que el público, de momento, responde muy bien a sus montajes…

Sí, yo he tenido mucha suerte siempre con el público y también es una suerte enorme estar en el Centro Dramático Nacional como tú dices, y más concretamente en el María Guerrero que es un teatro maravilloso, no solo por la historia que tiene sino también por el tipo de teatro que es. Es un teatro grande pero que permite una intimidad que a mí eso me gusta mucho porque permite que los actores puedan estar más íntimos también en determinados momentos, entonces dentro de ser un teatro grande es una especie de útero por la forma que tiene todo, muy acogedor. Ahí se está muy bien. Es una suerte para mí y que espero pues convivir ese momento, o sea llevar ese momento y compartirlo con la gente que al final es para lo que yo hago teatro, para compartirlo con el espectador y para intentar tocar al espectador y que tenga un viaje emocional y que le mueva, que le conmueva.

¿Qué producciones después de “El entusiasmo” llegarán de la mano de Pablo Remón? ¿Qué proyectos tiene encima de la mesa?

Tengo varios, por suerte. Llevo mucho tiempo con éste, pero tengo una idea que me apasiona mucho que es hacer un Pinter que siempre he querido hacer, que es un autor que a mí me apasiona y que respeto muchísimo y que admiro muchísimo. Tengo la idea de hacer un Pinter que está ahí en la recámara. Trabajarlo desde la forma en que lo trabajo yo normalmente, trabajar el texto, etcétera, y eso lo tengo ahí como muy presente, y tengo algún otro montaje, quiero seguir escribiendo textos propios y tengo que encontrar desde dónde.

¿Qué temática cogería para su próxima producción? ¿Sobre qué le gustaría escribir? ¿Hay algo que profundamente le pueda llegar a quitar el sueño?

Hay muchas cosas, lo que ocurre es que yo tardo mucho en encontrarlo, es decir, ¿sobre qué temática voy a escribir en una siguiente obra? Necesito mucho tiempo para probar, para entender, porque nunca es una cosa cerebral, tiene que ser para mí una cosa muy como más de piel, más profunda, más intuitiva de decir aquí, ésta va a ser la siguiente obra.

Al final es mucho tiempo, mucho trabajo y yo tengo la sensación de que cada obra la hago casi como si fuera la última, o sea, me la planteo como si no fuera a hacer ninguna más y entonces ahí te quedas como medio vacío, yo por lo menos me quedo completamente vacío, la idea simplemente de hacer otra obra después de ésta ahora mismo me resulta como imposible, digo, esto no va a poder suceder, pero ya la experiencia me ha demostrado que sí, uno se queda vacío y entonces poco a poco viene una temporada de barbecho donde se va llenando de lo que sea, de lecturas, de películas, de obras, de la vida misma y eso te va llevando de repente a otros sitios y empiezan a aparecer, al principio de manera muy tenue y luego poco a poco empieza a aparecer una historia, unos personajes, unas voces, unos tonos, unas cosas que te van diciendo de alguna manera, venga, ésta va a ser tu siguiente obra.

Pablo Remón
Pablo Remón

Si le preguntara qué tipo de teatro se está haciendo ahora en Madrid, Barcelona, ¿sabría definirme qué tipo de montajes, qué tipo de teatro se está haciendo en nuestros días?

Tengo la sensación de que estamos en un momento en el que, o hemos estado, por lo menos ahora no lo sé, pero hasta hace muy poco hemos estado en un momento en el que los autores, muchas veces con el apoyo del Centro Dramático Nacional, que hay que decirlo, en esta temporada de Alfredo Sanzol, se nos ha permitido a autores de texto, autores contemporáneos, escribir textos y montar textos, que es lo que necesitamos los dramaturgos para seguir avanzando y para aprender, porque si no montas tu texto, eso se muere, no se queda en nada. Hemos vivido, yo creo, una época, y espero que sigamos viviendo, bastante fértil en ese sentido, con muchos autores, autores igual de distintas generaciones, pero autores nuevos, que algunos me pueden interesar más, otros menos, pero la sensación es que se estaban creando cosas desde el texto también, que es algo que me interesa desde el texto, pero no desde el texto de una manera entendida como clásica o antigua o rancia, sino desde el texto actual y desde lo que es el teatro a día de hoy. Entonces creo que hemos vivido un momento, estamos viviendo un momento muy fértil, hay que ver que continúe y que los que escribimos teatro se nos permita seguir escribiendo teatro, porque es una tarea apasionante, pero también es larga de tiempo, entonces necesitas tener, por ejemplo, como he tenido yo ahora, la tranquilidad de que se va a montar en un teatro, de que vas tal, y entonces puedes dedicarle todo ese tiempo que requiere.

La gente que se dedica al teatro (dramaturgos, actores, directores de teatro…), creo que tienen una sensibilidad especial, sobre todo para manejar ciertos temas. ¿Con qué se emociona Pablo Remón?

Bueno, no sé si tenemos una sensibilidad especial, es verdad que es un tipo de trabajo, en un sentido es muy vocacional, porque es algo que tiene el teatro que a mí me apasiona. Yo, como sabes, vengo más del cine y me formé más en cine, y he estado mucho en el mundo audiovisual, y sigo estando de alguna forma, pero el teatro me enamoró mucho por lo que tiene de artesanal, o sea, incluso en un montaje grande como éste, tiene una cosa tan familiar, tan hecho entre pocos en cierto sentido, que eso me resulta muy apasionante, porque al final es una cuestión de equipo y de personas, es una cuestión de entre qué personas hacemos esto, y eso me encanta. Es verdad que buscas ahí personas que tengan una sensibilidad, no sé decirte si afín a la tuya, pero sí con la que puedas entenderte, con la que lo pases bien, con la que te diviertas, con lo que creas, en fin, eso cada vez te importa más.

¿Y con qué me emociono? Bueno, me emociono con muchas cosas, pero muchas veces tienen más que ver, a veces no es tanto algo cultural, sino que tiene más que ver con momentos de la vida, o sea, un pequeño momento. De repente, algo se detiene y miras, yo me emociono mucho cuando tengo la sensación del paso del tiempo, es decir, sea como sea, pero cuando paso por un sitio y ha pasado el tiempo por ese sitio, eso siempre me emociona mucho, por una persona, por un lugar, y vuelvo a ver a esa persona y digo, han pasado dos años, o han pasado tal, y vuelvo a ver un lugar… Eso me emociona profundamente.

Pablo Remón
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¿Para quién es importante Pablo?

¿Para quién es importante Pablo? Dios mío, no sabría decirte, espero que para mi hijo, que es muy pequeño todavía y que yo espero ser muy importante para él, esto es lo que yo querría.

Ahora que hablamos de ese hijo, ¿qué enseñanza le gustaría transmitirle?

Yo he ido aprendiendo lo contrario con la paternidad, que es que los hijos te enseñan más a ti que tú a ellos, entonces yo quiero decir, cuando uno tiene el hijo, claro, yo tengo un hijo solo, que tiene ocho años ahora, y cuando nació, claro, uno tiene la idea esta que tú dices, o por lo menos yo la tenía, de bueno, voy a enseñarle esto. Luego te das cuenta de que ahí estás intentando hacer una versión mejorada de ti mismo, como un 2.0. La propia vida y la propia persona te va enseñando de que no. Esa persona es una persona desde el día uno y tiene mucho que enseñarte a ti, entonces yo espero que haya un “toma y daca”, que haya una flecha en las dos direcciones, porque yo aprendo muchísimo de él, de su forma de estar en el mundo, de su forma de mirar, y espero que al contrario también.

¿Cuál es la obra que más le ha marcado en su vida, el reparto que más le haya marcado? ¿Con quién le gustaría trabajar y con quién ha ‘flipado’ trabajando?

He aprendido mucho con muchas, quiero decir, es difícil, porque cada obra es un viaje tan particular, incluso las obras que hayan podido pasar más desapercibidas, a lo mejor a nivel de público, a nivel de crítica, o lo que sea, existencialmente, como has estado conviviendo, pasando ese tiempo y tal, siempre te traen muchas cosas, entonces, bueno, yo recuerdo muchísimo todas, pero vamos, el año pasado estuve trabajando en Vania, hice este montaje de Vania x Vania, que eran dos Vanias, y fue un aprendizaje fundamental para mí, por los compañeros, por los actores que había allí, pero también por estar conviviendo ahí tanto tiempo con la figura de Chéjov, con la obra de Chéjov. Esto me marcó mucho, y bueno, cada obra ha tenido siempre una parte de intentar descubrir algo, y mejor o peor, o con acierto o no, pero siempre como una cosa muy de intentar ponerlo todo.

¿Hacia dónde va el teatro actualmente? ¿Qué cree que le aporta a la sociedad el teatro? ¿Cree que sigue con esa tónica de educar al público, de hacerle pensar, de hacerle reflexionar, simplemente remueve emociones?

Yo pienso que es algo que se me plantea muchas veces, y yo creo que para empezar, que el teatro, hablamos del teatro en singular, pero el teatro siempre es los teatros, ¿no? Porque hay tantos teatros distintos. Yo pienso que cada uno tiene que hacer el teatro que quiera, que pueda, y que interiormente le mueva y le conmueva. Yo, personalmente, no creo que el teatro tenga que tener una función social, ni que esté para educar a nadie, ni nada de eso, sino que creo que es una cosa mucho más que tiene que ver con los sueños, con el inconsciente, con lo profundo del ser humano, y por eso lleva con nosotros tanto tiempo y seguirá, y es como bastante indestructible en un sentido, y al mismo tiempo es un tipo de forma artística muy arcaica, que casi es lo que a mí me apasiona también, es decir, en un mundo en el que estamos ahora, donde el audiovisual está tan al alcance de la mano, ha alcanzado los niveles que ha alcanzado, ¿qué nos aporta el teatro? O sea, ¿por qué seguir yendo al teatro y salir de tu casa, juntarte en un teatro tal con gente? Es una pregunta que yo me hago muchas veces, que digo, bueno, ¿por qué seguir haciendo esto? ¿Qué tenemos que dar al espectador? Esa vivencia de estar con otros seres humanos, unos sentados en el patio de butacas, otros arriba, y cómo eso tiene que, bueno, es un ritual, y tenemos que conseguir ese aspecto ritual, humano, vivencial, para que todos queramos seguir yendo al teatro.

Pablo Remón
Pablo Remón

¿Qué le pide a su profesión?

Para empezar, el teatro es muy raro, porque aunque llevo ya muchas obras, no me lo planteo como una profesión, siempre lo veo como una pasión, la verdad. Por la manera en la que empecé a hacer teatro y todo, nunca lo he considerado una profesión, jamás en mi vida me habría imaginado que iba a estar dirigiendo obras de teatro, no es algo que hubiera pensado. Entonces, hay un enamoramiento, y hay un enamoramiento en cada proyecto de querer hacerlo, de por dónde tal, pero no hay un… es un ir, descubrir, no me lo planteo a largo plazo, es más una sensación de tengo una necesidad profunda de hacer esta obra, y luego me he ido pasando con otra, con otra, con otra, y aquí me encuentro, pero quiero seguir manteniéndome, no tener la sensación de que es una profesión, aunque lo sea, es decir, quiero seguir como manteniéndome un poco amateur en ese sentido, que es un lugar que me dio el teatro al principio, que me gustó mucho.

¿No es una locura escribir y dirigir al mismo tiempo?

Bueno, no sé si es una locura… Como te comentaba antes, mi manera de escribir y dirigir es que están muy ligadas, entonces no hay tanta separación, por eso me costaría a mí como escribir y, digamos, que lo dirigiera otro, o al contrario, también me costaría dirigir un texto de otro, tendría que reescribirlo, porque es mi forma de dirigir, la escritura y la dirección, para mí hay una línea que no… es que no hay una separación, es un continuo absoluto, ¿no? Y entonces, si yo estoy en la sala de ensayos y le digo a la actriz, venga, vete allí, coge ese vaso, no dejo de estar escribiendo, ¿sabes? Es decir, eso a lo mejor no lo pone en el texto, pero es escritura, ¿no? Escritura en escena, escritura como con los cuerpos, con las voces, con los ritmos, pero es escritura.

¿Cómo traería al público al María Guerrero para ver ‘El entusiasmo’?

Yo diría que este montaje es un lujo primero por los cuatro actores con los que tengo la suerte de haber contado. Con Francesco Carril, Marina Salas, Natalia Hernández y Raúl Prieto, que son cuatro, no sé cómo llamarlo, bestias del escenario. Cada uno de un mundo, cada uno de un lugar. Con algunos había trabajado más, con otros no, pero el conjunto yo creo que es muy potente. Y luego creo que es una obra en un sentido muy divertida, muy amable, muy gustosa de ver.

Creo que es un viaje fácil de ver, entretenido, en el mejor sentido de la palabra, que es algo que a mí también me importa. Y luego resulta que, por debajo de toda esa aparente ligereza, tengo la sensación de que hay muchas ideas que te van calando. O al menos creo que así sucede.

Entonces me parece que merece la pena ir a verla, que merece la pena ir a tener ese viaje con esos personajes y que te va a poner un espejo en muchas cosas.

Pablo, ¿el espectador es disfrutón de ese viaje o se lleva tarea para casa?

Ambas cosas, diría yo.

El viaje totalmente lo tienes que disfrutar. Yo siempre escribo para que el espectador disfrute, en el mejor sentido de la palabra, para que lo goce. Porque eso es lo que a mí más me gusta del teatro, cuando estás viendo una función y estás un poco fascinado por lo que sea. Puede ser una interpretación, puede ser un texto, puede ser una escenografía, pero que estés fascinado como un niño viendo todo eso. Y al mismo tiempo, claro, está la idea de que en ese viaje no es una sensación de que te lleves deberes para casa, pero yo creo que el teatro te tiene que tocar, no es quedarte ahí, sino que están las dos cosas. Entonces tú estás ahí teniendo ese viaje y al mismo tiempo algo por debajo te tiene que ir calando como una lluvia y esa es la intención.

Pablo, para finalizar, ¿sería capaz de describir la situación política de nuestro país?

La situación política de nuestro país es muy fácil de definir con una palabra maravillosa que resume muchas cosas de este país, que es “esperpento”. Y ahí lo podemos dejar.

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