Ha escrito cerca de cincuenta obras teatrales, estrenadas con éxito de crítica y público, algunas llevadas al cine como: Bajarse al moro, La estanquera de Vallecas y Salvajes, así como guiones de cine, series de televisión, narrativa infantil y novelas. Sus obras han sido editadas tanto en España como en el extranjero y se han publicado también ediciones críticas. Ha dirigido más de cuarenta obras teatrales de autores como Bertolt Brecht, Aristófanes, Synge, Calderón de la Barca, Pío Baroja, Valle Inclán, Plauto, Shakespeare, Carlos Arniches, etc., así como varios de sus propios textos.
En el ámbito teórico ha escrito ensayos, como La escritura dramática (1998) y Manual de teoría y práctica teatral (2007), así como artículos de investigación teatral. Ha sido director de la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid. Fue director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (2000-2004) y, presidente de la Academia de las Artes Escénicas de España (2014-2018).
Premios
Ha sido galardonado, entre otros, con los premios: Tirso de Molina (1984), Mayte (1985), Premio Nacional de Teatro (1986), Rojas Zorrilla (1986), Medalla de Oro de Teatro de Valladolid (1993), Muestra de Autores Contemporáneos de Alicante (2005), Premio Max a Mejor adaptación o versión de obra teatral (2005), Castilla y León de las Letras (2009) y Nacional de las Letras Teresa de Ávila (2010).
Fue nombrado letraherido en 2019 por el Ayuntamiento de Valladolid. Su monólogo ganó el Premio de la Crítica de Castilla y León en 2020. En 2021 fue galardonado con el premio a toda una vida dedicada al teatro por la Federación Española de Teatro Universitario. Un año después, Alonso fue reconocido con el Premio Max de Honor, concedido por el Colegio de Gran Derecho de la SGAE por su trayectoria. El ayuntamiento de Alcalá de Henares le ha concedido este año el Premio Fuente de Castalia 2025.

¿Qué versión va a presentar de Numancia? ¿Qué diferencia hay de otras versiones que hayamos podido ver de la obra?
Hay tres tiempos aquí, y siempre el teatro y el arte es transformar el tiempo en un espacio, en un cuadro, en un escenario, en una sinfonía. Hay tres tiempos aquí. Uno, el tiempo de Numancia, que son 130 años antes de Cristo, o sea, la época de los romanos primitivos, ni siquiera de los romanos. Luego hay otra época, que es la época del siglo de oro, la primera parte, o sea, Cervantes antes del Quijote, hacia 1585. Estamos hablando de que todavía no ha venido Lope de Vega, ni Calderón, ni nada de eso, al comienzo del siglo de oro. Muy importante, antes del Quijote. Y luego está este tiempo, que es el tiempo que va a llegar a los espectadores. Tú te sientas allí, por mucho que te cuente, tú lo ves aquí y ahora. Y aquí y ahora te interesa lo que te interesa y entiendes lo que entiendes. Por ejemplo, ese es un término del siglo de oro o un término de… Pues no lo entiendes, tiene que venir aquí. Entonces es un puente entre tres tiempos. Ese entre los tiempos es lo que resuelvo yo. O sea, el autor de la versión es el que hace el puente en tres épocas para que todo lo de esta época, la historia que pasó, Numancia, la heroicidad, los cimientos de lo español, de la cultura española, de todo esto tan importante. Luego, los cimientos de la lengua, la lengua del Quijote, la lengua nuestra, todo eso, todos los valores, el honor, la libertad cervantina. Y luego, pues el telediario de ayer y las noticias de los WhatsApp, la actualidad, porque el espectador va a verlo ahora, quieras o no, y lo ve ahora con espíritu, por ejemplo, si tiene hambre, lo ve con hambre, y si tiene frío, lo ve con frío, lo ve con el espíritu del momento. Ese puente, esos tres entres, hay que resolverlo, los tengo que resolver yo, y los tengo que resolver artísticamente, porque es una creación, no para dar una conferencia. Si yo doy una conferencia, digo, había tres tiempos y lo explico, pero eso no vale. El teatro no es el sitio donde se explica, es el sitio donde se muestra artísticamente una realidad. Una realidad temporal, una realidad a lo largo. Hay unos valores que permanecen, otros que cambian, otros que se cuestionan, otros que… Por ejemplo, en Numancia hay muchísimas cosas. Nosotros unas las hemos eliminado y otras las hemos potenciado. ¿Qué hemos potenciado? Lo que interesa en el siglo de hoy. Hoy, si por ejemplo, sale que unas tropas van a conquistar Portugal, o que los numantinos eran muy altos por la otra época, a la gente le da igual. Lo que importa es lo que tiene relación de entonces con el ahora. Yo soy el que hace el puente, yo soy el que resuelve el entre, entre épocas, entre historias, entre espacios, entre estilos, entre política, entre, entre, entre, y yo soy el que resuelve, el obligado a resolver todos esos entres.
Es una adaptación, es una creación que está adaptada también para la gente joven de hoy en día…
Vamos a ver, tiene que gustar y tiene que interesar. La palabra gustar es muy importante. Esto es como vas a un restaurante, si no te gusta la comida, todo lo demás sobra. Tiene que gustar el espectador. Y el espectador es el joven y el mayor, el culto y el inculto. El muy formado y el no formado. Sobre todo al espectador que paga, está trabajando y para y deja de ver la tele y se van al teatro y se sientan a ver algo. Bueno, lo primero es gustarle, comunicarle y hacer tu trabajo, que es la belleza, el arte, la literatura, la tradición, todos los elementos que están en mi mano. No le voy a vacunar del COVID, le voy a tratar de meter en el jardín del espíritu del arte y en ese jardín que lo pase bien.

José Luis, ¿busca la belleza escénica, el texto, la palabra…?
Todo eso. Igual que un pintor cuando hace un cuadro, busca todo eso, busca belleza, busca estilo, busca estar comunicando con el arte de este tiempo, y busca sobre todo meter el mundo en el cuadro. Que es lo más complicado.
¿De qué equipo artístico se ha rodeado en esta ocasión?
Esta obra es muy difícil. Es la primera gran tragedia colectiva, no solo de España, del mundo. Como todas las tragedias anteriores, las griegas, era la historia de un héroe en relación con los dioses, aquí no hay un héroe, aquí es el pueblo. Y aquí no hay relación con los dioses, es el pueblo frente al destino y frente al signo y al enfrentamiento, la tiranía, la falta de libertad, los grandes problemas. Entonces es muy difícil. La obra estilísticamente es muy compleja, necesitaba un gran equipo. Tengo un escenógrafo buenísimo, un iluminador buenísimo… lo mejor. Y luego tengo veinte actores, de los cuales siete del equipo son protagonistas, que hacen protagonistas en obras normalmente, entonces tengo un equipo muy formado. Sin ese equipo muy formado era difícil acometer un proyecto como este. Aquí hay alegorías, habla el río Duero, España, no sé qué, hablan los muertos, los vivos, luego hay escenas de amor… De repente hay una escena de amor, de repente hay una batalla, de repente hay muertos, de repente hay… Todo eso hay que hacerlo, encadenarlo, relacionarlo, y hace falta actores muy preparados. Sería imposible hacer para una compañía de teatro aficionado, así sería absolutamente imposible.
¿Qué paralelismos podemos ver temáticamente de aquella época con la nuestra?
Hombre, yo creo que hay un paralelismo político, si no, no lo haría. No ideológico, sino político. La ideología son tus creencias, allá tú. Y la política es… La política es un elemento de la estructura social, te guste o no, que esta forma parte. Entonces, políticamente, esta obra habla del tema número uno de la gestión política en el mundo, que es el uso, abuso, dominio y regulación de la libertad. Estamos hablando de la libertad y del honor. La libertad y el honor ahora mismo en España están bastante de capa caída. Digamos que vivimos un momento, al menos, complejo políticamente, de valores, no da la impresión que las estructuras políticas que nos gobiernan defiendan el honor, la dignidad y la verdad como grandes valores, no da esa impresión. Entonces el arte siempre defiende los grandes valores de la humanidad y defiende la libertad, no solo la libertad de Gaza, sino también la libertad de España. No sólo el honor del presidente de los Estados Unidos, sino el honor del presidente nuestro, o sea, defiende los valores y habla de los valores. Esa gestión de la libertad, del honor, de la dignidad, de todo eso. Esas frases célebres “La mujer del César, no sólo tiene que ser honrada, tiene que parecerlo”, parece que aquí no se da. Entonces son cuestiones que, a la fuerza, cuando salen obras que plantean la dignidad, el honor. Hay una obra en esta obra que dice, en el honor cada uno fabrica su destino. No tiene ahí fortuna algún camino. O sea, la fortuna no importa. Cada uno en el honor, no en la enfermedad, te puedes morir en el dinero. Pero en el honor tú fabricas tu destino. No la fortuna, no los dioses. Tú eres el que fabricas el honor, con tu forma de ser, con tu conciencia. Eso es un valor político importante de lo cual habla esta obra y creo que es importante ahora mismo en España.

Yo creo que confundimos también muchas veces los términos libertad, honor… No tenemos una definición, o nos interesa deformarla
Yo creo que sí la tenemos. Dice Cervantes: “la palabra es la lengua del alma. Así como fueran nuestros conceptos, así serán nuestras palabras”. La palabra, en principio, es la lengua del alma. El que juega a confundirlo es porque su alma le interesa confundirlo. Pero, evidentemente, no quiere decir que la palabra sea escolar. En la vida hay cosas que son confusas y difíciles, y hay otras que son confusas a propósito. Uno que roba, cuando va al juicio, lo que quiere es confundir al juez, porque si no le confunde la ha armado, y dirá una palabra u otra cosa, para defenderse, pero evidentemente las palabras tienen un sentido. La humanidad, por ejemplo, el derecho romano, en el que se basa la justicia, empezó por no existir, no había, y se hizo para que las palabras y los comportamientos humanos tuvieran una respuesta escrita. Si da igual todo, sobra el derecho romano, sobran las leyes y sobra todo. Parece ser que la humanidad ha ido haciendo lo mejor de la humanidad, ha ido dando valor a las palabras. Lo peor de la humanidad ha ido quitándose.
José Luis, le van a conceder en esta edición de Clásicos en Alcalá el premio Fuente de Castalia en Alcalá de Henares. Se reconoce la trayectoria de José Luis Alfonso, es un pilar importante dentro del mundo de las artes escénicas
Yo agradezco los premios, agradezco este premio, Alcalá, he trabajado mucho allí, he hecho muchos clásicos y tal. Por mi edad represento un poco a los mayores que quedamos, la mayoría se han muerto. En la lista, últimamente me dan muchísimos premios, pero es que en la lista quedamos ya muy pocos, más en el cementerio, entonces tengo mucha menos competencia que la que tenía antes. Pero hay un reconocimiento también a toda la vida trabajando seriamente, soy un trabajador riguroso, serio, que dedica muchas horas y que hace su trabajo como un campesino. Sudo, voy a las tierras, siembro con cariño, estoy ahí metido, ¿cuánto tiempo? Toda mi vida. ¿Por qué? Porque me gusta y lo paso bien y además es mi obligación. Entonces los premios vienen no solo por resultados estéticos, que tengo muchos lógicamente a lo largo de mi vida, sino también por una conducta de ética. Luego he dirigido muchos centros, muchos sitios y tal. No he tenido ninguna investigación nunca. Nunca he tenido ningún problema, ni económico, ni de nada. Porque lo normal en los seres humanos es portarse bien, no portarse mal. Es absurdo. Ahora me han dado también el premio de la medalla de honor de la Universidad Complutense, representando a todas las universidades europeas y tal. Parece que tengo como el honor, la medalla de honor, el honor muy a salvo. Y dicen, ¿y qué has hecho para tener el honor a salvo? Pues nada, lo normal. Pagar la factura, no engañar a la gente, ser normal.

Ser una persona de bien…
Yo creo que las personas de bien son las normales. Esto es como los conductores. El 90% van en buena dirección y lo hacen bien. Lo que pasa es que el 10% que van mal organizan cada una, organizan mucho los que van mal. Hay mucho ruido. Pero la mayoría de la gente se porta bien, porque si no se portara bien los conductores, imagínate si el 90% condujeran mal y borrachos… sería imposible el 90% conducir bien. Solamente hay alguno que ha bebido, otro que se salta, pero esa es la minoría.
Volviendo la vista atrás, lo que se denomina hoy, ha sido y es un artista multidisciplinar. Quiero decir, ha tocado todos los palos en el teatro. Dramaturgo, director, productor…
Cuando paso por un puente de esos maravillosos no tengo ni idea de qué es y cómo se ha construido. Yo empecé con 20 años, 22 o así. Ya me contrataron y hasta hoy. O sea, yo siempre he sido un profesional cualificado.
¿Y cómo llega el teatro a su vida?
Pues es que no me acuerdo. Yo creo que básicamente eso, como he dirigido a las escuelas de arte dramático y tantas cosas en mi vida, pues me han preguntado muchas veces, ¿cómo se sabe si uno vale o no? Yo creo que el arte, casi todo, pero el arte es obvio, es por encima de todo una facilidad. Es pintor el que pinta con facilidad, porque dices, es que me cuesta un trabajo… A mí cada vez que llega alguien y me dice, es que yo soy escritor, pero me cuesta un trabajo escribir. Digo, pues déjalo. Dedicarte toda la vida a algo que te cuesta mucho trabajo, es ganas de liarla. O sea, lo normal es dedicarse a algo que te sea fácil. Y yo digo la verdad, pues dice, yo empecé a los veintidós años en el teatro, estudiando en el TEU, con grandes profesores, y empecé a hacer teatro. Y siempre se me dio bien, o sea, se me dio con facilidad. Y esa facilidad me ha hecho que lo haga 70 años, 80 años. Si estoy viejo, 83 años. Porque a veces, pues sí que lo hago mejor, esto que una tortilla. La tortilla francesa no se me da bien. Y es que tengo facilidad. Y siempre he tenido facilidad para el mundo este, el escenario, la creación de ficciones. Todo ese mundo, pues bueno, pues yo que sé. Es una cualidad, he tenido ese y no he tenido otra.
¿En qué ha cambiado el mundo del teatro?
Porque en el mundo del teatro hubo una temporada muy larga en la historia que era lo único que había para comunicarse estas cosas. La gente no sabía leer. Una mayoría. Entonces, el que veía una obra de teatro es el que veía ficciones. Los demás no. Luego un tiempo, bueno, pero es que la gente ahora tiene televisión en su casa, historia, no sé qué, y sabe leer todo el mundo, y ve cine, ve… Ahora compite con miles de formas de ficción, y durante muchos siglos competía con nada. Ahora está especializado para un tipo, se ha especializado, pues como la música clásica, para un tipo de persona medianamente culta. No digo que es de gran cultura, pero sí de cultura teatral. El que no ha ido nunca al teatro, pues la verdad es que ¿le recomienda que vayan?, porqué, si no lo van a pasar bien. No, no, esa cosa de las películas, que una va a la ópera por primera vez y llora porque se emociona con la ópera, es mentira. La gente que no ha ido nunca a la ópera, a la final va a la ópera, y dice: ¿qué rollo es eso? ¿Qué horas llevo aquí escuchando esto? Y viendo. ¿Qué son? Tienes que estar metido un poco en ese mundo. Ahora, ese espectador que está metido un poco y que tal, la verdad es que lo disfruta mucho.

¿Qué le pide, para finalizar esta conversación, al mundo del teatro?
Le pido al mundo del teatro esto de lo que hemos hablado, cuando hemos hablado de las palabras, cuando hemos hablado de la dignidad. Las medicinas investigan muchas, pero las que no valen no las ponen. En el teatro se pone todo. Ponen una obra que no se la saben, te ponen una bobada… En las comidas todo lo que está estropeado no se da. En el teatro se da lo muy bueno, lo bueno, lo malo, lo espantoso.
¿Qué es lo mejor que ha hecho?
La continuidad. En una profesión de tantos altos y bajos siempre he estado bien valorado. Desde los veinte años he sido contratado, pagado, y hasta hoy. Siempre he tenido mil encargos y en mi trabajo continuado unos han gustado más, otros menos, pero en general esa continuidad tiene un aire de triunfo escénico.





