¿En qué momento profesional se encuentra?
Me encuentro en un momento de transición, de entender que el cuerpo tiene un límite y de que también está ahí la parte creativa, que fue la que me movió a irme a Marsella para formarme o a Hamburgo. Hay que entender que yo empecé mi carrera profesional bajo la guía e inspiración de John Neumeier, quien dirigió el Hamburg Ballet durante 51 años. Estoy en un momento de replantearme muchas cositas, muchas prioridades, tanto artísticas como personales.
Parece que han tenido una temporada movida en el Hamburg Ballet con la rescisión del contrato del sustituto de Neumeier, Demis Volpi. ¿En qué momento se encuentra la compañía?
Pues el Hamburg Ballet también se encuentra en un momento de profunda transición. Hay que entender que es una compañía fundada por John Neumeier, y su planteamiento artístico y conceptual es el que ha llevado al ballet al lugar donde está a la actualidad, al igual que pudo pasar con Maurice Béjart y el Ballet du XXe Siècle, Jiří Kylián y el Nederlands Dans Theater o Pina Bausch y el Tanztheater Wuppertal. Son compañías de autor y cuando éste ya no forma parte del ecosistema es el momento de replantearse cuál es la esencia de la compañía, más allá del motor creativo de ese artista. Creo que ahí está la clave para seguir avanzando en el futuro. La temporada con Demis Volpi ha sido intensa, muy intensa. Creo que de todas las situaciones se pueden extraer los aspectos buenos y malos. Espero y deseo que la situación que se ha vivido sirva para aprender y seguir creciendo con la mirada hacia adelante.
Por entender todos los ángulos de la cuestión, ¿cómo definiría el Hamburg Ballet?
El Hamburg Ballet no es una compañía de danza convencional porque hay una filosofía detrás, una manera de entender la danza y de acercarse a ella que es lo que marca la diferencia. Es una compañía donde la prioridad está en la parte humana, o sea, es un ballet humanista, por delante de un ballet técnico, aunque lógicamente la técnica tiene su valor. La danza clásica es un lenguaje y recurso para contar historias, pero la diferencia de esta compañía radica en el elenco de los bailarines, en su filosofía y manera de encarar la danza, de forma humanista y artística.

¿Cuál es la importancia de la figura de John Neumeier para el Hamburg Ballet y para usted?
Hay muchos creadores y artistas que han dejado huella en la historia de la danza y uno de ellos es John Neumeier. Ha sido un artista que ha sabido crear a partir de la tradición y respetándola, pero siempre con una mirada hacia el futuro. Creo que es un gran coreógrafo, un gran dramaturgo, y, sobre todo, un gran artesano. He tenido la suerte de tener un diálogo artístico muy fructífero y profundo con él. Ha creado piezas nuevas también para mí y el diálogo era tan fluido y honesto que sentía una seguridad completa y la confianza en mí, lo que hace que hubiera una parte de mi persona en sus últimas creaciones. Nuestras experiencias juntos no tienen precio: ese momento de simbiosis y esa intensidad a la hora de crear, me las llevo conmigo siempre.
Yendo al principio, ¿cómo aparece la danza en su vida?
No vengo de una familia con tradición en la danza, sino de una familia vinculada a los deportes de montaña: escalada y bicicleta. No sabría decir en qué momento o cómo apareció la danza en mi vida. Cuando era pequeño tenía una gran influencia de las películas y dibujos animados. Yo quería ser como Baloo de “El Libro de la Selva”: un oso que cantaba y bailaba. Luego entendí que lo que me gustaba tenía relación con el teatro y la danza, pero fue un proceso muy natural. A mí me gustaba crear, jugar con las luces y los vestuarios. En ningún momento que yo recuerde tuve el sueño de bailar. En mi familia no entendían de dónde venía lo de la danza, pero lo han respetado y han apoyado.

¿Cuál es la enseñanza que más valora de sus maestros?
Creo que es una mezcla de sus enseñanzas y experiencias, con lo que tú creas tu propia manera de hacer las cosas. Quizás sí tengo muy presente la enseñanza de no intentar crear una imagen prefabricada, sino ser tú mismo: cada uno tiene un cuerpo, una manera de hacer las cosas y tiene sus limitaciones, que, en sí, no son limitaciones sino cosas únicas de cada persona, que debe trabajar acorde a ello y no pegándose contra una pared.
Ganar el Prix de Lausanne en 2008 le abrió las puertas de la Escuela del Hamburg Ballet, ¿siempre tuvo claro que ésa sería su compañía?
Mi primer contacto con John Neumeier fue en el Prix de Lausanne, ya que él era jurado. En aquel momento, el Prix de Lausanne estaba orientado a los alumnos de escuelas pequeñitas para que pudieran orientarse hacia las grandes academias de ballet. Yo entré en el Hamburg Ballet School y después de dos años de formación, tuve claro que me quedaba en la compañía, porque, para mí, la esencia es la creatividad y le doy mucha importancia al hecho de tener una compañía con un creador fijo, un lenguaje y un cosmos construido alrededor de esa creatividad.

¿Recuerda cómo fue su debut profesional?
Recién entrado como aprendiz, la compañía se iba a bailar al Palais Garnier de París y hacían “Percival” de John Neumeier y el bailarín que hacía uno de los roles solistas del ballet se lesionó de la espalda y John en el estudio a una semana y media de ir de gira me dijo: «quiero que lo hagas tú». Y ése fue el debut que tuve con el Hamburg Ballet. No me acuerdo tanto de tener nervios sino2111 de estar emocionado.
Aleix Martínez es bailarín y coreógrafo, ¿qué faceta le define mejor?
Buena pregunta. Creo que en la actualidad no puedo escoger entre una cosa u otra, porque las dos me aportan las herramientas necesarias para seguir desarrollándome. No puedo concebir un día a día que esté centrado solamente en la creación o que esté centrado únicamente en mí como bailarín, en mi propio cuerpo, en mi propia trayectoria profesional. Creo que ambas facetas se complementan entre sí.
Como bailarín, ¿qué tipo de roles se adecúan más a sus características?
El mundo tiene un poco de todo, ¿no? Creo que el hecho de reducirte a los roles que te van mejor te limita bastante. Creo que uno lleva dentro de sí mismo todo a la vez: es hombre, es mujer, es nostálgico, es alegre, es agresivo, etcétera. Entonces, no podría decantarme por un tipo de papeles. Todos y de todos los colores.

Y como coreógrafo, ¿cómo definiría su estilo?
Intento no describir ni poner etiquetas a mi trabajo, porque no me gusta poner etiquetas ni que me las pongan. Me gusta crear mundos y es lógico que, viniendo de una escuela y de una formación académica, ésa sea mi esencia. Pero también es cierto que he tenido muchas influencias y experiencias en diferentes estilos y lugares. Es danza, es movimiento, es expresión y más allá de eso, … mejor lo dejamos ahí (ríe).
¿Cuáles son sus próximas metas en el mundo del ballet?
Seguir ilusionándome, desarrollándome y creciendo como artista. Siempre ha sido un proceso muy orgánico, lo cual no quiere decir que haya sido y sea fácil: es picar piedra e ir construyendo y destruyendo, renaciendo y continuando. Nunca ha habido una meta definida. Mi motor es la idea y la esencia. Creo que lo más importante es tener una mirada abierta, no sólo a la danza sino también al teatro y a las artes escénicas y de ahí lo que venga. En el plazo corto, tengo la ilusión de actuar con el Hamburg Ballet en el Teatre del Liceu, donde presentaremos en abril “Nijinsky”. Encuentro fascinante a Nijinsky, porque fue un pionero de la danza contemporánea y marcó la historia de la danza, y esta obra me da la oportunidad de entrar un poquito en su mundo y poder aprender de él. Realmente, la actuación en el Liceu tiene una parte emocional importante para mí.
Por último, ¿qué es la danza para usted?
La danza ha sido y es mi refugio, mi manera de ver el mundo que me rodea y mi manera de expresarme.





