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Discrepancias y silencios

Imagen de la producción "Constante" de la Comedia Nacional de Uruguay

Me he desviado antes de empezar, lo que ya tiene mérito. Antes de ir para Madrid hablé con un amigo y me dijo que Constante, la principal apuesta uruguaya para esta edición del Festival de Almagro, era un despropósito. Luego me tropecé en la puerta de casa con José Vicente, el director de El Taular, que venía a recoger algo, y me dijo que Constante es lo mejor que ha visto hasta ahora y, posiblemente, va a ser lo mejor que vea en todo el Festival. A Ignacio García, el director, le escuché el otro día cómo le decía a unos amigos suyos que estaba muy bien. A mí me da rabia no poder tener opinión, porque no la he visto. La tentación es fuerte y a veces me da por inclinarme por el que aboga por el despropósito y a veces me alineo con los que defienden su genialidad. Lo más difícil de este mundo es no mantenerse firme cuando a uno le faltan elementos de juicio. Lo más curioso de este asunto es que el análisis de ambos bandos es muy similar. El del despropósito, al que mantengo en el anonimato porque lo mismo no le gusta que airee sus opiniones, cree que no tiene sentido la inclusión en la programación de un montaje absolutamente contemporáneo, con muy poca relación con los clásicos, salvo nombrar a Lope. Los otros no niegan su contemporaneidad, pero les parece bien.

Me fui a Madrid y, por el camino, puse la radio, a ver si decían algo del Festival. Nada. Ni en Radio 3. Llegué a Madrid, a Leganés, y no me tropecé con nadie que hablara del Festival. Ni de teatro. Supongo que hay una especie de conjura de silencio. O eso o está muy bien ir a Madrid de vez en cuando para perspectivizarse y supermineralizarse. A ver cómo le va a mi hija con la escalada… El viernes vuelvo a por ella. Tal vez en el viaje esta vez haya suerte y escuche algo del Festival Internacional de Teatro Clásico con un poco de Contemporáneo de Almagro.

 

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