Masescena

Ignacio García: «No he aceptado la renovación de mi contrato porque no se daban las circunstancias para continuar el camino de crecimiento que hemos intentado hacer estos años»

 

Ignacio, ¿qué ha propiciado tomar esta decisión de abandonar la dirección de la cita manchega?

No he aceptado prorrogar un año más el contrato. Ha habido una circunstancia coyuntural que ha sido que el aviso ha llegado muy tarde, después de haberse intentado otros caminos que eran prioritarios para quien lo hizo. Cuando esto se propone yo pido que haya unas garantías para que el festival pueda seguir creciendo, y que tienen que ver con los compromisos institucionales, y con las condiciones del equipo de la Fundación. Ante la no confirmación, y no tener garantías de que eso se pueda llevar a cabo, decido no aceptar ese año más. Pero no he dimitido. A día de hoy sigo trabajando con cosas de la Fundación, y hasta el 31 de diciembre que acaban los cinco años que ponía en los estatutos.

Lo que he hecho es no aceptar la renovación porque no se daban las circunstancias para continuar el camino de crecimiento que hemos intentado hacer estos años.

 

¿Cuáles son esas circunstancias?

Pues lo pone en el comunicado (no recibido en la redacción de Masescena). Por un lado, es la reducción del equipo. Se han externalizado parte de las actividades y, en mi opinión, este equipo ha salido damnificado, sobre todo en la parte de comunicación, no te cuento a ti nada nuevo.

Hemos hecho unos esfuerzos enormes, pero no en las mejores condiciones. Estamos haciendo con menos equipo un festival más grande que el que se hacía hace cinco años cuando llegamos. Yo no tenía informaciones objetivas que me permitieran considerar que esto iba a mejorar la situación del equipo y las garantías de poder trabajar un poco mejor. La segunda cuestión tiene que ver con la cuestión patrimonial. Los apoyos económicos de los patronos se han mantenido durante estos años con gran esfuerzo por su parte, pero hemos tenido que hacer milagros para que con el mismo presupuesto sigamos creciendo. Hemos inventado otros modelos, como el país invitado, la comunidad autónoma invitada, los patrocinios, la taquilla, y hemos intentado seguir creciendo. Pero para mí, digamos, que había una cosa filosófica que era fundamental, y era la garantía de que los patronos mantuvieran el nivel de compromiso que había habido históricamente.

En mi opinión, en el último tiempo, no ha estado claro eso en relación a la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Por ejemplo, este año de los veinticinco días de festival hubo sólo quince días de función en el Teatro Adolfo Marsillach, de los cuales dos días tuvimos que asumirlos nosotros. Históricamente la Compañía Nacional programaba todo el Hospital de San Juan, y además llevaba funciones a Áurea con la joven compañía, o funciones a Fúcares. Es decir, teníamos 28 o 30 funciones asumidas por la Compañía Nacional como un eje, como un tronco fundamental del festival. Mi sensación este año es que no íbamos a conseguir subir como creo que es necesario, y que no éramos capaces de garantizar lo que significa esa colaboración entre el festival y la CNTC, y la CNTC y el festival. Recordemos que la CNTC tiene su segunda sede en el festival de Almagro, y es un patrono. Mi sensación es que no se llegaba a la expectativa para seguir creciendo y, simplemente, ante esa falta de instrumentos para seguir creciendo, en el sentido que yo consideraba, pues he decidido dar un paso al lado y dejar a quienes puedan hacerlo mejor que yo en ese sentido y seguir creciendo. No hay ni la guerra que unos dicen, ni la pelea, ni el enfrentamiento, ni institucional ni personal, simplemente hay por mi parte una asunción de que no he conseguido generar más recursos, ni convencer de que la presencia institucional de la CNTC sea la que fue en otro tiempo, y me parece algo, filosóficamente para mí, irrenunciable. No quiero imponer mi criterio, y me voy precisamente por eso, para no pelear.

Si tuviéramos que hacer un resumen de todo sería más o menos el siguiente: “la reducción, externalización y precarización de los puestos laborales, la reducción del compromiso de la Compañía Nacional, y uno que está vinculado a la reducción del compromiso de la Compañía Nacional y que yo he decidido poner como uno de los temas que a mí me imposibilitan continuar. Y es que una producción tan emblemática como “La vida es sueño”, producida por la CNTC, con dirección de Declan Donnellan, y que para mí es el emblema de todas las esencias, un título como ese, hecho por la Compañía Nacional, se nos planteó que debía ser contratado como una producción privada negociando con el productor. Me parece que eso crea un clima de confusión, entre lo público y lo privado, entre lo que es la Compañía Nacional y lo que no es, y creo que Almagro debe ser ejemplar.  

Yo he aprendido dos cosas de mi etapa. Una es que para que crezca un festival como el de Almagro, tan variopinto, no es que tú lo hagas crecer en tu mirada, sino abrirlo a muchas miradas distintas (la del país invitado, la de la comunidad autónoma invitada, la del Instituto de las Mujeres, la de la ONCE…) De esta manera no sólo se abre en cantidad, sino que se abre en mirada, en horizontes, en diversidad, y en sensibilidades. Para mí ese es el legado que dejamos de un festival más ancho, en el que quepa más gente. El segundo aprendizaje, para mí, es el nivel de exigencia. Tú conoces Almagro muy bien y tú sabes que yo voy con la bici, y me para el del bar y me dice que no ha cenado tanta gente porque el teatro no estaba lleno, y me para un espectador y me dice que no está contento con el resultado porque no es lo que esperaba. Tú sabes el nivel de exigencia que hay. He aprendido que en Almagro no te permite la sociedad civil que el festival no sea el 100% de la calidad que la gente espera. Y me parece que eso es formidable. Es uno de los mayores patrimonios que tiene el Festival de Almagro, una ciudadanía que no está dispuesta a aceptar algo que no sea lo mejor, y está siempre dispuesta a reclamar y a protestar. Lo que yo humildemente he hecho con este gesto de dar un paso al lado pretende ser un pequeño reconocimiento a ese aprendizaje. Ellos me exigen a mí y si yo no puedo exigir y lo que creo que es lo mejor para el festival, pues tengo que asumir la derrota y dar paso a quienes, a lo mejor, lo podrán pelear de otra manera, o que tengan otros criterios. Intentar hacer el festival sin que sea el festival que la gente quiere y merece y lo que la gente va a pedir, no me siento capaz de hacer eso.

 

¿Cuáles han sido los motivos del desgaste de la Compañía Nacional de Teatro Clásico en el Festival de Almagro?

Bueno eso tendrías que preguntárselo a ellos. Sería muy osado por mi parte relatarte cuáles son los motivos por los que ellos están haciendo una estrategia u otra. Sólo puedo decirte que mires los libros de otros años y veas la evolución de presencia, de evolución de compañías. De lo que había cuando nosotros llegamos, y de lo que ha ido pasando en 2019. 2020 en pandemia fue un año muy duro, pero en 2021 y 2022 volvimos a volar. Ese es el dato objetivo. La evolución de funciones que ha habido. Las razones que motivan eso, no sé. Yo sé que El burlador de Sevilla no se estrenó en Almagro de donde la Compañía Nacional de Teatro Clásico es patrono y donde sí tiene su sede, y que se estrenó en el Grec de Barcelona. ¿Las razones de esa elección? No las entiendo y se me escapan, además de que la CNTC tiene total soberanía. Yo estoy aquí para defender el festival, y cuando veo que no lo puedo defender en las mejores circunstancias y darle todo lo que creo que se merece, pues asumo la derrota.

 

IgnacioGarciaporEnriqueCidoncha

 

¿Ha recibido alguna comunicación de los miembros del patronato sobre su no continuación al frente del Festival?

Si, he hablado con alguno de ellos, y he explicado con más detalle alguno de los motivos más allá de lo que expuse en la reunión del patronato, porque tampoco pude extenderme más, y he tratado de explicar toda la circunstancia por la que he llegado a esa decisión clara.

 

¿El Festival llega con las cuentas saneadas a este momento?

Totalmente. El festival no tiene ningún déficit en este momento. Todo lo que se ha hecho en este año y en estos años está cubierto, y quien llegue tiene las manos libres y las cuentas limpias para con el presupuesto real del año próximo hacer el festival del año próximo.

Lo único que estoy intentando en estos días, desde que pasó lo detallado anteriormente en el patronato, es trabajar para que quien llegue se encuentre el trabajo hecho, las conversaciones se han hecho con países invitados, con comunidades autónomas invitadas, la convocatoria en la web está en marcha. Es decir, que nadie se encuentre un rechazo porque no se han hecho los deberes. Los deberes se están haciendo como cada año, pero al mismo tiempo no estamos tomando decisiones irreversibles porque consideramos que quien llegue debe tener las manos libres para hacer lo que considere. No se ha cerrado ni firmado un convenio con un país, ni con una comunidad autónoma. Hay negociaciones avanzadas, la convocatoria está hecha pero sobre los proyectos que llegan las decisiones las tomará quien vaya a diseñar el festival del año que viene. En eso quiero ser muy respetuoso y hacer lo posible por el bien del festival, y también facilitar las cosas al que tenga que hacerlo, porque sé lo complicado que es, además, entrar al inicio de año y llegar al festival en junio porque a nosotros nos tocó hacerlo así en 2018.

 

 

¿Tan difícil era poder llegar a un acuerdo? ¿Tan costoso económicamente era asumir vuestras condiciones?

No. Económicamente lo podía asumir el festival. Te aseguro que tengo muchas contradicciones. Aún me sigo preguntando si no me estoy metiendo en un lío por obcecación. Pero el año pasado ya sucedió, que dos de las quince funciones que hubo en el Hospital de San Juan, en el teatro Adolfo Marsillach, las tuvo que asumir el equipo del festival. Nosotros asumimos que esa era una situación excepcional por una coyuntura económica, por una coyuntura de ajustes presupuestarios que había sufrido la Compañía Nacional. Y hicimos un esfuerzo. Eso que dices tú de “¿no será que me estoy poniendo terco?” El año pasado decidimos ceder en la negociación, aceptarlo de nuestro presupuesto, pero al verlo este año agravado en la situación que te digo, el tema de “La vida es sueño”, a mí me genera muchas contradicciones. Contradicciones con las muchas compañías que se presentan, y que no podemos programar si estamos dedicando ese presupuesto a un título tan importante como “La vida es sueño”, que evidentemente no puede no estar. No pongo en discusión que esté. Lo que pongo en discusión es el modelo. Quizá a mucha gente le parezca un tema banal, trivial o pequeño, y que yo estoy haciendo grande un tema que es pequeño, pero para mí el compromiso institucional de los patronos con el festival y sus contenidos no tiene que ver con los dineros, tiene que ver con la garantía de ofrecer lo mejor y mantener los estándares que todos estos años han puesto a Almagro donde estaba. Tú sabes cómo lo vivo yo el festival, y mi manera de defender una serie de principios. Esta es una decisión tomada por principios, no por conveniencia presupuestaria. Por conveniencia presupuestaria nosotros podríamos haber asumido eso, tal vez nadie nos lo hubiera reclamado, pero a mí me parece que hacer eso era dejar el festival en una situación fragilizada y debilitada de cara al futuro, en el que habíamos creado un precedente en el que uno de los patronos no tiene por qué garantizar los compromisos que históricamente tuvo.

 

¿Qué propuestas y actividades han llegado de la mano de Ignacio García a esta cita estival manchega?

Abrir cada vez más el festival a la sociedad civil. Poner en valor lo que se había hecho anteriormente y que funcionaba, Almagro Off, el Barroco Infantil, hemos tenido un ánimo absoluto de continuidad con aquello que creíamos que era muy positivo para el festival, e intentar dar cada vez más voz a la gente, partiendo de un principio que es el principio patrimonial, que está en los estatutos y que recogen que el festival está para divulgar nuestro patrimonio del Siglo de Oro. Hemos pensado que el Siglo de Oro son los siglos XVI y XVII, y hemos intentado impulsar que los siglos de oro fueran americanistas, fueran feministas, que las autoras, que las américas, que las otras lenguas cooficiales estuvieran presentes. Le hemos dado la voz a mucha gente intentando que ellos decidieran sobre una parte de los contenidos del festival. Que el país invitado, México, Colombia, Portugal, o Uruguay, decidieran cuál es su visión del siglo de oro. Que las comunidades autónomas invitadas, Valencia, Navarra, Galicia, también decidieran su punto de vista. Que el Instituto de las Mujeres opinara sobre el canon femenino que debe estar en el festival, y también sobre las cuotas de género que debemos mantener e impulsar en el Almagro Off y en Barroco Infantil. Que la ONCE fuera referente y quien nos diera información y nos guiara para hacer un festival más accesible y más inclusivo. Es decir, darle voz a mucha gente para que entendieran que Almagro era su casa, y para que hicieran crecer el festival no en la dirección que nosotros imaginábamos sino en la que ellos mismos imaginaban, teniendo esta visión del patrimonio y esta defensa de una lectura contemporánea y moderna de nuestros clásicos.

 

Para cerrar, ¿qué futuro le espera a este festival?

Vaya, yo confío que un futuro brillante. Un futuro de crecimiento, de expansión, de adaptarse a los tiempos como siempre lo ha hecho. De caminar con la sociedad civil almagreña y española de la mano con una visión cada vez más amplia de nuestros clásicos. Yo estoy seguro, y te lo decía antes, que uno de los garantes de este festival, además de su patronato, por supuesto, son los ciudadanos, son los espectadores, son los almagreños, que están siempre. Y sois vosotros también, los periodistas, que vais a estar siempre exigiéndole al festival que no baje la guardia, que no deje de crecer, y que no deje de ser un referente mundial como lo ha conseguido ser con el esfuerzo de tanta gente y de tantos años.

 

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