Masescena

Scapin usa el engaño y la astucia para que el amor y el destino se impongan

La obra, V.O. en hebreo con sobretítulos en español, no fue un impedimento para que el público asistente disfrutara y se divirtiera con Scapin y sus ocurrencias. Aunque el público que abarrotaba el espacio Miguel Narros aplaudió con energía la propuesta, le costó ponerse en pie para premiar el trabajo de la compañía extranjera. Pero, al final, lo consiguió.

La escenografía y puesta en escena de la mano de Frida Klapholz-Avrahami presentó una escena muy limpia. Cuatro paneles blancos sirvieron toda la trama. Entre los paneles salían y entraban los actores con mucha asiduidad, buscando ese juego de mantener al espectador en continua tensión. La escenografía la cierra una especie de tatami también de color blanco por donde los actores se pelean, ruedan…

Un gran dominio de la escena mostraron los actores israelitas. Una declamación impecable. Pero llama mucho más la atención el teatro gestual que utilizan. Con el gesto, en numerosas ocasiones, no hacía falta mirar los subtítulos. Los actores fueron, Scapin: Vitali Friedland; Argante: Arie Cherner; Octav: Yoav Hyman; Hyacinte: Natalie Eliezerov; Geronte: Yehoyachin Friedlander; Liandre: Ariel Wolf; Zerbinete: Nili Rogel; Silvestre: Erez Shafrir. Y es que, aunque no son ninguno conocido a nuestros oídos por su nombre, merecen ser nombrados por su trabajo impecable en escena.

No menos visual fue su vestuario. Pantalón corto en los hombres en la mayoría de los casos, una gitana tipo zíngara de rabiosa actualidad. Firmado por Dana Tsarfaty nos muestra unos personajes muy de hoy en día, muy cercanos.

Ya lo adelantó la directora del festival, Natalia Menéndez, en una entrevista concedida a Masescena el pasado mes de junio: «Israel tiene una tradición de café-teatro, un teatro más irónico, más bestia. Ofrece un Molière bastante desconocido en España».

Scapin 01Sinopsis de la obra por Udi Ben-Moshe
En ausencia de sus padres, Octavio y Leandro –los jóvenes hijos de Argante y Geronte– se han quedado prendados de Jacinta y Zerbinette. En cuanto regresan los padres de los jóvenes se enteran de estas nuevas relaciones y se enfurecen, puesto que tienen otros planes de boda para sus hijos: Argante desea casar a Octavio con la joven hija de Geronte y no está en absoluto programado que Leandro, el hijo de Geronte, se case. Los jóvenes amantes están atormentados, pues tienen por seguro que van a perder a sus amados; como último recurso ante esta situación desesperante, solicitan la ayuda de Scapin, sirviente de Geronte.

Scapin, con su carisma, inteligencia y arrogancia, usa el engaño y la astucia para manipular a los padres. Gracias a la asistencia de éste y de Silvestre –criado de Octavio–, el amor y el destino se imponen. La obra termina con el clásico “Y fueron felices y comieron perdices”.

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